miércoles, 25 de diciembre de 2013

Declaración de amor número dieciocho.

Ya estoy dentro de la cama. Me giro, y tu cuerpo. Te rozo. Y tus manos. Un beso en la nariz y todos los pedazos de este corazón han comenzado a temblar. El beso que precede al polvo, y el polvo que precede a hacer el amor.

Luego nos tocamos, nos acariciamos y rozamos uno a uno los cristales de la piel. Nos gusta sangrar porque esa es la única manera de recomponerse.

Nos lamemos las heridas como si haciéndolo fuéramos a curarnos el lado izquierdo del costado. Donde explotan tantos sentimientos abstractos.

Nuestros corazones siguen latiendo, están más vivos que nunca. Y nuestras piernas, entrelazadas, deciden sostener la noche.

La noche, por su parte, decide durar un par de días más, quizá con un poco de suerte algunos meses. Tú síguele enseñando tus piernas y verás como se acaba enamorando.

Yo por mi parte, seguiré aquí, a tu lado. Jugando con las persianas para que esos cegadores rayos de luz no nos molesten. Para que tú no quieras marcharte.

La verdad es que nunca te he dicho te quiero, pero te doy dieciocho besos en la nariz al día: uno por cada año que he pasado sin ti. Y no hay mayor declaración de amor que un beso en la nariz, y eso deberíamos saberlo todos. Que ya somos mayorcitos.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Aún a veces, te quiero.

Hace un año, exactamente un año que intercambiamos saludos por primera vez.
Que nos metimos en un túnel sin salida que no esperábamos encontrar, y que fue, ha sido y será el túnel más luminoso que he visitado nunca.

Y quién me iba a decir que tú ibas a seguir aquí.

Que después de tantos besos
y tantos paseos de tu mano,
después de tantos baches,
tantas veces que hemos resbalado,
después de tanto
yo iba a seguir echándote de menos.

Recuerdo cada noche como si fuera la primera
tus idas y tus vueltas
tus sonrisas de medio lado.
Cada llamada que se hacía eterna
tantas noches queriendo rozar tu pie con mi pie
y saber que estabas aquí,
que aunque lo intentase
no te ibas a ir.

Recuerdo cada lágrima derramada por ti
cada grito en mitad de la almohada,
todas y cada una de las veces
que me he repetido
(de una absurda manera)
que no te iba a echar de menos.

Cada viaje con destino tus brazos
los billetes de vuelta sin ida,
los recuerdos acolchados en la pared,
y las veces que tímidamente
me escribías un par de besos.

Tus celos por sentirte musa,
porque sí, eras musa
pero nunca fuiste un poema,
eso tan sólo era una excusa para tocarte
cuando no estábamos cerca.

Te recuerdo tanto
que sería capaz de explicar a qué saben tus enfados
tus manos
e incluso de hablar de la fragancia exacta tu pelo.

Te recuerdo porque eres el circulo de mis vértices
mis 'vete, pero no demasiado lejos
deja que pueda encontrarte'.

Y ha cambiado todo tanto
que te sigo recordando.
Que nadie
sabe abrir heridas y cerrarlas,
nadie excepto tú.

Y por eso que te recuerdo,
por eso que aún mataría a la distancia
por verte sonreír una vez más,
por eso que no puedo explicar en unos versos,
por ésto, por todo ésto
y justo hoy quería decirte algo:
aún, a veces, te quiero.
Porque sé que en la distancia
sigues siendo lo que más necesito.

Algo está cambiando.

Creo que algo está fallando.

Ya nadie hace el avión por la calle. Nadie estira los brazos en forma de cruz, coge aire, sonríe y echa a correr mientras suelta sonoras carcajadas. Nadie persigue a nadie hasta llegar a tocarle la espalda, tirarle al suelo y tirarse, como mínimo, quinientas sonrisas mirando las nubes.

Ya nadie sonríe frente a un bebé, ni le saca la lengua hasta conseguir la felicidad. Tampoco hacen pedorretas ni gritan y saltan hasta quedar rendidos.

Ya nadie llama a telefonillos y echa a correr mientras grita 'el último liga' y escucha de fondo a los vecinos maldecir una y otra vez a esos malditos críos.
Hemos perdido esa bonita costumbre de hacernos cosquillas durante una hora antes de dormir, ya nunca hacemos guerras de almohadas hasta terminar sin oxígeno ni saltamos en la cama bailando y cantando nuestra canción favorita.

Tampoco hacemos intento alguno de llenarnos de harina con la excusa barata de hacer un bizcocho, ni tan siquiera nos tiramos migas de pan cuando nadie mira.

Ya no nos bajamos el pantalón en mitad de la calle y nos quedamos rojos del susto. Ni nos hacemos una bola y nos tiramos rodando por la primera cuesta que nos encontramos de bruces.

Joder, ni tan siquiera tenemos los cojones de tener cinco novios a la vez y besarles detrás de las cortinas. Ya nadie se casa a escondidas en los patios de recreo ni intercambia parejas con sus amigas.

Sí, seguro que algo está fallando. Ya nadie finge ser adulto mientras su niño pequeño se muere por hacer todas estas cosas.

Algo está cambiando, porque sé que todo ésto me hace infinitamente feliz y sin embargo, nunca lo hago.

Creo que ya no somos felices, creo que nos estamos comportando como adultos.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Perdóname, estaba pensando en ti.

He vuelto a pasar por esa calle
y tenía el infierno a mis pies;
una cantidad de ruinas
se amontonaban en la acera
junto a mi corazón.

Te estaba divisando entre la gente,
en las prisas y sonrisas,
en las primeras veces.
Te buscaba en cada mirada perdida
como queriendo encontrarte,
pensando que, quizá
aún podría recordar cada parpadeo.
Y lo cierto es que no,
pero tu mirada es inconfundible.

De golpe te he plasmado
te he visto en una sonrisa
mientras recordaba los tiempos de felicidad
debilidad y fortaleza,
te clavabas fuerte en mí.
Y hoy, te he vuelto a sonreír.

Te he cantado canciones de amor y guerra
justo al lado del oído,
en tu cuello.
Y podía escuchar perfectamente tu latir,
me atrevería a apostar que me echas de menos.

Eres como esa sensación
de darte en el dedo meñique del pie
con la pata de la mesa.
Una putada.

Con un 'espera, quédate'
hubiera sido suficiente,
pero nos dijimos 'adiós'
y pegamos el portazo.

Y las hostias precedidas de palabras son la peores.

Ahora tengo una tormenta
a la altura de las mejillas
que también habla de ti
y de no sé qué huracán
que creaste en mis pupilas.
Sólo quería decirte
que hacía mucho que no despertaba
pensando en ti,
pero es que he hecho todo despacio,
como lo hacíamos siempre.
Y he pensado que quizá
deberías estar aquí.

Pero ya no dolía como antes,
aunque no te negaré
que dueles como nunca.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Pensándote bien.

Por una vez en la vida voy a reconocer
que sí, estoy hablando de ti.

Que se me ha hecho tarde
como se nos hizo en aquel tiempo,
pensándonos.

Y es que pensándolo bien
echo de menos tus manos
arañando uno a uno los pliegues de mi espalda
y suplicando por favor,
que esta vez
sí parara.

Porque siempre he sido muy estúpida,
haciendo de ti una montaña
y siendo tú un minúsculo grano de arena.

De verdad que eras mi montaña preferida,
esa que haces con cinco años
y vigilas durante horas
y horas
y horas
y más horas
en la playa para que nadie la destruya.

Luego te acercas
y la destruyes tú mismo,
con tus propios pisotones.

No creo que sea una mera casualidad que acabásemos así,
pisándonos hasta salir heridos.
Porque si algo teníamos claro
es que ni tan siquiera el público
saldría ileso de esa batalla.

Y te lo digo ahora
porque sé que ya es tarde y no vas a volver,
eras mi canción favorita:
te tocaba cuando yo quería
y te bailaba como el idiota
que baila el agua en un colador.
Me subía encima tuya
y
bailábamos.
Nos pisábamos,
nos queríamos,
nos dejábamos llenas de lametazos,
para al final olvidarnos.

Pero nunca,
nunca he llegado a olvidarte
por menos veces que lo he intentado.
Y estoy completamente segura
de que tú tampoco,
que sólo te vestías de hipocresía
y absurdo rechazo al amor
que ni tan siquiera tú creías.

La verdad,
pensándolo bien
no te podría pensar mejor,
y me prometí
una
y
otra
y
cien
veces
más
que nunca te diría todo lo que siento,
pero amor
esto de aquí no es ni una cuarta parte
de lo que llegué a sentir.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Si no fueran tan tuyos.

Esta noche me he planteado perderme en otros labios con la única intención de hablarle del cielo que esconden los tuyos.

De decirle que es el típico sitio en el que te relajas, cierras los ojos y como si no estuviera mirando, tarareas, bailas y cantas tu canción favorita.

Luego te detienes y desplomas.

Qué acogedoras son estas grietas.

Y ahora:
manos abajo, esto es un atraco a pecho armado, quiero ver como te bajas el corazón por los tobillos.
Y gritas.
Es tu sitio favorito, está permitido gritar incluso después de medianoche.

Sólo queda respirar despacio, beber un trago de la lengua más cercana y pensar,
que si esos labios no fueran tus labios, ya me habría quedado a vivir.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Mátame que la idea de vivirte es un suicidio.

Ella era un diamante en bruto. Pero no era original, no. Le tocabas y se hacía añicos.

Y ese era nuestro plan: destrozarnos.
Ser el plan.
El de siempre,
el de aquel sitio situado a la izquierda.

Y como buen plan,
nada estaba planeado.

Sólo nos dejábamos llevar por impulsos.

'Quita esa mierda de cara y ven que te dé un beso en condiciones.'

Mira, no tienes ni idea de lo que dices.
Como vaya me voy a quedar a vivir en la cornisa de tus labios y no voy a parar de saltar hasta que me deje la lengua entre tus rodillas.

No me sujetes, déjame caer. Es una orden.

'Te estoy queriendo sin pedirte que me quieras.'

Menos mal que no lo has hecho. Qué mala educación pedir un sentimiento. Y qué gilipollez no quererte.

Quédate quiero que seamos camino.

Joder. Que alguien me abrace.

Venga, ven ya.

Que todos sabemos que las ganas te están matando y sólo te da vida la idea de quedarte en la mía.

Ya es tarde y sigues sin aparecer. Ven, anda. Que cuando la noche cae echo de menos tus manos. Ellas sí que saben hacerme temblar y no esta mierda de frío.

¡Hostia, qué frío!

Aparece que sé que tienes un plan,
que si te mueres no será de ganas.
Que a ellas, también hay que matarlas.

jueves, 28 de noviembre de 2013

En qué coño te estás convirtiendo, España.

Vivimos en un país
en el que dejan libres a violadores y asesinos,
y por si fuera poco les pagan para que continúen su camino.

