martes, 27 de febrero de 2018

Te estás echando a perder.

Te estás perdiendo quien eres.

Te lo digo porque creo que necesitas saberlo, porque cuando todo este silencio nos calla en mi cabeza te escucho decir todas las palabras que sacabas a pasear cuando te dejabas ser tú misma, cuando me dejabas soplarte y te dejabas volar.

Pero ahora te imagino agarrándote con todas tus fuerzas y con todo tu cuerpo a ese clavo ardiendo sólo porque te da calor, aunque ya no te haga arder. Y después de imaginarte me pregunto "y luego, qué", qué pasará cuando vuelva el invierno y comprendas que el amor, cuando no quema es tan sólo cenizas y al primer soplo de viento se esfuma. Que no es amor, son sólo migajas, y nadie sobrevive con migas porque no alimentan, sólo sacian.

Qué pasará cuando te hayas visto pasar y estés tan lejos de ti, de lo que realmente eres, que aunque te grites no te puedas escuchar.

Qué pasará si todo eso llega a pasar, si te dejas pasar.

Ya no te hablo de que me dejes pasar a mí, porque grites cuando grites buscaré la manera de escucharte, ahora hablo de ti.

Hablo de ti y de lo egoístamente que te estás comportando contigo, de lo poco que te estás valorando porque nadie te ha enseñado aún que el amor es todo lo contrario a un clavo ardiendo, que no son cenizas ni migajas, que el amor es todo lo contrario a dolerse, que es saltar, llorar de alegría, es reír a carcajadas y que se te salga el agua por la nariz, es todo lo que hablamos que quizá podríamos hacer, todas las barreras que nos podríamos saltar.

Es que te hagan sentir al borde de los 15, que seas una adolescente estúpida que se pone nerviosa, se emociona con todo y pinta el nombre de la persona que le gusta en un papel en blanco para así sentirlo todo mucho más real.

Es un ataque de cosquillas, es que te arropen a media noche y que nunca, nunca tengas miedo de decir lo que sientes por lo que pueda pasar, porque si no lo dices, nunca pasará nada.

El amor es abrir las alas y echar a volar.

Y tú te estás cerrando la puerta de tu propia jaula.

Tú le estás dando la espalda al amor
y te estás perdiendo quien eres.

jueves, 14 de diciembre de 2017

Yo soy mi peor enemigo.

Tengo desde hace unos días en mi mente clavada una imagen mía de cuando tenía 5 años:
era de noche y después del beso de "os quiero mucho papá y mamá", cuando se apagaban las luces y todo quedaba en un silencio evocador, sacaba la linterna del cajón de la mesilla y miraba debajo de la cama, a ver si estaba alguno de esos monstruos de los que tanto hablaban y me llevaba con él y nunca más volvía a jugar en el patio del colegio, ni a besar a mis padres antes de dormir, ni a pelearme con mi hermano ni a ser feliz.

Todas las noches la misma historia.
Besito de antes de dormir.
Linterna.
Mirar debajo de la cama.
Respirar tranquila.

Hubo un tiempo que dejé de tenerle miedo a ese monstruo y empecé a vivir con desenfreno: alcohol, sexo de una noche y si te he visto no quiero acordarme, festivales, paseos hasta el amanecer...

Hubo un tiempo en el que todo era superfluo y nada importaba hasta que llegaste tú y entonces tú pasaste a ser todo. Recuerdo que aquél día el alcohol lo bebí de tu boca y no eché de menos la botella, también recuerdo que esa noche nos acostamos, nos acostamos y lo recuerdo y aunque a veces he intentado olvidarlo realmente nunca he querido hacerlo. Ahora la fiesta se encontraba en tu cintura y el amanecer se veía muchísimo mejor desde tus piernas.

Ahora eras tú, aunque ahora ya no seas. Eras y yo me dejaba ser contigo hasta que me diste una patada en el culo y te largaste.

Jamás olvidaré ese día porque hiciste revivir a todos los monstruos que creía haber enterrado, a los que juré jamás volver a temer.

Pero entonces volvieron las noches de oscuridad y pena, volví asomarme debajo de la cama a ver si por casualidad aparecías con ganas de quitármelo todo aunque ya no me quedase prácticamente nada. Te proclamaste monstruo porque cada noche aparecías en una nueva pesadilla que no me dejaba dar ni un solo paso en falso.

