sábado, 27 de abril de 2013

Para lo que hemos quedado, amor.

Hoy me toca a mí
darte las buenas noches
y se me ocurren otras formas mejores
ya sabes,
pero están fuera de mi alcance.

Hace tiempo llevo pensando
el por qué de tus reproches
pero no encuentro explicación
a tus excusas.
Y es que sabes que yo por ti
movía cielo y tierra,
jugaba a ser Moisés
para abrir las aguas
aunque me gustan más tus piernas;
pero hace tiempo amor,
que deje de entender
tus plegarias
y me dediqué a vivir
de tus excusas.

Dejé de dormir en tu ombligo
porque los centros no son lo mío
y la gravedad me asusta
casi tanto
como tus mentiras.

Y ahora que me pongo a recordar,
recuerdo tus descuidos
que conmigo eran precisos,
que no preciosos.
Ese lunar en la clavícula
con forma de corazón.
A mí me gustaba jugar
a unir sus puntos
mientras tanto tú,
tú descosías mi confianza
y la cosiste con suspicacias.
Recuerdo tus malabares
con mis sonrisas,
la provocabas
con la misma facilidad que la rompías.

Y así me dejaste,
hecha pedazos.

Recuerdo que eras,
el primer bocado de mi helado favorito,
la tostada de por las mañanas con mantequilla incluida,
el posponer la alarma cinco minutos más,
el primer trago de aquella cerveza,
en cualquier bar;
el beso de buenos días,
el polvo de después.
El de con sabor a cafeína,
y el de 'dame más'.

Que me quedaría en tu vida a vivir,
pero decidí comerte
y contarme ochenta,
que veinte
era demasiado poco.
Y ahora vivo porque me toca
no porque te haya comido.

Vivo porque quiero vivir
y morir en un buen ombligo,
alejada de la gravedad
y cerca de algún gemido.

Y mírate ahora,
eres simple casualidad.

Le reproché a la luna
tu adiós;
y se me atragantó la noche.

miércoles, 24 de abril de 2013

Que yo no soy, que tú no sabes.

Esta extraña sensación de saber de ti,
que no se me pasa ni contigo.
Qué no sé qué tienes,
o qué no tienes.
Que me das.
Pero hay una cosa que sí sé,
sé todo lo que me quitas.

Apareciste tan pronto
como te fuiste.
Dime,
¿cuál era tu objetivo?
¿Querías dejar grietas?
Enhorabuena,
lo has conseguido.

Te escribo porque me inspiras,
no porque te quiera,
porque es una lástima
que me inspire el dolor;
que me inspires tú.

Pero puedo reírme,
sí, me río;
te imagino follándote a otras
y corriéndote conmigo.

Y te vas a quedar a oscuras;
te dará pánico.

Desde que tú no estás,
la luz se siente extranjera;
mis dedos,
indigentes.

Indigentes,
como sinónimo de libertad;
que para sentirse preso
ya está el corazón.

Maldito invierno sin final,
malditas noches sin tu abrigo.

Me perdí en tu mar de dudas,
y naufragué mil veces
en mi lagrimal.

Y ahora llegó la primavera,
y menos mal;
que ya me cansé de llorarte
y florecí con los cerezos.

Quién fuera primavera
para llover en tu espalda;
o quizá golondrina
y despegar el vuelo en tu cadera.

Ya ni la luna
ni tus besos,
pueden arreglar este destrozo.
Por qué.



martes, 23 de abril de 2013

Cuento a una musa.

Te vestiste de musa
y te desvestí las rarezas.
Te imaginé a mi manera
y dejaste de ser persona
para convertirte en personaje.

Te idealicé las manías
y me consumí en tus 'por qué'.
Jugué a ser poeta en tus costillas
sin que tú te percataras.

Que no hablo de bocas,
si no de tu boca;
que no hablo de cuerpos,
si no de perderme en ti.

Aún sigo buscando el idioma
que me haga sentir viva;
contigo.
Vamos a jugar a besarnos,
un beso de esos
que se van de los labios.