En el que la educación se paga
mientras las miradas jóvenes se apagan
porque no se pueden costear ser ese superhéroe
que planearon de pequeños;

mientras los adultos sólo piden respeto,
menos mal que estamos nosotros
para cederles nuestro sitio en el trayecto,
porque si por ellos fuera
les pondrían coste a nuestros asientos.

Que en los tiempos que pisan,
si enfermas
estás muerto,
que si nos privatizan la sanidad
pagaremos hasta por los prospectos.

Mientras están ellos
con sus mansiones de lujo
y sus coches blindados,
con todo el blanqueo de dinero cerrado.

Menos mal que muchos se atreven a amordazar el valor,
a salir a la calle
y pisar vuestros cuentos,
siempre me dijeron que pisar mierdas trae buena suerte.

Porque no somos la generación de los muertos
y muchos de nosotros,
aún nos atrevemos a sonreír por la calle.

Decidme,
¿también nos vais a cobrar por eso?

martes, 19 de noviembre de 2013

Ella decía 'ven' con las cinco letras de su nombre.

¿Sabes? Es una pena, porque a veces nos echamos a perder sólo por pensar que podemos vivirnos.

Y el tiempo corre, o en su defecto se queda inmóvil, viendo caras largas tras absurdas contestaciones.

Pero luego siempre vuelves, Mortal.

Y te acomodas en el lado izquierdo de mi espalda y me abrazas, como si la vida realmente fuera eso, abrazarte.

Y entrelazamos nuestras suertes y el reloj comienza a funcionar.
Tic tac.
Todo a su debido tiempo.

Y todo ésto es porque ayer me dijiste 'no te vayas nunca', y cómo quieres que me vaya, si acabo de llegar y ya tengo pensadas mil maneras de hacerte vivir.
Si tengo mil caminos de huida y siempre acabo corriendo en dirección contraria para toparme tus brazos.

Demuéstrame que eres todo lo contrario a valiente, atrévete a parar uno a uno todos los relojes y dime adiós.

Pero si eres todo lo contrario a cobarde, quédate aquí a vivir.

Justo aquí, sí.
Entre mis brazos.
En mis heridas.
Consigues hacerlas preciosas.

La historia se repite:
no te vayas nunca.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

La historia de la chica que sí sabía cómo quererse.

La primera vez que le vi, estaba leyendo un libro y tenía una sonrisa entre las manos. Porque sí, estaba leyendo un libro, y esa sin lugar a dudas es la mejor manera de sonreirle a un extraño.

La primera vez que le vi, le besé la comisura de sus labios, y lo primero que dijo fue 'nunca me he enamorado' y así me enamoré.

Mira, hagamos un trato -le dije- esconde tu corazón y guárdate el mío, si alguna vez te hago daño dámelo y no vuelvas a por mí, total, por un roto más nadie podrá darse cuenta.

Me besó con mi corazón en la mano, y no veáis cómo dolía.

Y lo cierto es que nunca supe dónde dejó su corazón, pero el mío me lo devolvió a los pocos meses de conocernos mientras decía:
'nunca me he enamorado, pero tú puedes hacer conmigo lo que quieras, así que tómalo, es tuyo.'

Y me dio dos besos, uno en cada fracaso, el primero por quererla a ella y el segundo, por no saber cómo quererme a mí.

Lo primero que dijo al despedirse es 'nunca dejaré que me enamoren', y soltó de golpe mi corazón.

Y así fue como perdí no sé cuántos latidos en una estación.

La primera vez que le vi dijo 'nunca me he enamorado y nunca dejaré que me enamoren', pero la segunda parte preferí no contárosla, porque así fue como me enamoré yo.

Y sí, que Escandar dijo que el amor es la hostia, pero yo nunca quise enamorarme.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Estoy hablando de encontrarle y que no sea a ti.

Lo que más echo de menos del amor es decir 'a la hora de siempre en el sitio de siempre'.  Y por supuesto, con la persona de siempre.

Lo cierto es que estoy un poco harta de ir de corazón en corazón clavando mi bandera, porque perdonadme y no os ofendáis, pero no valéis ni para tomar por culo.

Esta mañana me he despertado y ya no recordaba el olor de tu pelo ni el tacto de tus manos, y me he dado cuenta de que el amor está jodidamente deteriorado, así que he bajado a comprar tiritas a ver si arreglo este destrozo.

Mientras, tú sigue deshaciéndote en mil camas, que no sé en cuántas bocas más tienes que buscarme para darte cuenta de que no hay quién te salve.

Pero yo seguiré buscándole, dejaré que comience a latir justo delante de mis ojos y entonces, después del último beso le diré:
te veo mañana, amor, en el sitio de siempre a la hora de siempre.

Y tomaré rumbo a mi casa, que es contradictorio porque estará en su pecho, pero cada tres pasos me giraré a mirarle para asegurarme de que esta vez, sí es real.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Del verbo olvidar.

He tenido que pararme a escribirte, pararme y sentarme para afrontar los mareos que surgen cuando nos pienso.

No es que me esté azotando el olvido, es que necesitaba quererme.

No necesitarte era mi principal necesidad.

Y ahora estoy andando sobre la cuerda floja y de cada cuatro pasos cinco son tropiezos, pero estoy preciosa con las rodillas llenas de sangre.

Y el frío, el frío me está quemando.

Que ya lo dijo Andrés, 'si quieres hacemos el verano algo más largo' pero para qué.

Si yo ya tengo mi abrigo hasta los tobillos y la bufanda tapando el corazón, sólo necesito unos nuevos guantes que sustituyan tus manos.

Noto que me separo del suelo, que no paro de saltar miedos como si fuesen las líneas blancas de un paso de peatones y yo tan sólo tuviera cinco años. Y no sabes lo que acojona hacerlo con el semáforo en verde.

O supongo que sí, para que me entiendas, es igual que cuando te besaba con el corazón en la mano y tú, muy bajito, sonreías.

Qué tiempos aquéllos, menos mal que aún puedo decir que tienes la mirada triste más bonita que jamás he visto.

Y no pretendo que me entiendas, porque yo contigo no puedo hacerlo, sólo que seas capaz de escuchar a mi mirada cuando entre tragos largos de una copa amarga te dice bajito, y sin que nadie se entere, que a veces te echa de menos.

Imagínate si pudiéramos dejar de vernos para empezar a mirarnos.

domingo, 27 de octubre de 2013

Sólo eres si sabes volar.

Tengo algo en el estómago que no me deja escribir.

Y es que ya me cansé de las prisas
y tengo miles de caricias que dar
pero también un nudo en la garganta
que está más acojonado que yo.

No me hables de trenes
si aún no nos hemos dejado llegar
y olvidemos los andenes
para cuando nos veamos marchar.

Háblame de amor
de cruzar semáforos en verde de la mano
porque cuando estaba rojo nos estábamos besando,
de observar Madrid desde cualquier azotea
y que sean las estrellas fugaces
quienes nos pidan deseos.

Háblame de tardes de domingo en el sofá
con cinco mariposas en cada sentido
y que la sexta sea el común
y que el común sea uno
tú conmigo,
uno.

Háblame de escapadas a valles,
de baños sin ropa en ríos congelados;
de sexo desenfrenado
detrás de puertas públicas
en los que el público no pare de gemir;
de camas que hacen desayunos
con tan sólo dos cuerpos desnudos.

Háblame de hablarnos con las manos
o tal vez de besarnos con los ojos,
de no seguir las reglas
y que sean las reglas quienes nos sigan a nosotros.

Háblame de llenos rotos
que habitan vacíos enteros;
y de vasos medio llenos
que nos lleven a querer
hacer pie en cualquier esquina.

Te hablaré en cambio de ruinas
de esquinas dobladas en las que seguir escribiendo,
de los grandes destrozos
que se hicieron con la yema de los dedos;
de querernos en pentagramas,
con medias y sin ellas
con el miedo encima de la mesa.

Te hablaré de vértigo y con él,
de precipicios preciosos
o de tu sonrisa
de valientes cobardes o de mí;
de celos mirándonos al espejo,
de reflejos que sonríen con recelo.

Te hablaré de eso de lo que todos hablan
y que pocos conocen en los tiempos que vuelan,
háblame si acaso tú lo conoces,
porque como decía Oliverio Girondo
"si no sabes volar,
pierdes el tiempo conmigo."

jueves, 24 de octubre de 2013

Hay tanta gente.

Hay gente que deja los zapatos al lado de la puerta con los cordones siempre atados.

Hay gente que no habla en los viajes largos porque la presencia y la ausencia son enamorados.

Hay gente que se enamora en dos de cada tres pasos y gente que no sabe ni cómo quererse.

Hay gente que busca entre la gente corazones perdidos y gente que pierde corazones y esperan ser encontrados.

Hay gente, tanta tanta gente, que me cuesta recordar cómo eran las personas.

                                           

viernes, 18 de octubre de 2013

Algún que otro acto suicida me delata.

Un autobús ha estado a punto de partirme en dos
y me he quedado inmóvil,
lo he mirado,
como quién espera un golpe
que sabe que va a llegar
y no hace nada por evitarlo.

Para qué.

Salí ilesa de aquel trago
porque tú no estabas en juego,
si no me hubiera tirado,
me hubiera arrojado sobre él.
Pero, para no dejar de lado la buenas costumbres,
me he montado en el dolor
y me he sentado al final,
por crear adrenalina
para que mis venas se hinchen antes de estallar.

Era algo parecido al corazón
¡pum! ¡pum! ¡PLASH!
y qué hostia.

Ha sido algo parecido a quedarse sin aliento
y recuperarlo en el último trago,
a tener la muerte delante de los ojos
y vivir más intensamente que nunca.
Algo como tenerte y perderte
en el trascurso de una noche,
pasada por agua pisada;
como el hueco de tus piernas
tras el choque de tu costado en una espalda ajena,
o en la mía.
Se ha acercado a la realidad
en el punto exacto de correrme en otras camas
y sin embargo pensar en ti.

Algo parecido a un suicido,
como volver a besarte, quizá.
O peor aún,
como dormir otra vez en el hueco de tu espalda
y dejarte a medias.

Si apuntas, dispara.
Si disparas, má-ta-me.

sábado, 12 de octubre de 2013

Querida amistad.

Querida amistad:
no sé muy bien qué vengo a decirte pero sé que tengo que decirte algo.
Deja de joderme la vida, deja de torturarme con falsas promesas que no están escritas, déjame, que ella ya existe y a ti no te necesito.

No me vió pronunciar mis primeras palabras, ni dar mis primeros pasos, ni tan siquiera vió como me partía la boca por primera vez contra el bordillo.

Pero y qué, a quién le importan las primeras veces si siempre se olvidan, si luego todo el mundo recuerda la trama de la historia, el nudo y el desenlace que aún no está escrito. Y qué, si nadie va a recordarme.

A mí no, pero me encargaré personalmente de que te recuerden a ti. Que recuerden cada tropiezo y cada herida, cada caída con nombre de vértigo, cada escena aún sin resolver. Voy a enseñarles cómo despejar la incógnita y cómo encontrarte a ti al final del túnel. A hablarles de mi refugio o de tus brazos, me da igual, a sentirme segura, libre, tranquila y feliz.
Muy feliz.

