viernes, 14 de junio de 2013

Descúbreme contigo.

Cuando seamos mayores, descubriremos por qué de pequeños
nuestros padres nos apretaban los cinturones
a la vez que decían
'cuando seas padre, comerás huevos'.
Y le echaremos huevos a la vida
y nos dejaremos romper en cualquier tortilla.

Creceremos y descubriremos la gravedad que conlleva,
lo peligroso que es querer dormir y no follar,
la seriedad del asunto.

Lo jodido que es amar
y lo cegador que es el sol,
y yo aún sigo con mi manía de odiar las gafas,
que las retinas tienen que descubrir la verdadera luz
para saber llorar también de alegría.

Que la expresión
"te mueves más que el rabo de una lagartija"
se hizo pensando en ti
y en mi cama
que también hay que descubrir
el placer que da arquear la espalda
mientras sueltas un gemido.

Que me gimas en la oreja
y destroces mis muelles mientras reconstruyes mi vida.

Los huevos y mi vida nunca se llevaron bien
hasta que llegaste para romperlos de tan sólo un beso
y ahora tiemblo entre quebraderos de cabeza
y sentimientos guardados en el caparazón.

Que las tortugas también saben querer
pero les gusta ir despacio con el proceso.

Y los caracoles babean desde que yo te conocí,
que lo hice mucho antes de desconocerme a mí;
que dejaron de sacar sus cuernos al sol
cuando tú entraste conmigo en la cama
y él se apagó.

Ahora la que babeaba era yo.

Que yo no quiero vivir de amor
ni tampoco morir contigo,
con saber qué se siente
cuando tu lengua merodea por mi ombligo
es suficiente.

Aunque pensándolo bien,
y puestos a pedir,
diles a tus dedos
que mis caderas son un buen refugio
para olvidar la vida nómada
que llevabas hasta ahora.

Ya me lo decían mis padres,
en el amor y en la guerra todo vale,
pero se les olvido dar un pequeño matiz,
no todas valen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario