domingo, 20 de julio de 2014

Tú también tenías, te lo prometo.

Tú también tenías en el pecho estrellas,
te lo prometo;
lo sé porque cada noche
justo cuando soltabas tu primer suspiro
yo me entretenía contándolas,
una a una.
A veces contaba trescientas cincuenta y ocho,
otras veces contaba quinientas sesenta y cuatro 
y otras tantas no contaba
porque metías tu mano entre mis piernas 
y podía tocarlas yo misma.
Tú también tenías fuego en la mirada
te lo prometo;
lo sé porque cada vez que me mirabas
mis piernas querían echar a correr
pero las derretías y se quedaban inmóviles,
esperando a ser arrolladas por tus zapatillas negras
y por tu absurda manera de caminar.
Tú también tenías terciopelo en las manos
te lo prometo;
lo sé porque conseguí contar las noches 
en las que me acariciabas antes de dormir,
ciento cuatro si la memoria no me falla
y dudo que me equivoque,
porque cuando se trata de ti
no deja ni un sólo margen de error.
Me acariciabas de arriba a abajo,
de abajo a arriba,
de izquiera a derecha,
de derecha a izquierda,
y siempre,
en la novena caricia
te quedabas en tu casa
que estaba justo cinco dedos
debajo de mi ombligo.
Tú también tenías acero en las piernas,
te lo prometo;
lo sé porque cada vez que dabas un paso
me hacías pensar que no era en falso,
te creía al caminar
aunque tus gestos dijeran todo lo contrario.
Tú también tenías agua en la sonrisa,
te lo prometo;
lo sé porque quería beberte
constantemente,
en los días nublados
y en los días más calurosos de todo el verano.
Tú también me tenías a mí,
te lo prometo;
lo sé porque aún sé que te quiero
aunque no sea capaz de recordarlo.

sábado, 5 de julio de 2014

A veces.

Vuelvo más ida que cuerda 

y nada me ata.

Tengo a tres caricias de mí a una chica

está leyendo a Vicente Aleixander

y creo que va por ese verso que dice

"rostro amado/donde contemplo el mundo".

Ojalá pudiera conocerla

para no enamorarme.

Ojalá ahora mismo no estuviera imaginando

que duerme en camiseta ancha

y bragas de encaje,

siempre lleva sus pechos al aire

porque considera

que es el auge del arte

de una mujer.

Se masturba todas las noches

antes de dormir,

sin excepción 

y cada día con una técnica distinta,

repetir el placer

es su manera de ahogarse.

Es desordenada,

un auténtico desastre,

pudo darse cuenta 

cuando perdió al amor

por su esencia caprichosa.

Pero desde entonces

funde el queso 20 segundos

en el microondas 

y siente algo muy parecido.

Luego come la Nutella a cucharadas

y se echa a dormir,

quizá para soñar un mundo que no existe,

quizá para soñar,

quizá para.

A veces,

(y es importante este matiz

porque a veces

es la rendición del culpable)

pasea sola por Madrid

sonríe sola por Madrid

y se sienta sola

y lee sola,

y observa sola.

Porque a veces

(y ahora recordad el matiz)

te echa de menos.

Otras tantas sale de fiesta 

y baila hasta que son las canciones

las que la eligen a ella como su favorita,

y la bailan

y la gritan a cantos.

Aún con los pies cansados

se monta en el búho de siempre

y espera durante 43 minutos 

algo nuevo que sabe

que no pasará.

Es entonces cuando yo llego a mi casa

y me pongo mi camiseta ancha

sobre las bragas de encaje.

Luego fundo un poco de queso

durante veinte segundos

en el microondas:

y vuelvo a creer en el amor.

Después tomo Nutella a cucharadas

y me echo a dormir

porque he estado toda la noche 

haciendo que las canciones

bailen para mí,

para soñar con un mundo mejor

en el que a veces

no te eche de menos.

Tengo a tres caricias de mí a una chica

está leyendo a Vicente Aleixander

y creo que va por ese verso que dice

"rostro amado/donde contemplo el mundo".

Ojalá pudiera conocerla

para que si mientras la miro

se atreviese a preguntarme

en quién estás pensado,

tuviese la urgente necesidad de contestarle:

a veces, en mí.

martes, 1 de julio de 2014

Eras del verbo estar.

Eras presente cuando aún no me atrevía a tenerte, 
que me perdía en las horas del reloj 
porque sabía que te encontraría.

Eras la suerte
que todos buscaban en sus tréboles,
el día de San Patricio
hecho sonrisa.

Eras la colonia favorita 
de la chica del metro
que siempre salía del tercer vagón 
a las siete en punto.

Eras la pistola
que siempre apuntaba al pecho
cuando yo estaba delante,
el gatillo que siempre daba en las rodillas
con la intención de hacerme temblar
con la finalidad de verme caer.

Eras la cobardía
del atrevimiento.
La inquietud
del miedo.

Eras el reloj
que siempre llegaba 39 minutos tarde
y lo paraba empezando con el pie izquierdo.

Eras el gato blanco
que se cruzaba con una persona negra
y no le temía a la mala suerte.

Eras la reina de corazones
que tenía todos lo de la ciudad
y detestaba a cada cual
más.

Eras la princesa
que encerró al dragón 
en la última torre del castillo.

Eras el pájaro sin alas
que se tiraba desde un séptimo
porque quería aprender a volar.

Eras el dolor
hecho cura,
la cicatriz 
hecha herida.

Eras la carterista de corazones
que te pillaba a hora punta
y disparaba en tiempo muerto.

Eras el cordón de zapatilla
que siempre se desataba
pero nunca te veía caer.

Eras la cornisa favorita
de la suicida más estúpida
de todo Madrid.

Eras el policía
que daba la mano al ciudadano
y se ahorraba
cinco de cada seis palos.

Eras la chica
que temía al amor
pero estaba deseando enamorarse.

Eras La Maga
que bebía mate
y te hacia jaque.

Eras del verbo estar
pero nunca ser.

Eras tú todas las mujeres de mi vida
y ahora son todas las mujeres de mi vida
quienes hablan de ti.