A sentir que soy para ti, que la palabra amistad se está escondiendo en cada una de tus sonrisas, que sale a saludarme, a llorarme y a reírme cuando más lo necesito.

Querida amistad, llevas ya no sé cuántos años aquí y la dirección sigue siendo la misma, hacía ti.

Diles de mi parte, que no se molesten en buscarte, que yo ya te he encontrado.
Y ahora, que llevas años aquí, pienso cerrar todas las puertas y ventanas, no voy a dejarte marchar.
Y ahora, que hay un año más en ti, déjame decirte, que después de nada sigo aquí.

PD: Felicidades, pequeña.


miércoles, 9 de octubre de 2013

No tienes ni puta idea de lo que es el amor.

Me dijiste 'buenas noches'
y no me tenías a tu lado de la cama,
es entonces cuando me dí cuenta
de que no tienes ni idea del amor.

De querer perder las maneras
desde las ocho de la mañana,
de querer encontrar las formas
justo cuando sales de la cama, de fumarnos el de antes
el de después
y el de mientras;
mientras gimes
y me arañas.

Y es que seguro
que no sabes lo que es quererse
con las manos metidas en los bolsillos
guardando las ganas
en el último escalón que precede tu puerta,
y al llegar
arrancarte el pantalón
y que-rer-te.

Esta vez de verdad.

Que el amor es eso
poner la mesa para follarte,
hacer la cama
para dormir contigo.

Es que te inviten a desayunar
café y tostadas
y volver a casa con el mismo hambre de por la mañana,
volver, pero sin bragas.

Es llegar tarde
y que te espere con una sonrisa bajo el brazo
con el corazón encima de la mesa
y que te bese
abierta a la destrucción.

Que te dé una hostia de mano abierta
cuando le digas que no crees en el mañana
para después decirte
que ella tampoco,
que mañana eres tú
igual que ayer,
igual que hoy.

Creer que todo tiene cordura
mientras la locura
me saluda desde la ventana.

Porque el amor es eso
creer en ti
aunque tú ya te hayas ido.

Porque amor, tú eres eso.

martes, 24 de septiembre de 2013

Carta de amor suicida.

Un pie dentro de la ducha, otra fuera y el desorden ya es palpable.
El champú en el suelo me mira con la misma cara de desprecio que siempre.
El agua solo me llega hasta los tobillos y ya casi me estoy ahogando,
un alivio que no estés tú aquí para salvarme.
Imagínate, qué feo sería vivir con la puerta cerrada, prefiero morir con ella abierta de par en par.

Y soñarte, porque sé que aunque no te tenga a veces estás.

Aunque espero que nunca nadie me diga 'ojalá tus sueños se hagan realidad' porque entonces tendría que matarte y créeme, no sería de mi agrado.
Sé que a veces tengo alma suicida y cuerpo kamikaze, porque me atrevía a recorrerte fingiendo creer que de verdad te quería, mintiendo, como siempre que me escribo.
Porque ni tú llegaste a ser para mí ni yo llegué a quererte a ti.

Afortunadamente fue así.

Y no quiero despedirte porque eso significaría decirte 'adiós' con la misma falsa sonrisa con la que te dije 'hola' y ya basta de mentiras, porque aunque a estas alturas no sepa muy bien quién eres, no quiero que te vayas.

Mejor, y no intentes cambiar una realidad, porque yo puedo ser muy hija de puta y mis mapas ya se están saliendo de sus casillas.

Por eso, y aunque no tenga nada que ver, me gusta dormir, porque me evado de esta mierda de mundo, te tengo y si me preguntan '¿eres feliz?' sé qué responder.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Bienvenidos a este carnaval llamado Vida.

                                          La dependienta
                          de mi tienda de disfraces
                                     es Ceci Domínguez.
                                        Las quejas a ella.

Un día.
Gris.
De éstos en los que ni el mapa es capaz de encontrarte. 
Y recurres a cerrar el corazón
a abrir las piernas
-quizá demasiado-
es entonces cuando llega alguien.
La persona adecuada en el momento indicado.
Y te dice
'Joder Ari, disfrazate'
-Os podéis imaginar mi cara-
'disfrazate de soy feliz
de me importa menos de lo que te importa a ti.'

-un minuto de silencio por las palabras que no dije-

¿Y si resulta que el secreto de la felicidad consiste en valorarse?
Consiste en mí
en quererme más de lo que te quiero a ti
y quererte menos de lo que realmente te quiero.
Nada, a ver si me explico.
Y por un momento te olvidas,
de ti, de ellas
de todo.

Quizá la soledad nació para mí
y la nostalgia solo tiene palabras para hablar de ti.
Quizá mañana vaya de entierro,
-un minuto de silencio por los adjetivos muertos-
ya nunca más volveré a llamarte guapa,
pero dejemos que el puta siga viviendo.

Quizá.
Quizá.
Quizá me esté equivocando,
aunque no lo creo.

Pero, ¿sabes?
Siempre fui dos pasos por delante tuya.
Cuando tú me estabas sonriendo
yo ya te había besado.
Cuando tú me acariciabas los párpados
yo ya te había follado.
Cuando tú me dijiste 'te quiero'
yo ya me había enamorado
-y eso que nunca me he enamorado de ti-
Y cuando tú decidiste marcharte,
yo ya te había olvidado.

Y eso,
he venido a darte las gracias
porque si no fuera por ti
no hubiera encontrado este precioso disfraz,
no hubiera encontrado la felicidad.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Te merecías un poema.

He imaginado ya no sé cuántas veces
cómo sería romperme en la comisura de tus labios
y vengo a declararme como la mayor suicida del tiempo
que ha plantado cara al reloj.

Te he imaginado nadando
entre las arrugas de mi cama
y haciendo trincheras
en los tiempos de tregua
que no habrá.
Trazando un plan para invadir
el rugiente volcán que emana de tu boca
y comienza a crepitar debajo de tu ombligo.

Quiero quemarme,
arder de placer ,
gemir de dolor.

He imaginado qué se siente
al querer algo desconocido,
al querer,
sí.
Querer sentirlo de una manera anónima
y tocarlo dejando derechos de amor
en los poros de tu piel,
escribiendo los versos más obscenos
en las líneas de tus manos
y ver en ellas,
el futuro que
no

si
tendremos.

Tú imagínate
que tengo la poca vergüenza
de decirte
que toda la que me falta
se muere por verte sonreír.

Le he preguntado al destino
que si puedo vivirlo contigo
y aún no he recibido
respuesta coherente.

Nos he imaginado susurrando alguna que otra palabra
en tímpanos desconocidos de ésos que crees conocer
sólo por imaginarte susurrando,
y sí, quizá te conozca.

Susurrando palabras
de esas que están censuradas en un poema
y las cuales nuestros padres
nos tenían terminantemente prohibidas.

Te he imaginado desnuda,
en mi cama,
sumergiéndote en mí
y observando con expectación
esta manera tan mía de ahogarme,
y qué quieres que te diga,
me he corrido sólo de pensarte.

Te he divisado musa entre poetas,
amante entre enamorados,
delincuente en pleno juicio,
cobarde entre ladrones,
vagabunda en un palacio,
tirita para corazón
que dice estar temporalmente cerrado.

Disculpa mis molestias,
o disculpa que te moleste
pero es que ya me estoy imaginado
que te echo de menos
y eso,
se merecía un poema.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

El verano acaba y el tiempo no espera.

El verano más largo de la historia finaliza cuando la primera hoja cae como presidiendo el invierno.
¿O era el otoño?
Da igual.

Has juntado labio con herida
para abrirla justo cuando yo,
cerraba las piernas,
hemos juntado nuestras soledades
tirándonos al vacío
como quien se folla a una puta con cariño.

Has metido tus dedos en mi fragilidad
y has empapado mis ojos.

Despertábamos,
y ya empezábamos a caer en esa espiral
llamada mentira.

Es verdad,
nos hemos querido
como sí fuéramos el amor que todos esperan,
nos hemos emborrachado con mil decepciones
y al día siguiente
teníamos resaca de soledad.

Y para qué quedarnos
si ni tan siquiera el Ibuprofeno
nos ha salvado de vomitar
tanta soledad que cargamos
a las espaldas del corazón.

Fuimos el amor de nuestro verano
y vamos a darnos cuenta
de que el verano también es vida,
pero como suele pasar
-y tú y yo no seremos diferentes-
ya será demasiado tarde.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Conclusión respecto al amor.

Si os dijera cuantas veces he llegado tarde al amor me diríais que estoy totalmente majareta.

Que sólo a mí se me ocurre pegarme una carrera de la hostia para coger un tren, sabiendo que tan solo nueve minutos después llegará otro.
Sí, pero no será el mismo.

¿Sabéis si alguien piensa que el amor es como un plato de macarrones al llegar de fiesta? Espero no ser la única, y lo siento si es así, pero es que nadie me ha presentado al amor y no sé qué cara ponerle.
Ni tan siquiera qué corazón.

A lo mejor el amor llega hoy, a eso de las tres del mediodía.
Y seguro que se para mi reloj y vuelvo a llegar tarde. Que eso de que lo bueno se hace esperar nunca fue cierto, pero es que a mí se me está subiendo la hora a la cabeza y por eso siempre que él intenta llamarme, yo me pongo a cantar una canción de Sabina, 'y sin embargo un rato cada día, te cambiaría por cualquiera'. 

Ya ves, Amor, nunca llegas pronto y no creo que seas tan bueno como dicen, luego no me eches en cara que justo a las tres menos cinco del mediodía, te cambie por mí.

Quizá son nuestros minuteros, que no se han conocido. Podemos concretar una primera cita, e intenta no llegar pronto.
A las tres del mediodía me gustaría verte en aquel Café de la esquina Nostalgia, sin número.
No me esperes, dudo que llegue.

Si alguien sabe qué hice con las instrucciones del amor y dónde puedo encontrarlas, que me avise para no pasar por allí.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Cuerpo a tierra de plomo.

Qué fácil es escribir a los demás cuando no me echo de menos.

Nunca os he hablado del corazón roto,
vacío,
vagabundo.

Tampoco de como he aprendido a querer con cada uno de sus trozos,
ni de las heridas que éstos me han originado,
porque a veces es mejor sentir dolor que no sentir nada.

Me he empeñado en andar firmemente sobre el asfalto,
porque ya acabé con todas las flores del mundo por andar con pies de plomo.
Y caigo veinte veces seguidas
y a la siguiente,
ya ni duelen las rodillas.

Que todo lo que cura,
duele.
Por eso estarás curando.

Aún recuerdo cuando me corté las alas porque me daban miedo las alturas,
y luego me cuelgo de cualquier puente. 
Dónde están mis alas.
Quiero volar cerca de casa.
A tus piernas.

Y no voy a mentirte.
Estoy durmiendo desnuda porque las mujeres dormimos desnudas cuando creemos que vamos a echar de menos.
Cuando nos equivocamos.
Ya estoy acertando de nuevo.