O juega tú a enamorarme
y déjame caer en tu juego
quizá con la única intención
de rendirme en tu partida.

Y es que eres mi particular utopía,
que juegas a vestirte de poesía
y a descoserme un poquito más
de lo que haces habitualmente.

Algún día entenderás
como me sumas,
luego me restas
me multiplicas
y acabas dividiéndome.
Tú pones los límites
y yo sólo sé tender a menos infinito;
y cuando llego a este punto
contigo,
seguro que acabo
en indeterminación.

Que a mí el tiempo
se me queda corto
cuando se trata de balancearme
en tus costillas,
y coserme
en tus roturas.

Aunque sigo esperando ese mordisco
que me incite a pecar
en tus caderas
y a balancearme en tu clavícula,
a dormir en tu sonrisa
y amanecer en tus párpados.

Me atrevería a decir
que te echo de menos;
que para echarme de más,
ya estás tú.

Y es que,
fuiste tan efímera entre mis dedos
que me cuesta recordar
a qué sabían tus descuidos.
La putada llega
cuando me hago consciente
de que éstos no llegaron a existir;
que tú eres musa,
y yo poeta.

Joder,
que te desnudaste de ella
para vestirte de musa
y desde entonces
la poesía es mucho más bonita.

Dicen que no sabes lo que tienes
hasta que lo pierdes,
y yo nunca te he tenido
pero te he perdido varias veces
y sé lo que se siente.

¿Y si algún día supieras que eres tú a quién escribo?

lunes, 22 de abril de 2013

Veintiocho vidas tiene un gato.

Veintiocho las veces que te echo de menos.
Veintiocho los días que nos quedan por soñar.
Veintiocho las caricias que aún te debo.
Veintiocho los te quieros que te regalé.
Veintiocho las veces que me arrepentí de todo.
Veintiocho los polvos que aún te estoy echando.
Veintiocho las esquinas que esperan otra despedida.
Veintiocho los kilómetros que recorrería sólo por ti.
Veintiocho los esfuerzos que hemos realizado.
Veintiocho veces te intenté olvidar.
Veintiocho veces me dí cuenta de que era algo imposible.
Veintiocho tentaciones en tu cuerpo.
Veintiocho labios y ninguno igual.
Veintiocho velas que juran amor eterno.
Veintiocho noches las que te quiero dar.
Veintiocho eneros que compartir contigo.
Veintiocho pistas hasta llegar a ti.
Veintiocho secuencias de mi día a día.
Veintiocho 'tus' a los que no sé que nombre poner.
Veintiocho las vidas que te regalaría.
Veintiocho los recuerdos que han llegado aquí.
Veintiocho las manías no consecutivas.
Veintiocho las veces que me separé de mí.
Veintiocho esperas que se hacen eternas.
Veintiocho suspiros al hablar de ti.
Veintiocho estilos de monotonía.
Veintiocho frases que ahora hablan de ti.

viernes, 19 de abril de 2013

Cuento para no pensarte.

Yo ya no sé qué pensar, ni a qué aferrarme,
no sé si creer todo lo que grita mi silencio
que sé que me estoy haciendo daño
y que posiblemente te lo haga a ti,
pero creeme amor si te digo,
que es algo inconsciente
que no soy capaz de controlar
y tú eres la causa y el efecto.

Que yo decía que nunca haría esto que estoy haciendo,
y mirame, aquí me tienes,
rezando cada noche por soñarte en un beso,
o besarte en un sueño.
Y es que mi cama no es demasiado grande,
pero oye, podemos jugar a ser una y no sé,
abrazarnos hasta que nos soñemos
que el tiempo de tenernos
se nos escapa entre los dedos.

Que te juro que yo no quería,
que no quería entenderte,
que no quería quererte,
ni desear pertenecerte.
Pero mirame, aquí me tienes
reconstruyendo cada beso y reviviendo en cada esquina.
Haciendo una escalera con tus rimas
que eso me hace pensar,
que estás a tan sólo minutos.
A 390 exactamente.

