-¿Tú me echas de menos?
-A veces.
-¿Por qué?
-Porque nadie ha sido
más importante
después de ti.
Después de tanto tiempo hemos vuelto a acabar el día como solíamos hacerlo, reventándonos el tímpano durante horas.
Hemos hablado de ti, de mí, de las veces que he follado en esta cama sin que fuese contigo pero manteniendo que lo importante es que aquí tú fuiste la primera.
De los labios que hemos besado desde que nos marchamos, de las bragas que mojamos, de los olvidos que robamos, de los intentos fallidos de no saber más de ti.
De las dudas, de los cuentos que creía cuando me decías que nunca llegaste a besarla, de la cara de idiota que se me puso en aquel cumpleaños.
De las veces que yo te decía que no y tú pasabas la mano por mi tripa y era sí, de cuando llegábamos tarde porque todos esos gilipollas no entendían que hacerte el amor, o hacerte, amor, era mucho más importante que ellos.
Del precioso comienzo de película que como todas tuvo final, de las veces que cogías mi mano debajo de la mesa, de cómo conseguías ponerme nerviosa, de que casi nos pillaban hasta que nos pillaron, del 'joder cariño, la has liado' y de todas las veces que te quedaste a vivir.
De que a lo mejor sí que estuve enamorada pero cuando llega la duda la trama pierde seriedad, de las veces que suelto 'ay joder, hija de puta, ojalá nunca hubieras aparecido', porque a ti sí que ojalá no te hubiera conocido en mi puta vida.
De tu sofá, de las películas, de la manta de tus piernas, de los sábados en vela, del comienzo que decía 'sólo es ella', de las vistas por la ventana, de la primera vez.
De la vida, de la nuestra. Y es que al final de todo sólo nos queda emborracharnos.