Y déjame ya en guerra,
que si me hago coleta es porque no quiero soltarme la melena.
Tengo ojos tristes abiertos al público.
Tú eres privada.

Nos mintieron.
Decían que el amor estaba a la vuelta de la esquina.
Nadie dijo que tú y yo caminábamos en línea recta.
Siempre.

Y como nunca empecé a desconfiar en mí.
Y esa fue la primera tontería.
El error fue confiar en plural.
Más vale desconfianza en mano
que corazón parado.
Nos confiamos.

Ya no sé escrivirte porque siempre faltas.
Y yo también falto,
ortográficamente.

Y como dijo Irene X,
"las chicas se pintan las uñas como simulando estar de puta madre".
Tengo a la derecha el esmalte vacío
y a la izquierda la ventana.
Ahora vengo,
voy a tirarme.
Y no a ti.

Tengo que acabarte porque la vida sigue
y ya varios clavos han pinchado mis ruedas.
Andaré a partir de ahora,
con ruedas de plomo.
Lo siento por las flores,
pero mi corazón lo necesita.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Se nos ha hecho pronto.

Se nos ha hecho pronto para encontrarnos porque tarde es demasiada vida.

Creo que ya lo estoy entendiendo todo.
A lo mejor es que no puedo imaginarme contigo,
y es que ni tan siquiera puedo imaginarme sin mí;
ya estaba tardando el porvenir
en llegar y darnos la patada.

Es que ni tú eres para mí
ni yo soy tan gilipollas como parezco.

Ha llegado el frío
justo a jodernos la mañana,
ha llegado cuando le hablé de mí
de corazones rotos, vacíos y que funcionan con relentí.

Ha llegado, al igual que tú, cuando yo estaba a punto de irme,
cuando ha comenzado Septiembre
y tú has dejado de ser mi asignatura pendiente.

Como siempre, nos daremos cuenta tarde,
pero más vale nunca que tarde,
así mañana, volveremos a saludarnos
para no tener que despedirnos.

Un placer haberte tenido, verano,
una lástima tener que despedirte, cariño.

Si te he visto,
no me acuerdo
y si me acuerdo,
fingiré no haberte visto.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Pacto de una tarde lluviosa que no era lluviosa.

Dudo que seas capaz de saber cuánto te echo de menos.

A ti,
que conseguiste formar un sur perfecto
en el este de mi pecho.
Que te encargabas de acusar a todas ellas
por querer formar parte de mi poemario
porque desconocías que el significado de todos mis versos eras tú.

A ti
que te media en kilómetros aunque te sentía en centímetros
porque una parte de mí se fue contigo.
Y estando contigo
me quedé sin mí
cuando te marchaste.

A ti
que siempre vas a existir
aunque ella desconozca tu nombre,
tu pelo
o tu risa,
porque nunca le hablo de ti. Tampoco lo hago de mí
para que no pueda conocerte.

A ti conmigo
porque siempre nos quedará ese banco
en el lado derecho de la rotonda
que giraba en sentido contrario
cuando yo estaba encima tuya,
y volvía a la normalidad
cuando me dabas la mano
en mitad de aquella preciosa ciudad.

A ti
que te conozco mejor de lo que me conozco a mí
y que ocupas veinticuatro de los siete renglones de mi vida
desde que susurraste el primer
'te echo de menos'
a través del cable telefónico.

A ti,
que todos los viernes me esperabas
en aquella plaza armada de nostalgia.
Y todos los domingos llorabas
por esa despedida
que nunca llegaba,
y que aún,
no ha dado señales de muerte.

A ti,
que te empeñas en decir
que buscar algo nuevo
es sinónimo de esperar.
O de esperarme, qué sé yo.
Y a mí,
que me empeño en decirte
que he visitado varios cuerpos en estos últimos meses
y ninguno ha sabido nada de ti,
pero al llegar la noche y abrazarle,
he descubierto que ni por asomo podrían parecerse.

A ti,
que puedo estar años sin escribirte,
y sin embargo,
eres el vértice
de todos los círculos amorosos que pasan por mi vida.

lunes, 26 de agosto de 2013

Tu corazón me está desafiando, cuidado.

Qué queréis que os diga si esta mirada ya lo dice todo por mí.

Y es que aún no os he contado nada pero he sido testigo de como pisaba al miedo por aquella calle que parecía que nunca iba a terminar, como le miraba con desprecio y después soltaba una sonora carcajada de seguridad que revolvía todos los aleteos que jugaban en mi cabeza para pasarse al corazón.

He visto como en mitad de la tarde su sonrisa se ponía los mejores tacones de aguja que jamás habréis podido imaginar y me invitaba a bailar en un baile torpe y poco acompasado, sintiéndose segura de que por cada tres pasos que diera cuatro iban a ir a parar sobre mis pies, dando un pisotón de esos que duelen tanto que te hacen seguir bailando y sonreír como si nada de ésto hubiera pasado.

He reconocido su melena en uno de los sueños más vulgares que he tenido nunca y de golpe se ha convertido en una de las mayores fantasías que han pasado por mi cabeza, y he despertado con ella en el lado izquierdo de su pecho para llegar aquí y deciros que
los
sueños
se
hacen
realidad
por mucho que os cueste creer en ellos.

He sonreído tímidamente, como si pudiera verme y sonrojarse justo cuando ha plantado un beso en mi frente, quizá, porque ella también estaba soñando conmigo, o tal vez sólo porque sabe cómo hacer que las realidades se disfracen de sueños.

He practicado paracaidismo en todas y cada una de sus curvas desafiando a la adrenalina que provoca eso a lo que llaman amor y a lo que yo, a veces, le pongo tu nombre.
Y no veas qué miedo da plantarle cara cuando lleva tu rostro.

Y ahora vengo a avisarte, deja de desafiarme, que al final vamos a ganarnos y no sé si eso será una derrota o la mayor de las victorias.

martes, 20 de agosto de 2013

Una cantidad de tonterías sólo por echarte de menos.

Te tengo más claro
y más lejos que nunca.

He aprendido que la distancia
no se mide en kilómetros,
se mide en impulsos al pensarte,
en las veces al día que sería capaz de decir
te
echo
de
menos.

Ven.

Sentirte no es más que un simulacro
de vivirte,
y la vida no es más que una paradoja.

Sobre querer o huir
he aprendido a plantarnos cara,
y a huir tan sólo del miedo.
De ti ya no.

Entre quererme y olvidarte
he pensado que mejor discrepo,
que ya te quiero a ti
y me olvido de mí.

He llegado a descubrir
que los otros labios son vulgares salidas de emergencia:
usar
sólo
en
caso
de
incendio.
Afortunadamente
no me estoy quemando,
me estás salvando.

Y de golpe he comprendido
eso de que los sofás son para vivir a medias
para follar sin treguas,
te dejo mi lado del sofá.
Quédate a vivir.

Un atardecer sin tus manos
carece de sentido,
es como un gato sin botas
que corre y no te alcanza.

Todo ésto no son más que tonterías
para intentar explicarte
que estoy echándote de menos
por ti
y por mí.

lunes, 19 de agosto de 2013

Seremos como estrellas.

Son las tantas de la madrugada
y acaban de decirme
que van a llevarme a ver las estrellas
porque no saben que son las estrellas
las que quieren vernos a nosotros.

Qué felices se ponen cuando vamos de la mano
cuando somos dos amantes inquietos
jugando a no hacernos daño,
a querernos como nunca nadie nos ha querido
y sin embargo,
a odiarnos por encima de cualquier posibilidad.

¿Las estrellas tienen corazón?
Porque siempre están radiantes
y qué envidia, joder;
que yo aún recuerdo cuando tú te fuiste
como mis ojos sonreían por ti
y como mi sonrisa lloraba por tus ojos.
Y en cambio,
fíjate en ellas,
siempre nos alumbran
hasta en los días de tormenta se atreven a salir.

¿Y qué pasa si se mueren?
¿Por qué las estrellas después de muertas aún siguen alumbrando?
Creo que son los héroes más valientes
y aún no nos hemos dado cuenta.
Que aún recuerdo cuando se murió mi abuela,
que descorché millones de litros de lágrimas,
y me cagué en las putas estrellas
por seguir sonriendo.
Perdonadme,
en aquélla época no os entendía.

Seguro que ellas también follan.
Y también quieren a millones de años luz.
Seguro que son cobardes.
Sí.
O quizá no.
Bueno,
en cualquier caso ya lo soy yo por vosotras,
no os preocupéis,
que yo puedo ser cobarde por mí
y por todos mis compañeros,
y por los vuestros si queréis,
también.

Y ahora tengo una pregunta,
vosotras que me entendéis,
¿las estrellas fugaces sois estrellas cobardes
huyendo del amor de nuestra vida?
Y mientras tanto nosotros pidiendo deseos,
qué cabrones somos.
Bueno,
tranquilas,
la próxima vez prometo pedir
que el amor de vuestra vida os persiga,
y cuando os paréis por falta de aliento,
os plante un buen beso.
Veréis entonces
que manera tendré yo de sonreír.

Lo dicho,
espero que seáis muy valientes,
y que queráis por encima de toda esta mierda
que llevo encima llamada cobardía.
Yo mientras seguiré esperando
a que me lleve a veros,
que para qué mentiros,
a veces también le echo de menos.
Igual que a vosotras.

Buenas noches, valientes.

domingo, 11 de agosto de 2013

Otra vez domingo, o en su defecto, qué mierda de día.


Otra vez el domingo se tiñe de gris
porque estando contigo estoy sin ti;
y el alma se me sale del pecho
y toca el techo con añoranza del futuro.

Otra vez pongo sábanas a las nubes
para que todos esos pájaros se acomoden
y jamás pongan los pies en el suelo,
que es mejor estar por las nubes
y no preocuparse por guerras y recortes.

Otra vez me arrancan la risa de cuajo
y me tiran de golpe el vaso
que ya estaba medio lleno,
y éso nunca me sentó bien.
No sabes cuánto me he acostumbrado
a estar medio vacía,
desde que aquél día me vaciaron
de infidelidad y portazo.

Otra vez la luna sonríe mientras yo lloro
y me presta su hombro
y yo, ingenua, me apoyo
total, el daño ya está hecho
y ella siempre anda por las nubes,
sabrá más que yo que intento ir con los pies en el suelo
aunque pocas veces lo consigo.

Otra vez los peces se fueron de cena
y me dejaron sola frente a la pecera,
buscando las burbujas que jamás han existido
buscando cómo salir entre éstos cuatro cristales,
que si los tocas, queman
y si queman, ya no sales.

Otra vez me he mirado al espejo
y qué guapa me pongo con la triste mirada,
que ya es difícil decirlo
pero qué fría te pones cuando te miro;
y es una pena
pero desde que te fuiste
me encuentro mejor cuando me miro en él,
me dice que ya no estoy tan vieja como él esperaba
y que las penas,
son menos penas ante mi mirada.

Otra vez salgo a la calle en pijama
buscando el con-sentido
de esta vida sin-sentido,
porque hace ya tiempo
que el cielo dejó de ser azul
y las flores comenzaron a crecer en pleno enero,
que los pájaros volaban a ras del suelo
y el suelo, el suelo ya no es lo que era.