Y es que por tu suerte y mi desgracia,
o mi suerte y tu desgracia,
has conseguido derribar eso que pensaba que era indestructible
y estás entrando poco a poco en aquello que algunos llaman corazón.
Que a ti te sobran ganas,
y a mí poesía
y quizá trazar un plan para querernos
no sea tan difícil
si contamos con la compañía de éstas.
Déjame secuestrarte,
aunque sea por unas horas y no sé,
te prometo que no querrás volver a verme,
pero yo te esperaré en la terminal de siempre,
con la sonrisa de un viernes y la nostalgia de un domingo.
No sé si sabes que ponerme de puntillas
y alzar un beso en tus labios,
es algo parecido a tumbarse en una nube
que el vértigo que provocas
es el mismo.
Aunque bueno,
el vértigo se esconde en tus pequeños detalles;
en como me coges la mano cuando caminamos sin rumbo,
o como me rozan tus pestañas cuando te tengo cerca.
Y bueno,
ahora mis huecos preguntan dónde están tus manos
y no sé que responderles.

Que te haré la guerra cada noche
y jugaré con tus treguas cada mañana,
susurraré a  tus cosquillas un 'buenos días'
y practicaré paracaidismo con mis dedos por tus huecos
huyendo de esa adrenalina a la que tanto tememos
y a la que algunos acostumbran a llamar amor.
Qué bonitas quedan las excusas en tus manos,
y las excepciones en mis sonrisas, esas que se invaden de miedo
y tienen ganas de perder,
que ganar es de cobardes.

Estabas sobre aviso
y has perdido el control,
y ahora,
no me hago responsable de mis actos,
amor.

domingo, 14 de abril de 2013

Te invito a mi juego.

Me cansé de imaginarte y no sé, decidí que quizá sería mejor tenerte cerca, ya sabes.
Me gustaba pensar cómo sería el momento, me encantaba saber que tú romperías mis reglas.
Te quedaste parada y bueno, tuve que ir a buscarte aunque si te soy sincera, no me costó encontrarte, encontrarme contigo y reinventarnos.
Jugué con tus formas y dibujé sonrisas con la idea de probarlas en algún descuido tuyo, que tenían pinta de ser demasiado dulces.
Fue bonito el complejo choque de tus labios y el peligroso calor de tus caricias.
Y no sé, que tus gemidos tampoco estaban nada mal, que mi espalda y aquella pared perdían el control al ritmo de tus caderas.
Aún recuerdo como ese ascensor jugaba a respetar nuestro tiempo de guerra, y su posterior tregua.

Y ahora mis dedos preguntan dónde te has metido y mis ojos juegan a traicionar mis sentidos;
joder,
juraría que aún te tengo delante.

Mira que dicen que los juegos de azar son peligrosos, pero nadie me dijo lo adictiva que podía llegar a ser tu silueta.
El problema es que ahora me gusta tenerte, no imaginarte. Y la putada es que me tendré que conformar con lo segundo.

Cómo duele la distancia.

Dejaré de imaginarte, que soñarte puede ser precioso.

Y ahora es cuando yo te susurro un buenas noches, preciosa.


Yo, juego a ser tú;
te invito a que tú,
juegues a ser yo.

lunes, 8 de abril de 2013

Follar fue la excusa para hacer el amor.

Lo que tú no sabes,
es que te he buscado en cada esquina y he escrito notas con tu nombre para así sentir que estabas más cerca.

Que me pasaría la vida buscándote sin que tú lo supieras,
y al encontrarte, haría un camino con tus besos para así no volver a perderte nunca.

Cuando me pertenezcas te diré,
que te he espiado hasta las rimas
y te he besado en cada coma.

Que cada punto y seguido sólo era una esperanza más para encontrarte, y que hicimos desaparecer ese temido punto y final para hacerlo eterno.

Y es que, yo sólo soy conmigo y tú sólo eres contigo,
pero joder,
podemos cambiarnos los papeles en cualquier momento.

Que creo que esta vez merece la pena,
y sería capaz de tragarme todo mi orgullo por la sonrisa que dibuja tu mirada.

No sabes la adrelania que siento cuando pienso en vivir bajo tus párpados
y hacer de tus pestañas el más cuidado de todos los columpios.