Y así estuve mucho tiempo. Creyendo que tú eras el monstruo más grande que se había atrevido a cortarme el paso sin darme cuenta de que mi único monstruo, el más feroz y peligroso, lo llevaba dentro, y que era yo misma.

Por si alguna vez te lo has preguntado, así fue como me olvidé de ti, cariño, y así fue como empecé a cuidarme a mí.

lunes, 14 de agosto de 2017

Desde que tú: yo.

Llevaba tiempo sin mí porque estaba floreciendo.
Antes aquí dentro todo eran ramas secas y noches oscuras, hasta que llegué yo.

Llegué yo a mí y planté amapolas a cada paso,
llegué y revolucioné mi mundo porque después de ti: nadie.
Me quise cada mañana al despertar
y me besé cada catarata con olor a mar antes de dormir,
me acaricié el pelo
y me llevé a ver las estrellas.

Llegué yo y me salvé a mí,
pero no de ti.
Me salvé de mí
porque sorpresa:
'tu peor enemigo eres tú
y te llevas dentro.'

Y yo me dejé salir y me salvé,
volé tan alto que cuando miré abajo
nada parecía tan grande
nada de todo lo que tú
era ahora importante.

Llegué yo a mí y planté amapolas a cada paso,
llegué y revolucioné mi mundo porque después de ti: ella.
Y desde aquella tarde de invierno
y desde que ella
aquí dentro brotan los cerezos
sin necesidad de esperar a la primavera.

martes, 7 de marzo de 2017

Ella es perfecta y tú eres un idiota.

Ella es perfecta con su lunar en el cuello, con su risa olor río y con su desesperante manera de hablar. Ella es perfecta con el pelo recogido y cuando se lo suelta se convierte en musa de todos los poetas. Es perfecta con ese paleto torcido que le acompañará de por vida porque decidido que lo que más le gustaba de ella eran sus imperfecciones. Es perfecta cuando durmiendo, ronca y babea toda la almohada, y cuando se despierta y su aliento huele a tormenta de rayos y su cara está marcada por las sábanas. Es perfecta cuando mientras bebe, le estalla una carcajada y todo el vino se columpia por su nariz para salir disparado hacia tu camisa favorita. Es perfecta cuando se cabrea y no la soportas, cuando desearías mandarle lo más lejos posible y no volver a verla pero sabes que no aguantas más de dos minutos sin mirarle a los ojos. Es perfecta cuando se tropieza en todos los bordillos que estorban por la ciudad y cuando les dices a tus amigos que no la soportas más, que no te soportas más.
Ella es jodidamente perfecta, diosa del Olimpo cargada de preciosas imperfecciones que no saben más que ser criticadas por un cretino como tú que nunca supo aceptar que en las más oscuras imperfecciones, se ocultan las perfecciones más genuinas. Así que espabila, idiota, tú tampoco eres perfecto y ella te sigue sonriendo porque a su lado, puedes lograr serlo.

jueves, 13 de octubre de 2016

El amor de mi vida huele a ti.

Hoy es un día especial. 

Hoy es un día normal y corriente, pero es un día especial. 

Hoy te he visto caminar con el desdén del que sabe que el mundo está a sus pies y que pisando fuerte se llega cada vez más alto. Hoy te he visto beber a morro a la rubia que teníamos entre manos y acariciarme la sonrisa con una sola intención: que te siguiera mirando. Hoy te he visto elegir, asumir, discernir y conformarte. Te he visto conformarte y me han entrado ganas de llorar porque contigo lo último que querría sería vivir en el inocuo abismo de la dejadez.

Hoy al verte me temblaban las manos, las piernas y la vida que no tengo contigo. Me dejaba ser yo sabiendo que quizá yo no te gustaba, pero qué clase de persona no se jugaría el pellejo por ti. Por ti embargaría mi vida e hipotecaría cada beso que aún no nos hemos dado.

Hueles a girasol recién plantado, a bebé recién nacido, a libro aún por estrenar, a corazón roto en mil pedazos que tintinean al ser pisados, a victoria y a derrota, al camino que aún no hemos elegido y al que desearía recorrer dando saltos de tu mano. 