Otra vez me pongo camisa larga
para guardar bien el as que escondo en la manga,
y juro que iba a ganarte la partida
pero tienes la mejor mano que me ha tocado nunca,
por eso me rendí
y tiré por el sendero del 'ni contigo ni sin mí'.

Otra vez te he echado de menos
y he venido aquí para decirte que espero que seas feliz,
que tarde o temprano
nos veremos en el infierno
que éso sí que es andar con los pies en el suelo,
y sabes que a mí siempre me dieron vértigo las alturas.

viernes, 9 de agosto de 2013

El mundo no se salva saltando.

Nos hemos vestido de falsas ilusiones
con la esperanza de salvar el mundo,
como quien se tira por un abismo
con la esperanza de,
en mitad de la caída libre,
retroceder y conseguir que todo siga como antes.

Es que no nos damos cuenta
que las cosas que van ya nunca vienen,
que los carriles en doble dirección
se hicieron para gente con suerte
y yo aprendí a no creer en ella
cuando pedí a una estrella que alumbrara mi camino,
y lejos de hacerme caso,
la muy puta dió media vuelta.

Dicen que eso es el amor,
recordar lo puta que era
mientras añoras cada noche en vela,
esas que por supuesto,
no volverán.

Que lo que viene, va;
y cuando va ya nadie quiere que vuelva.
Nadie excepto yo,
que tengo un 'quédate' en la cabeza
que no para de dar vueltas.
Y un 'vamos a dolernos' en la punta de la lengua
a punto de echar a volar.

Mientras,
mi sístole y diástole bailan un vals vestidas de gala,
celebran que la noche es más tranquila
cuando tú no estás a mi lado.
Y yo siempre he creído que las celebraciones son absurdas,
que detrás de todo éso,
hay litros y litros de ron con cola
cargados de despedidas que no llegaron a su fin.

Que ni tan siquiera
tuvieron un comienzo.

Como la primavera,
que de golpe se marchita,
y nadie sabe dónde ha ido a parar.
Quién sabe qué hacen los enamorados
con tantos ramos cuando acaba el amor,
o cuando creen que éste ha acabado.

¿Y si lejos de acabar es tan sólo un comienzo?
Los finales traen comienzos,
y los comienzos son finales que se ven a la legua.
Quién me dice que ésto no es un final,
es más,
quién me dice que ésto no es un comiezo.

martes, 6 de agosto de 2013

¿Quién encuentra sentido a los kilómetros?

                    Sería más fácil callarme
                   e intentar disimular si
                  volvieras a llamarme.
                  Pero no tengo control de mi
                 destino
                 no hay posibilidad de
                esconderme de mí mismo,
                si intento olvidarte empiezo
               a marearme
               por eso ahora sé que es        
              demasiado tarde.
                                         La sonrisa de Julia.

Este nudo en la garganta no se debe a otra cosa que la distancia.

Que ha llegado el momento
y ya no vivimos para tenernos
ni morimos para seguir viviendo;
los caminos se bifurcan
y yo, a hurtadillas
vigilo uno a uno los pasos de tu destino,
los pasos que algún día
te trajeron hasta mí
y que ahora
se alejan sin previo aviso en otro tren.

¿Qué voy a hacer sin tu voz?

Ya no seré tu canción favorita
y dejarás de tocarme cuando yo te lo pida,
ahora, 'los kilómetros que hay entre tu piel y Madrid'
intoxican más que nunca.

¿Qué sentido tendrán ahora las terminales de autobús?

Si ya tú no esperas
qué más me da el resto,
si esa sonrisa en cada parada perdió significado,
si los billetes, son eso,
simples trozos de papel
que ya no guardan besos,
que ya no guardan abrazos.
Están preparados
y con lágrimas en los ojos
para afrontar una despedida inmediata.
Para despedirte, amor.

Qué fea se pone Madrid
cuando piensa que ya nunca vendrás.

Me quedo el de vuelta,
para ti el de ida
-te dije-
y nunca volví
y nunca viniste.

¿Qué sentido tiene ahora septiembre si sé que no vas a volver?

Tenía mil rincones preparados para ti,
mil baldosas que saltar
y doce escalones que subir
hasta llegar a rozar tus labios.

Ojalá vuelvas aquí.
                            -Y el ojalá murió sin ti-

Ya lo dijo Cortázar
y quizá llevase razón,
'somos como el guante derecho
enamorado de la mano izquierda',
te quise por improbabilidad
te olvido por obligación.

Y es que hubiera sido fácil echarte de más,
pero yo decidí echarte de menos,
y ahora estoy sola
con Madrid encima y andando a tientas.

¿Recuerdas ese cañón?
me disparó directo al corazón
y aquí me tienes
echándote de menos como una auténtica idiota.

Es hora de decirlo,
que se pare el mundo
que te bajas tú.

Y ésto no es un adiós,
es un echaré de menos tus labios
pero jamás dejaré escapar tus manos.

domingo, 4 de agosto de 2013

Efectos secundarios de una tormenta de verano.

Nunca asemejes algo tan frágil como la lluvia a alguien,
que luego nos dedicamos a echar de menos
y eso nunca puede estar bien.

No tenemos bastante con que las nubes lloren sobre mojado,
que también el corazón se desborda
y los tobillos se quedan atónitos
por el barrizal de recuerdos
que le impide dar un paso más.

Que un paso más
significa un paso menos,
que menos por menos es más,
que más por más es menos;
total que al final te echo de menos
y la acabamos jodiendo.

¿Y si resulta que recordar es tan sólo un paso más para el olvido?

Si es así entonces prepárate,
porque después de ésta no voy a acordarme ni de tu nombre,
que ya me había acostumbrado a la sequía
y aunque el suelo a veces queme, lo prefiero.

No sabes hasta qué punto aturde tu recuerdo.

Y es que imagínate,
que en medio de tanta lluvia te estoy olvidando
y no te estás dando cuenta,
y por supuesto, yo tampoco.

Ya nunca más seré esa niña
que llora por dentro mientras finge ser mayor,
ya nunca más verás,
como en mitad de tanto charco,
me acerco a darte un beso.
Que cuando besas los corazones también lloran,
y el mío está seco por falta de sentimientos.
Ya ves, lo exprimiste tanto
que ahora a ver quién es el listo que se propone llenarlo.

Aunque, para qué mentirte,
poco a poco lo están haciendo.
Creía que eras lo mejor,
y no,
hay personas mucho más valientes que tú.

Y no veas qué cobarde me vuelvo ante ellas.

Quizá sea por aquéllo que me dijo mi madre,
y es que desde que te fuiste
el amor no es lo mismo.

Parece que va a llover, ¿no?
Qué coño,
está cayendo una de la hostia,
estás jodiendo de lo lindo.

viernes, 26 de julio de 2013

El mundo se enamora y nadie hace nada por salvarlo.

Llegados a este punto,
sólo puedo regalarte mis caricias
en cada resqucio de tu cuerpo,
y créeme amor,
que eso es más que suficiente,
que en los tiempos que corren
nadie está dispuesto a salvar el mundo,
pero yo sí estoy dispuesta a salvarte a ti;
y es que el mundo se vuelca
porque no está acostumbrado a la velocidad,
y claro, a veces hay que decir te quiero a tiempo
para no dejar la nostalgia en cualquier esquina,
que luego van de burdel en burdel
y no podemos evitar
echar de menos.

Bueno, eso,
yo de salvar el mundo no sé mucho,
pero de guerras y bailes te enseño lo que quieras,
podemos bailar un vals mientras te piso los talones y tú,
sonríes, como si nada de ésto hubiera pasado.

Podemos también,
olvidar la paz mundial
y renacer en nuestra propia batalla de amor,
o seguir fingiendo.
Y mira, no digas que no te avisé,
el día que decidamos plantarnos cara
voy a estallar,
y ya no hablo de ninguna Guerra Mundial,
hablo de echarle cojones a la vida,
que ya ella, de por si, es demasiado cobarde.

Y así, siendo breve y clara,
qué cojones tenemos para quedarnos
e interferir entre la marea de nuestros cuerpos
en las noches de luna llena,
de llenarnos hasta la última gota que colmó el vaso
para que fuéramos a vaciarlo,
y volver a saciarnos desde la primera risa.

Abracé tantos abrazos que afixiaban
que ésto es lo más parecido a la vida
que cargo a cuestas hace ya dieciocho primaveras,
y todo por tu manía de deshacer nudos
y atarme con la mayor libertad de tus deseos,
que las sogas no sólo afixian,
que también mueren de amor.

Respiramos oxígeno
porque la certeza de dos corazones que se buscan a sí mismos
es demasiado para nosotras,
pero ya respiraremos olvidos
y verás qué bonito descubrir que la magia existe,
que no sólo es cuestión de películas
que tú y yo nos acabemos queriendo
porque los guiones no siempre son lo más importante
y a veces, hay que improvisar sobre la marcha
sin director ni actores protagonistas,
a veces hay que ser dos,
                                       tres,
                                       cuatro
                     e incluso cinco,
                     pero siendo.

Dicho ésto,
no tengo nada más que añadir,
ahora cogeré la soga
y a ver qué tal se me da esto del amor.

miércoles, 24 de julio de 2013

Tú y tu manía de dejarlo todo patas abiertas.

Prometo que cuando estoy a punto de irme
llegas tú,
y ya no hay nada que hacer.

Llegas con esa sonrisa
en la que habitan todos los continentes,
y es como dar la vuelta al mundo
en un par de minutos
cuando debajo de las sábanas
decidimos que dos son demasiado,
y entonces, te subes encima mía
y visitamos
África,
Asia,
Europa,
América,
y ya puestos, también Oceanía
en tan sólo un par de minutos
y joder,
qué envidia debe tenernos el mundo
por poseer los mayores océanos entre nuestras piernas.

Llegas con esas manos
que parece que lo pueden todo,
haciendo treguas en guerras
y viceversa
con tan sólo una caricia
en la parte derecha de mi sonrisa
y con tan sólo una sonrisa
en la parte izquierda de mis caricias,
y a mí ya me tiras la razón por la borda
y pones el corazón viento a estribor
navegándote a toda vela,
surcando cualquier golpe de viento
que se atreva a plantarnos cara.
Que ya tiene que ser valiente
e hijo de puta a la vez.

Llegas con esos andares
que hacen vibrar mis párpados cerrados
cada vez que me sueño contigo,
es sólo entonces
cuando las catástrofes naturales
se convierten en los mejores paraísos
repletos de manzanas rojas que morder,
aunque bien sabes que ninguna sabe como tú
y yo, personalmente
prefiero darles patadas,
que tú eres como la manzana verde
que derepente apareció en mi paraíso
retando al sol para salir todos los días.

Y llegas, y yo me quedo contigo.

La putada es cuando decides irte,
y dejas todo patas arriba.

jueves, 18 de julio de 2013

Un adiós en 55 versos.