Porque me gusta pensar,
que tengo la certeza de tener tus manos sujetándome si me precipito hacia el vacío de tus caderas.

Y no sé, jugar a ser legaña cada mañana
y ver como las yemas de tus dedos me arrastran hasta deshacerse de mí.

Que bueno, al fin y al cabo esa es tu especialidad.

Me atrevería a decir que estás enamorada de mí,
el problema es que tú aún no lo sabes
y eso complica un poco la situación.

Pero ya sabes que todos cometemos actos involuntarios,
y joder tenías que ver los agujeros oscuros
que se dilatan en tu mirada
cuando me tienes delante.

Me gusta pensar que piensas en mí aunque sé, que esa siempre será la utopía que reine en mi vida.

Porque ya lo he dicho antes
y tú sólo eres contigo
pero creeme,
eso es una gran putada.

Sería precioso despertar haciendo un inciso sobre tu pelvis
y tocar las estrellas en una mañana soleada.

Y es que ese es el puto problema,
que hicimos el amor follando,
y desde entonces
no sé como deshacerlo.

miércoles, 3 de abril de 2013

Ojalas.

Ojalá pudiera tenerte cerca y decirte en un suspiro, lo mucho que te añoro sin que (aún) me pertenezcas.
Ojalá fuera capaz de pensarte menos de 25 horas al día.
Ojalá (no) te echase de menos sin haberte tenido.
Ojalá existiera una (in)fidelidad compartida.
Ojalá pudieramos quemar la distancia y bebernos a morro todos nuestros miedos.
Ojalá escuchase todas las noches tu voz en formato susurro.
Ojalá continuase con tu formato gemido.
Ojalá pudieramos besayunarnos cada mañana y acabar con todas estas ganas que nos están matando.
Ojalá pudiera llevarte el desayuno a la cama y ver como sonríes mientras das el primer bocado.
Ojalá tú fueras mi desayuno, para ser así la primera sensación del día.
Ojalá fuera la brisa que acaricia tu pelo, y con mis dedos, deslizarme sobre él como si de seda se tratase.
Ojalá esa brisa me trajera tu aroma, ese aroma se grabase en mis sentidos y jamás fuera capaz de olvidarlo.
Ojalá estuvieras en mi cama y te acurrucaras en mi cintura como tantas noches he deseado.
Ojalá pudieramos solucionarlo todo con un '¿quedamos?' para ser capaces de originar nuestra III Guerra Mundial.
Ojalá tu piel en mi sonrisa, y mi sonrisa en tu piel.
Ojalá (no) juegues a perder para así, (no) dejarme ganar.
Ojalá pudiera regalarte placer en cada esquina de cualquier ciudad.
Ojalá empezaramos en la Giralda y acabaramos dando tumbos por Madrid sin tener ningún rumbo fijo.
Ojalá te convirtieras en mi mayor entretenimiento.
Ojalá sea tu canción favorita, para así poder tocarme cuando tú quieras.
Ojalá tú como única preocupación.
Ojalá me gustaras (un poquito menos)
Ojalá pudiera unir los lunares que recorren tu brazo hasta llegar a tu clavícula y allí perderme una y otra vez.
Ojalá pudiera formar con ellos constelaciones y en nuestros ratos libres, ponerlas nombre una a una.
Ojalá nos comieramos las estrellas con la única excusa de volverlas ver brillar.
Ojalá los mejores orgasmos se producieran a partir de las yemas de tus dedos.
Ojalá el Síndrome de Stendhal llevará tu nombre, porque en realidad eres tú la que lo representa.

Ojalá...

Ojalá acabasemos con todos los 'ojalas'.

Aunque, pensándolo bien, qué tentadora es la idea de imaginarte, pero más tentador será tenerte a tan sólo centímetros.

Ojalá nos pasemos la noche entera, gimiendo sobre nuestras dudas.

Aunque es cierto que se nos amontonan los 'ojalas', y se desbordan las ganas de comernos.

Recuerda que estás a 192 de deberme 190.