Eres continente y eres océano, eres barco a la deriva y avión en pleno proceso de aterrizaje.

Porque eres vida, pequeñita, eres bocanada de aire en un bosque impregnado en libertad, eres el último trago en un bareto de mala muerte y eres el niño que sonríe cada vez que una mariposa se posa en su nariz.

Porque eres tú, mi amor.

Porque cuando estoy contigo sólo pienso en ti, y cuando estoy sin ti sólo pienso en la próxima vez que vaya a estar contigo.

Porque sé que serás tú. 

Porque tienes esa boca, ese abrazo y esa risa que me hace creer que la vida es algo más que respirar.

domingo, 24 de julio de 2016

Cómo has podido hacernos esto.

Cómo has podido hacernos esto.

Cómo has podido olvidarnos.

Cómo has podido hacerlo de esa manera tan ruin y vulgar que te caracteriza.

Sé que hace años de nuestro último beso, pero cómo has podido olvidarnos, cómo has podido olvidar lo que tú y yo éramos. Cómo has conseguido meterla en tu cama sin pensar ni tan sólo un segundo en mí, cuando fui yo la primera que estuvo dentro de ti en esa cama.

Cómo has conseguido verme por la calle con una cerveza en la mano y no has sentido la necesidad de beberla a medias y comernos la boca. Cómo has podido acariciarme el cuello y no sentir, que instantáneamente, todos los poros de tu piel se abrían y el volcán entraba en erupción.

Dime cómo te besa, cómo lo hace. Dame más golpes de los que ya he recibido. Destroza mi pecho.

Cuéntame cómo te folla en la cocina mientras tus padres ven una película de los años 80 en el salón.

Apuesto mi vida contigo y no la pierdo a que ella jamás te beso los párpados con lengua.

Pero dímelo, cómo ha conseguido ganarte con lo absurda y bipolar que es tu estabilidad emocional, cómo has conseguido quererla, qué no te ha dado ella que te di yo,  pues yo, estúpida de mí, te lo di todo.

Cómo te quiere y por qué lo hace tan mal para que tú aún no hayas huido de sus fantasmas.

Cómo me duele pensar en tu lengua comiendo su coño, absorbiendo su vida para luego, devolvérsela pedazo a pedazo. Cómo me duele pensar que se lo haces igual que a mí, con la única diferencia de que a mí, nunca fuiste capaz de devolverme nada de lo que te di.

Ni tan siquiera el último beso.

Ni
tan
siquiera
el
último
adiós.

miércoles, 15 de junio de 2016

Carta para nadie.

Querido amor mío:

hoy he soñado contigo. Hacía tanto que no sabía de ti que soñar contigo ha sido un terremoto, un tsunami de emociones, un huracán que ha vuelto a invadir mi pecho y al que he decidido llamar por tu nombre.

Entraba en un tren y de pronto estabas tú, la persona de la que nunca escucharán hablar mis amantes. Estabas tú ahí, sentada, con tu pelo negro tormenta y tu sonrisa de cuarenta grados a la sombra.

Estábamos las dos juntas, en un trayecto que tú y yo solíamos hacer antes de que yo decidiese hacerlo sola para siempre. Y me contabas, y te contaba. Y nos volvíamos a acariciar y a besar y el tiempo no había pasado entre nosotras porque mi amor, duraste una vida. Y tú no te bajabas en tu parada de siempre y yo me bajaba en la parada en la que tú te solías bajar.

Después de besarte y tocarte y abrazarte y sentir tu calor y tener tus dientes olor verano dentro de mi boca color desastre formando un eclipse: sólo se me ocurría volver a decirte adiós.

Mientras tu tren se marchaba otra vez no era capaz de decirte nada excepto adiós. Ni nos vemos mañana. Ni quieres que tomemos un café. Ni te he echado tanto de menos que no he sido capaz de querer a nadie. Ni sólo contigo me puse a bailar delante de un espejo mientras estábamos desnudas.

Nada.

Sólo adiós.

Adiós porque sé que si te miro a los ojos siempre sonará a 'volveremos a vernos, volveremos a amarnos y nos gritaremos muy bajito y al oído: fuiste, eres y serás el amor de mi vida.'