No sé si es el momento indicado
o si soy la persona indicada;
no sé cómo hacer para no llorar
cómo no echarte de menos
cuando me dedico a fingir que estás de más;
tampoco sé cómo creer todo lo que sale de tu boca
'palabrería barata' se atrevieron a llamarla
y lo jodido es tener que dar la razón
a aquello que defendías a espada y corazón.

Que ha llegado el momento
y más vale tarde que nunca
de decirte te quiero,
sí, sé que nunca me has escuchado decir algo así,
te quiero, pero bien lejos
rodeada de falsos corazones que te harán llorar
y qué quieres que te diga
yo es que ya no puedo darte más.

Te quiero entre la muchedumbre de gente
buscándome en cualquier desconocido
que en un descuido acabe en tu cama,
y que tú pienses en mí
y digas en voz bajita
'joder, que bien follaba a corazón abierto'
después sonrías por no llorar
y decidas correrte por no echar a correr
que venir a buscarme a dejado de ser un buen plan.

Te quiero para ninguna vida
y sin embargo te quiero para todas,
porque era precioso el daño que me hacías
cada vez que susurrabas esas palabras al oído,
por supuesto que sí,
yo te creía.
Y te buscaba en otras
encontrándome en ti;
no me quedaba nada más que sonreír
que apagar las farolas una a una
cuando tú te ibas a dormir
y hablar con tus sueños
para que no te hicieran una mala jugada.

Ya ves, era mejor así.

Y siendo claros,
que creo que ya es hora,
te quiero.
Ni lejos ni cerca,
conmigo;
que ya lo dijo Maldita Nerea
'los imposibles también existen'
y tú dejaste de existir cuando te hiciste posible.

Y no sabes cuánto lo siento.

Dicho ésto,
me voy a ir
porque creo que ya te sé de memoria
y eso será suficiente
para recordarte un par de vidas más.

lunes, 15 de julio de 2013

Un poema inacabado más.

Como un día veraniego
en el que el sol brilla de lejos
y la soledad lo hace por su ausencia.

Algo parecido a leer 'La Destrucción o el Amor' de Aleixander y no llorar,
leer a Neruda y no sentir escalofríos,
versar con Cernuda y no emocionarse.

Parecido a dormir abrazadas
y morir de calor.

Es como comenzar a escribir un poema
y no saber qué decir
porque ya está todo dicho,
bueno, todo menos las cosas que no digo.
Es como escuchar un te quiero
entre humo y alcohol
y besar a quemarropa
vistiéndose de miedo,
y es que no sabéis hace cuánto
no escuchaba algo así.

Qué se siente,
qué me sientes,
qué sentimos.

No sé,
pero siempre nos dan las siete
con la misma historia de no contarte
los sueños que pasean por mi subconsciente,
que lo hago más por mi bien
que por tu bien,
porque joder, qué sueños.
Y qué despertares,
qué confusión.
Confusión la de no distinguir
lo onírico de la realidad,
porque claro, te sueño
y al despertar estás a mi lado.

Y no sé dónde estás más bonita
y no sé dónde creerme.

Y tampoco sé como acabar esto que he empezado
que es como acabarte sin ponerte principio,
que no.

Pues eso,
que hablemos del poema inacabado
porque los finales nunca son felices.
Sí, que no te acabo,
que me leas como quieras
que me beses cuando quieras;
que yo no te acabo, no.

viernes, 12 de julio de 2013

La insoportable manera de olvidarte.

Supongamos que hoy estoy insoportable.

Lo estoy.

No soporto a esos pequeños insolentes,
que en mitad de la piscina se tiran
salpicando hasta la última lágrima de tu cara.

No soporto los días nublados sin lluvia,
sin salir a pisar charcos
y hundirme en el mundo;
ni las caras tristes sin lágrimas
a las que mis dedos puedan secar.

No soporto tu cara de felicidad
al estar distante,
tenías que ver mi cara de decepción
al sentirte fría.
Es como entrar en un iglú
y no encontrar la salida,
y perder el abrigo,
como sentir poco a poco
el enrojecimiento de la nariz.
                        -Vamos, como no sentir-

No soporto los enfados cascarrabias de mi madre,
esos que finalizan con un
'en esta casa mando yo',
y yo me callo,
me trago todos los tacos posibles
y me encierro en mi cuarto.
Como cuando el amor te da la espalda.

No soporto a la gente fiel,
ni a la gente infiel;
no lo hago con la gente feliz
que parece que se sacan
una a una todas las sonrisas de la manga,
y mientras yo aquí
buscando en cada piedra
y sin encontrarte,
sin tropezarme.
Que ojalá lo hiciera
que de los tropiezos se aprende
y yo aún no te he aprendido
para haberte estudiado tanto.

No soporto la coliflor en la comida,
me recuerda a esas terceras personas
que siempre están tocando los cojones
-y perdón por la expresión-
pero cabrones
se les quedaría corto,
qué queréis que os diga
no tienen otro nombre.

No soporto madrugar en vacaciones
y no verte al lado,
que claro, si estuvieras a mi lado
nos acostaríamos al sonido del gallo,
o de un orgasmo.

No soporto tu boca
por increíble que parezca,
pero es que se llena de mentiras
y a mí me llena el corazón de palabrería,
qué joder
es demasiado inocente.

No soporto los 'te quiero' en la primera cita,
ni los 'siempre te esperaré' tras dejar una relación,
debéis entender que las palabras se las lleva el viento
y éste nunca tiene rumbo fijo.

Por eso acostumbro a no creerte.

Y vosotros pensaréis
que debo ser insoportable
por no ser capaz de soportar esas tonterías,
pero, por si me estás leyendo
voy a decirte algo:
NO TE SOPORTO,
y gracias por hacer
que el mundo sea un poquito más soportable
cuando estás a punto de irte.

Lo dicho,
que te vaya bonito
y que alguien sea capaz de soportarte;
ahora, solo déjame.

viernes, 5 de julio de 2013

Ni te creo, ni me creo. Nos creo.

Marcar un comienzo
es sinónimo de poner fecha de caducidad,
por eso nunca me gustaron los comienzos;
el problema es que no te pongo fecha
no creo que caduques
ni que tenga que tratarte como a un objeto;
tampoco creo en etiquetarte
como si fueras una camiseta,
ni ponerte precio,
ni querer venderte en cualquier mercadillo barato.

Yo creo en ti y en mí,
en un presente que se cultiva día a día,
no creo en promesas a largo plazo
de hecho, no creo en promesas a corto plazo,
no puedo prometerte que mañana seguiré aquí,
pero sí puedo decirte que no pienso irme.

Creo en la credibilidad que otorgas,
en cogerte de la mano
y caminar entre piedras;
no creo en los te quiero de una noche
ni en las sonrisas en plena madrugada,
creo en levantarnos con caricias
y follarnos hasta el alma.

No creo en los peces que sólo viven en peceras,
ni en las personas que sólo besan unos labios;
sí creo en la necesidad de probarte en otras salivas,
de saborearte en otros besos
y de darme cuenta que te pienso.

No creo en los pensamientos confusos,
ni en los sentimientos partidos a medias enteras;
si creo en ti desde que entraste en mi cabeza
sin creer encontrar la salida de emergencia.

No creo en los pájaros que vuelan
porque quieren rozar el cielo
porque están lejos del suelo
y de ti;
sí creo en ti como el ángel que ha bajado a mi infierno
que pasea sin quemarse
y sin mirarme.

No creo en camas cómodas,
ni en casas acogedoras,
tampoco lo hago en mantas suaves;
sí creo en tu pecho,
que es la mejor casa de mis párpados
y en tus manos,
que saben cómo proteger uno a uno todos mis rincones.

No creo en la emoción que provoca
un sentimento tan puro como el amor
ni en los latidos constantes
que día a día se hacen relativos,
que acaban parados,
sin trabajo,
sin querernos ni aguantarnos;
sí creo en el miedo de tenerte
y en las ganas de huirme quedándome en ti,
de andarnos con cuidado
que luego vienen las dudas
y la cagamos,
y nos cagamos en el olvido por presentarse en nuestra vida.

No creo en decirte mentiras
ni desvestirme con verdades,
ni callarme las cosas que me quedan por contarte;
sí creo en decirte que no te siento,
que eres algo pasajero,
que lo nuestro acabará en el cementerio,
y lo haré con mi mano entre los labios
que ya sabes lo que ello conlleva.

No creo en las personas eternas
ni en los sentimientos duraderos,
los planes de futuro tampoco se me dieron nunca bien,
ni las camas monótonas con cuerpos desconocidos;
sí creo que no te olvidaré
aunque tengas cuerpo de estrella fugaz
a la que yo ya he pedido mi deseo,
ya sabes, si te marchas quédate
aunque no sea en mí.

No creo en Dios ni en la Biblia
tampoco lo hago en la Iglesia
ni en el Vaticano de Roma;
sí creo en la religión de tus miradas
que penetran hasta el alma,
que me elevan hasta el cielo
bajándome al infierno con un beso entre las piernas
                               -y qué acogedor-

No creo en aquel dicho que decía
'perro ladrador, poco mordedor'
porque mírate, y mírame;
tú me ladraste y me mordiste a partes iguales
y ahora tengo marcas de tus dientes
en el lado izquierdo de mi pecho
marcas de tus uñas
en el lado derecho de mi espalda,
y tus ladridos a punto de estallar en la cabeza
tus cabreos y tus sonrisas,
tus 'olvidame que no voy a pensarte' con la boca grande,
que en tan sólo tres segundos se hace pequeña para besarme
                          -y volver a mordernos-

No creo en creerme
porque siempre he desconfiado de mí;
pero sí creo en que tú debías saber todo esto
aunque tampoco crea en ti,
porque prefiero creernos.

lunes, 1 de julio de 2013

No eres simple casualidad.

Hoy iba a recitarte algo con la lengua
mientras besaba cada punto cardinal de tu cuerpo,
pero me has pillado pensándote
y ahora no sé qué hacer
ni qué besarte
ni qué sacarte de la manga y meterte en la chistera
para hacerte magia y aparecer en tu cama
y envolverme como mejor he sabido
desde hace ya tiempo.

Y puedo decirte  
que fue escucharte decir
"me brillan más los ojos
cuando estoy contigo"
y mi corazón saltó del pecho
y se puso a tus pies,
que estaban a punto
a tan sólo un paso de pronunciar
el te quiero que nadie ha dicho.
Fue justo entonces
cuando tus pupilas dieron un vuelco
para ponerse a medida de las mías.

Es que no sabes lo bien que me sienta
saber que te siento bien;
y sentarme a esperarte
y cocernos a fuego lento
como las mejores sonrisas.
Acabar, entre día y día
cogiéndonos la mano
y pisando con fuerza cualquier escalón
con el que nunca tropezamos,
con el que si tú te caes
yo me tiro y bueno,
ya que estamos en el suelo
vamos a querernos un rato.
Y rebozarnos para intoxicarnos
con los mejores sentimientos
que gritan en silencio
incluso estando mudos;
que andan sin perro guía
porque no les asusta la ceguera,
les asusta realmente la oscuridad.

