domingo, 16 de agosto de 2015

Vuelve y despierta a la bestia.

Cuando te vi por primera vez pensé "qué bonita su risa". 
Y en ti. Pensé en ti. 
Pensaba en cómo sería verte beber cerveza a morro y sin freno, en quién mandaría en tu cabeza y en cómo mandarías sobre tu corazón, en cuál sería tu lado de la cama o qué sería lo primero que dirías al despertar. 

Cuando te vi por primera vez todo se hizo tan largo que pensé que estaba siendo demasiado corto. 

Pero te vi. 
Te vi beber a morro y a pedirme otra más, y otra más, y otra más. Te vi comer con ganas pero no conmigo. Vi como sonreías, como me contabas tus ideologías, tu política, tus idas de cabeza y tu pasado, vi como te reías de mí cada vez que me ponía algo más seria de lo normal, como repetías cada error que salía por mi boca y te burlabas durante lo que quedaba de día, te vi empujarme hasta mi ahora segunda fobia porque tú pasaste a ser la primera, porque tú sonreías.

Te vi invitarme a tu casa y observarme mientras me tumbaba en tu sofá a escucharte un rato más porque pensé que no había sido suficiente. Sentí tu mano en mi estómago y recorrí tus largos dedos mientras ellos deambulaban mi costado. Me tumbé a tu lado semidesnuda y te dejé abrazarme porque tú me estabas dejando descubrir a qué olías. 
Era un trato  justo. 

Nos dejamos pasar la noche abrazadas, atentas a cada golpe de campana que era tu dedo en mi espalda señalando que la carrera había comenzado aunque nosotras no supiéramos por dónde empezar. 
Nos dejamos pasar.

Te vi despertar y huir, te sentí frágil y fría, distante y terca, te escuche como quien sabe que algo está a punto de acabar y que nunca pueden haber dos comienzos cuando ni tan siquiera existió un primero, giré la cabeza mientras te veía deslizarte entre la gente y pensé en ti. 
Pensé sólo en ti.

Cuando te vi por última vez pensé "me guardaré estas ganas de besarte para cuando todo vaya más despacio".

Pero como vuelvas por aquí las sacaré de paseo, y te besaré en la cara, en la nuca, en la espalda y en la boca, te comeré la boca con todas las ganas que me estuve guardando cuando te vi alejarte por última vez.

Así que vuelve, vuelve, despierta a la bestia y cuéntale que aquí, mandas tú y que si dices "mía mía mía" yo me proclamaré, sin rechistar, "tuya tuya tuya".