Y yo he conocido la oscuridad
justo ayer
cuando pasé veinticuatro horas
sintiéndote cerca y aun así pensé
que no eran suficientes,
que no nos habíamos disparado bastante;
que ya te lo dije una vez y no me creíste
pero contigo nunca nada es suficiente.

Y también dije algún día
que ojos que no ven
corazón que se parte en mil pedazos;
pero qué voy a decirte a ti
si no paras de mirarme
y reconstruir uno a uno los pedazos
para que con ellos dejé de querer a varias
y los junte solo para ti.

Hay algo que tengo que confesarte,
desde hace un par de semanas
quiero ser incoherencia para ser contigo
y basarme en la coherencia para deshacerme de ti.

Que no sé si sabes eso que dicen
que todos tenemos media naranja
y yo estoy segura
de que tú eres mi media manzana,
porque a pesar de estar prohibida
no dejo de caer en ti;
porque sé perfectamente
que te conocí antes de encontrarte
que me crucé contigo en cualquier parque
y desde ese momento
debí saber que eras para mí;
que no era simple casualidad
que te acordases de haberme visto en otra vida
justo antes de verme en la tuya.

Y ya lo he decidido,
voy a ponerme las zapatillas de correr
el dorsal veintiuno
y voy a echarle una carrera al corazón para dejarme perder
que es la única manera de conozco
de ganarte.

martes, 25 de junio de 2013

La valentía de vuestras vidas.

Una tarde cualquiera
el amor llamó a su puerta
y ella le abrió entusiasmada
porque no sabía el portazo que se llevaría en la cara.

Empezó una nueva vida
una etapa que parecía maravillosa
dos hijos que alegraban día a día
y un marido que dejaba mucho que desear.

Hasta que pasó aquella noche
llegó no se sabe muy bien la hora
y apestando a putas
con colonia de ron
y sólo a él se le ocurrió levantarle la mano
y joderle el futuro de una hostia.
Y ella no reaccionó
joder le quería, qué iba a hacer
su vida estaba con él.

Esta sólo era la primera
de tantas hostias
que tirarían su vida por el mayor precipicio
acompañada de la dignidad de él.

Y no lejos de avergonzarse
a la noche siguiente ocurrió igual
una buena paliza, y a dormir
que eso de hacer el amor
si es que alguna vez ha conocido esa expresión
ya lo traía practicado del bar.

Y para qué iba a dejarle salir,
alguien tan despreciable como ella
no tenía absolutamente nada que hacer en la calle.

Y sus hijos
lo mejor era que aprendieran de la vida
y sufrieran en primer plano
como le daba una paliza a su madre.
Que la vida es dura
y hay que pegarle un par de hostias.

Y de las hostias
surgieron violaciones
que no era suficiente con follarse a otras
y ya que le destrozaba la vida
iba a hacerlo bien.

Lo que él no sabía
es que un día el sol
iluminaría sus retinas hasta hacerlas sangrar
justo el día en el que ella decidiera frenar.

Ese día llegó.

Y desde entonces
la vida es mucho más bonita
el sol sale por donde quiere
y la noche ya no le asusta;
los valientes
son los más hijos de puta de los cobardes
y el amor, desde entonces el amor
viene con manual de instrucciones
y con una buena hostia debajo del brazo.

Valiente hijo de puta
que disfrutaba al ver correr la sangre.

Y ellos no fueron felices
ni comieron perdices;
pero ella aprendió que los cobardes
también tienen lugar en este mundo
y que podemos meterlos
en el saco del desprecio.

lunes, 24 de junio de 2013

Le invité a café.

No puedo escribirte porque aún estás aquí
y me encantaría que te fueras
para decirte un par de cosas bien claritas.

Así que, vamos a darnos tiempo en un poema
y te vas a ir,
y voy a escribirte
porque ya estás de menos otra vez
y voy a hacer que estés de más
que ahora sobras
y las sobras van a la basura
y tú decidiste escoger el contenedor más grande.

Que las moscas van a la mierda
y tú estás rodeada de ellas
harta de mí por no soportarte
y yo harta de ti por desilusionarme.

Qué coño hiciste con el amor
que ahora no puedo encontrarlo
que ahora se esconde y si se asoma
yo huyo.

Y todo fue por ti.

Por quererte como jamás nadie lo ha hecho
por dedicarte todo mi tiempo
y es que lo bueno si breve
es una putada;
y tú eres la mayor puta que me he echado a la cara.

Eres como el desamor hecho vida
como esa larga caminata de la discoteca al metro más cercano
a las siete de la mañana,
o como esa bronca de hora y media de tu madre
que acaba con una palmadita en la espalda.
El desamor, sin embargo,
acabó con una patada en el culo
y con ganas de no regresar,
con ansias de hibernar cada invierno
y tener romances de verano
a los que darles una buena patada en septiembre.

Y es que como la espina del rosal
siempre estás jodiendo
y pinchando hasta doler
y ver como me marchito.

Que naciste en jueves
porque siempre estás en medio
porque siempre dueles en horizontal,
porque tú me follas
y luego te vas.
Te vas
pero sigues aquí, y eso no puede ser.

Debes irte,
vete de verdad para no volver
que esta tarde el desamor ha llamado a mi puerta
y le he invitado a tomar un café.

domingo, 23 de junio de 2013

Hablemos de la vida ajena de un frasco de champú.

Nunca nadie ha hablado
del bote de champú
que está en el tercer estante de la ducha,
sí, ese que lo ve todo
y no dice nada.

Que sabes que anoche te vió
mientras bailabas de alegría
al ritmo de Extremaduro,
que sonrió tímidamente
cuando le cogiste
e inundaste de gallos su tímpano
para más tarde echar su pelo hacia atrás
y rociar su esencia en el tuyo,
y seguir cantando
gritando o bailando.
Y le abandonaste,
y él como siempre te espero hasta el día siguiente.

Y tú llegaste,
tiraste tu ropa
y él te vió llorar.
El agua salada
se veía mezclada con tu sudor.
Hasta que le cogiste
y esta vez con más delicadeza
se paseó por tu cabeza
y enfadado bajo hasta los ojos
a escocerte
que ya que lloras, hazlo con razón.
Y tú te cagaste en sus muertos;
qué culpa tendrán ellos
de que tú estés llorando.

Todo cambia tanto de un día para otro,
que a veces él se desconcierta.

Entraste veloz, fatigada
con alguien de la mano
y estuvisteis no se sabe cuánto
desvistiendoos en aquella pared,
sobre aquel lavabo.
Y entrasteis, aceleradas
y la humedad se confundía
a la altura de vuestras cinturas
y follasteis,
que es mucho más bonito que hacer el amor.
Y os tirasteis horas y horas
en aquella ducha
sonriendo como si fuera la primera vez.

Y te volviste a alejar
para volver cada día con una historia nueva
para que él te viera
y te escociera,
o diera media vuelta;
que un simple frasco de champú
también tiene vida ajena
sólo tenemos que saber dársela.

martes, 18 de junio de 2013

Eres miedo y voy a saltarte.

Os voy a hablar del miedo
sólo porque estoy acojonada,
acojonada y con miedo a quererte.

Es esa sensación,
ese nudo en la garganta al pensar en el dolor
y esa sonrisa de gilipollas al pensar en su mirada.

Es frenar para coger impulso,
es contradecirse una y otra vez
negarse a sí mismo algo evidente
y afirmarlo sólo en tu cabeza.

Es caminar de la mano
y abandonar al miedo en el asfalto
para volver a recogerlo con el último beso.

Es mi miedo,
una mujer de cabello moreno
y ojos oscuros;
de mirada tranquila
de cuerpo peligroso.

Es mi miedo,
el corazón que se acostumbró
a desquerer y huir,
y ahora no corre
no me explica el por qué.
Ahora late,
lo hace a velocidad constante.
Con calma,
con miedo.

Es tenerte en mi cama
y no querer follarte
mucho menos hacerte el amor;
es querer abrazarte
apoyar la cabeza sobre tu hombro
y dormir
y soñarte.

Es olvidar la monotonía
y caer en la rutina
caerme en ti
y empaparme de todo lo que olvidé.

Es desconocerme al conocerte
y conocerme al desconocerte.
Es sentirte sin quererte
y quererte sin decirte que te siento.

Odiando el futuro
lo imaginé no muy lejano,
lo imaginé no muy cercano
contigo.

Y es que yo me imagino al miedo
como ese vértigo a las alturas
que sólo superas saltando,
que al final, te acaba gustando.
Voy a saltarte.

Eres miedo
y yo soy cobarde;
soy mis ganas de no huirte
he llegado para quedarme.

viernes, 14 de junio de 2013

Descúbreme contigo.

Cuando seamos mayores, descubriremos por qué de pequeños
nuestros padres nos apretaban los cinturones
a la vez que decían
'cuando seas padre, comerás huevos'.
Y le echaremos huevos a la vida
y nos dejaremos romper en cualquier tortilla.

Creceremos y descubriremos la gravedad que conlleva,
lo peligroso que es querer dormir y no follar,
la seriedad del asunto.

Lo jodido que es amar
y lo cegador que es el sol,
y yo aún sigo con mi manía de odiar las gafas,
que las retinas tienen que descubrir la verdadera luz
para saber llorar también de alegría.

Que la expresión
"te mueves más que el rabo de una lagartija"
se hizo pensando en ti
y en mi cama
que también hay que descubrir
el placer que da arquear la espalda
mientras sueltas un gemido.

Que me gimas en la oreja
y destroces mis muelles mientras reconstruyes mi vida.

Los huevos y mi vida nunca se llevaron bien
hasta que llegaste para romperlos de tan sólo un beso
y ahora tiemblo entre quebraderos de cabeza
y sentimientos guardados en el caparazón.

Que las tortugas también saben querer
pero les gusta ir despacio con el proceso.

Y los caracoles babean desde que yo te conocí,
que lo hice mucho antes de desconocerme a mí;
que dejaron de sacar sus cuernos al sol
cuando tú entraste conmigo en la cama
y él se apagó.

Ahora la que babeaba era yo.

Que yo no quiero vivir de amor
ni tampoco morir contigo,
con saber qué se siente
cuando tu lengua merodea por mi ombligo
es suficiente.

Aunque pensándolo bien,
y puestos a pedir,
diles a tus dedos
que mis caderas son un buen refugio
para olvidar la vida nómada
que llevabas hasta ahora.

Ya me lo decían mis padres,
en el amor y en la guerra todo vale,
pero se les olvido dar un pequeño matiz,
no todas valen.

lunes, 10 de junio de 2013

Se de quién me hablo.

Yo solía llegar tarde
hasta que descubrí que lo bueno se hace esperar
y tú mereces que te espere,
que te espere y desespere
en un banco con una sonrisa en la cara
y armada de paciencia,
que te vea bajarte de ese bus
y automáticamente se sonrojen tus mejillas,
que llegues y me abraces
callándote un beso por vergüenza,
y yo te desvista de ella
y te muerda los labios vistiéndote de nuevo,
conociéndote un poquito más
para así conocerme a mí también.

Me gusta que nos guiemos por un camino
que no tiene dirección fija,
pero que siempre lleva al mismo lugar,
a las mismas cervezas y al mismo baño,
la misma pared en la que meterte mano
mientras tú suplicas que pare,
que ya ha sido suficiente,
pero es que joder, contigo nunca es suficiente.

Que una noche se me hizo corta
y desde entonces odio los domingos
tan sólo por no despertar a tu lado,
por no despertarte entre besos,
caricias y pupilas dilatadas.

Que ya me quedé desnuda ante tu mirada
tentándote los labios con un beso
y qué sensación.

Pero nada comparado con la espera.
Con la desesperación de buscarte entre la gente
y encontrarte antes de que llegues,
ver tu camiseta desde lejos
y echar a temblar por la idea
de tenerte un par de horas bajo mis pies,
justo encima de mi mundo.

Que me da por pensar
la de historias que habrá vivido ese banco
y sólo a mí se me ocurre susurrarle
que ninguna ha podido ser tan bonita como la nuestra,
ni tan diferente.
Que nunca habrá recogido tantas casualidades como nosotras
y debería tenernos envidia,
que él era sólo un banco
y ahora es un beso en mitad de Ópera,
una espera que se hace eterna,
una sonrisa con miedo a ser descubierta.

Ahora él es tú,
y no sabes la suerte que tiene.

Que sé que cada vez que enfilamos Arenal alejándonos
nos empieza a echar de menos,
lo sé porque yo lo hago contigo
cada vez que te veo marchar,
pero ambos sabemos que habrá otra más,
que la última ganó en nuestra partida
y se escondió por miedo a llegar.

Y la gente nos observa,
y yo te toco el culo en medio de Arenal,
que joder, eso también es hacer poesía.

Que nos miren,
que nos envidien
y que yo vea la cerveza sobre tus labios
sabiendo que es la primera de tantas,
el polvo de algunas.

Que vosotros no me entenderéis,
pero yo sé de quién hablo
cuando me refiero al banco de siempre.

miércoles, 5 de junio de 2013

Diez advertencias importantes sobre la poesía.

Advertencias sobre la poesía:

Nunca creas en el poeta, porque sólo él tiene la capacidad de manejar tus sentimientos a su antojo, de quererte y olvidarte en tan sólo verbos.

Nunca desconfíes de él, porque sabrá dedicarte los versos más bonitos y las noches más apasionadas, sabrá dibujarte corazones de verdad en el lado derecho del pecho.

Nunca te enamores de alguien que escribe puesto que ya vive enamorado, de la poesía y del poeta, no de ti; simplemente enamorate, cree en el amor, sigue haciéndolo.

Nunca le temas a una piedra por ser piedra, y tropieza con ella las veces que haga falta, tantas como vocales 'a' se escondan en este poema, que tropezar es de sabios y errar de cobardes.

Nunca pienses que nadie te describe, te escribe o te inspira, puesto que puedes ser musa y todo lo que ello conlleva, protagonista de los mejores versos.

Nunca desesperes entre las diferencias de poetas, que todos son iguales y tienen algo en común: aman la poesía.

Nunca compares los churros con Las Meninas, ni a Lorca con Sabina, son cosas diferentes, ya me entendéis.

Nunca te atrevas a decir que ahora hacemos poesía, que tan sólo hacemos la vida más bonita y las noches más dolorosas.

Nunca dejes medias tintas, ni tintas enteras; ni recorras espaldas en noches de lluvia, no busques corazones en momentos fríos; que yo me clavé en la poesía, y ella sí que sabía ahogarme en un vaso medio vacío y sacarme a flote en uno medio lleno.

Nunca digas nunca.

Para unos héroes como papá y mamá.

Vengo a hablaros de una boda que empezó al grito de ¡vivan los novios! y al tiro afinado de arroz; y acabó sin ropa pero con piscina y familia.
Empezaré escribiéndole a algo sin sentido,
algo como el amor de treinta y siete años,
como a los nueve años de noviazgo
y las veintisiete vidas de casados,
como los comienzos que no encuentran un fin
y como las personas que están ciegas de querer
y van por el mundo sin bastón.
Luego, os escribiré a vosotros,
papá y mamá,
que sois el perfecto ejemplo de héroes,
que jugábais por las calles a odiaros
sin saber que compartiríais el resto de vuestros días.
Escribiré a papá sólo para decirle
lo indecente que era por levantarte la falda y salir corriendo,
por mirarte al culo en vez de a los ojos.
Por hacerse el chulo delante de sus amigos
y abrirse el pecho por ti,
pero hacerlo en silencio.
Escribiré a mamá por la paciencia que tenía contigo
y por las hostias de mano abierta que se guardó en el bolsillo.
Por rechazar a cientos y aceptar a uno,
por querer a capa y espada ante las adversidades.
Pero sobretodo,
os escribiré juntos
como esos que convencieron a unos padres de que era para siempre,
de que merecía la pena compartir sus vidas
y lucharon entre bailes y películas por lo que más querían,
                                                   -por ellos-
como aquellos que aprendieron lo que es la vida a base de errores,
a base de golpes que dejan moratones y secuelas
y aún así,
supieron sacar adelante a dos pequeños insolentes
que no hacían más que meterse en problemas,
que retar los castigos con pícaras sonrisas
y escupir mentiras para salirse con la suya,
pequeños insolentes que han crecido para veros
y ahora no saben hacer otra cosa que quereros.
Aprendisteis a pasar los mejores veranos de vuestras vidas
en buena compañía,
entre chapuzas de los años 80;
en pequeñas tiendas de campaña
donde las noches se os hacían eternas
y entre olas de agua salada
donde revolcábais vuestros miedos.
También aprendisteis a enseñarnos lo que es la vida
cuando con la mano decíamos adiós a cada tren que pasaba,
porque al fin y al cabo es eso,
una infinidad de trenes que pasan
y no esperan nuestra llegada,
pero afortunadamente tienen un motor común,
os tienen a vosotros.
También nos enseñasteis lo que es el amor a base de sonrisas
y noches en vela,
lo que es el amor hacia unos padres
que es el único verdadero.
Nos habéis enseñado tanto
que no sabemos por dónde empezar a quereros
y solemos desesperaros con nuestra desobediencia
y malos modos,
estamos en la edad, supongo.
Pero sabéis que a quereros no nos gana nadie,
que podemos presenciar las mayores guerras
y convertirlas en treguas cuando estamos juntos;
y ahora a nosotros
solo nos queda daros las gracias por darnos la vida,
pero sobretodo,
por daros la vuestra.

Por pedir, pediría.

Me gustaría pedir tantas cosas,
que me quedaría corta al pedirte en mis planes;
y es que por pedir te pediría a ti
y a tus caprichos pasajeros,
tus noches en vela mientras duermes
dándome la espalda
y clavándome la espada,
sacándola a media tinta
para que yo te escriba.

Por pedir,
pediría un tintero invisible
para que no puedas saber
las horas que te pienso
y las veces que te extraño; 
una pluma que nunca se canse
de escribirte para crecer contigo,
con tus rimas,
con tus idas y venidas en otras camas
y mis ganas insaciables de amarte,
para envejecer contigo
en el dedo de mi mano y que juntas,
maldigamos todas esas patas de gallo
que salen con la edad y el amor,
para enterrarte y que me entierres
y encontrarnos en otra vida
para amarnos como no lo hicimos en la primera.

Por pedir,
pediría ser tu incendio
y que tú fueras mi fuego
para quemarme una y otra vez,
para quedar en carne viva
y que como siempre,
vengas a echar sal en la herida
-pero por favor, que esta vez sea saliva-
que vengas a escocerme y a besarme,
a quedarte por fin,
quedarte conmigo para nunca,
que dicen que el siempre es mucho
                                                          y cansa
y ya sabes que tú eres la pescadilla
que me muerde la boca
porque se olvidó de su cola,
porque se olvidó que los sentimientos
no entienden de esperas ni tiempos,   
                                                          ni de ti.

Por pedirte,
te pediría todos los años
en la carta a los Reyes Magos
poniendo como excusa que he sido muy buena,
que he hecho todos mis deberes
y he ayudado a todos
y cada uno de mis amigos,
que a mí el carbón no me gusta
y tú eres igual de dulce;
le diría a Gaspar que por favor
te trajera la madrugada del 6 de enero
y se dejase de árboles,
que te metiese directamente en mi cama,
que yo a cambio prometo dejarles unas pastas
y un buen vino
para que tengan fuerzas durante toda la noche;
y si ellos no me hicieran caso,
cada vez que se me cayera un diente
te pediría al Ratoncito Pérez,
que seguro que él sabe más de amor
y menos de trabajos y carbones.

Por pedir,
pediría para ti una página entera en el diccionario
situada en la letra Z por ser tu último plan
y mi primer pensamiento,
así quizá aprendería a entenderte
y a estudiar todas tu acepciones
siendo la primera olvidar,
aprendería a cerrarte de golpe
y abrirte en un par de años,
llena de polvo y de heridas,
y tan ingenua te curaría
como siempre lo he hecho
y te seguiría queriendo
tanto como lo hace Cernuda
con la poesía
                         -o como lo hace contigo-
que joder,
ya dudo si te escribía él
o te escribo yo.

Pediría pasarte de hoja
y cortarme el corazón con el filo de tus labios,
sangrar para empaparte de mí
y ver como tú das vuelta y media de campana
y te alejas entre acepciones,
llegando a la última de amar,
y enseñarte lo que esto significa
para que tú me llames tonta por creer en ti,
que no en el amor.

Por pedir,
pediría ser los pliegues de tus sábanas
y meterme entre tus recovecos todas las noches,
que estemos secas y me dejes húmeda
besándote en otros labios,
abrazarte y que sudes entre mí,
que sueñes y tengas pesadillas
de esas que tienes desde que no crees en los monstruos,
de esas que yo tengo cuando tú no apareces en mis noches
y te veo mal acompañada
que es mucho mejor que estar sola.
Te pediría en sueños de esos que ayudan a dormir
y en pesadillas de esas que ayudan a despertar.
Que ya sabes que tiran más dos ojos que un corazón,
que en los tiempos que corren
el corazón se tira en cualquier esquina
y así nos pasa,
que luego no creemos en el amor
y escupimos arcoiris en vez de hacer poesía,
que nos metemos en guerras y bombas
en vez de hacer el amor,
que nos buscamos en todas
hasta que llega la razón
para encontrarnos en cualquiera.

Por pedir,
esta vez pediría ser tu reloj sin pila
desde aquella tarde,
y pararnos en el tiempo
para no viajar al futuro
y poder girar las agujas a nuestro antojo,
en presente, por supuesto,
y no cortarnos ni sangrar,
ni echarte de menos
para que tú no me eches de más.

No podía dejarte ir
sin antes decirte algo así,
que quizá a ti no te importe
pero desde que no estás vomito arcoiris cada noche
que es la única forma de empaparme de ti.

Te pido que me busques en otra vida,
que yo ya te he encontrado en esta.