domingo, 7 de diciembre de 2014
Querido yo sin ti.
lunes, 1 de diciembre de 2014
Afrontar la derrota.
domingo, 9 de noviembre de 2014
Duras lo que dura un semáforo rojo en Dublín.
lunes, 3 de noviembre de 2014
No te quiero.
jueves, 30 de octubre de 2014
Al fin y al cabo es lo único que me gusta.
miércoles, 22 de octubre de 2014
Mataría a todos los "ojalá le olvides".
jueves, 9 de octubre de 2014
El whisky que me habló de ti.
domingo, 28 de septiembre de 2014
La culpa es mía.
domingo, 7 de septiembre de 2014
Tóxica.
lunes, 25 de agosto de 2014
Cambios.
domingo, 17 de agosto de 2014
Quizá puedas entenderme.
domingo, 20 de julio de 2014
Tú también tenías, te lo prometo.
sábado, 5 de julio de 2014
A veces.
Vuelvo más ida que cuerda
y nada me ata.
Tengo a tres caricias de mí a una chica
está leyendo a Vicente Aleixander
y creo que va por ese verso que dice
"rostro amado/donde contemplo el mundo".
Ojalá pudiera conocerla
para no enamorarme.
Ojalá ahora mismo no estuviera imaginando
que duerme en camiseta ancha
y bragas de encaje,
siempre lleva sus pechos al aire
porque considera
que es el auge del arte
de una mujer.
Se masturba todas las noches
antes de dormir,
sin excepción
y cada día con una técnica distinta,
repetir el placer
es su manera de ahogarse.
Es desordenada,
un auténtico desastre,
pudo darse cuenta
cuando perdió al amor
por su esencia caprichosa.
Pero desde entonces
funde el queso 20 segundos
en el microondas
y siente algo muy parecido.
Luego come la Nutella a cucharadas
y se echa a dormir,
quizá para soñar un mundo que no existe,
quizá para soñar,
quizá para.
A veces,
(y es importante este matiz
porque a veces
es la rendición del culpable)
pasea sola por Madrid
sonríe sola por Madrid
y se sienta sola
y lee sola,
y observa sola.
Porque a veces
(y ahora recordad el matiz)
te echa de menos.
Otras tantas sale de fiesta
y baila hasta que son las canciones
las que la eligen a ella como su favorita,
y la bailan
y la gritan a cantos.
Aún con los pies cansados
se monta en el búho de siempre
y espera durante 43 minutos
algo nuevo que sabe
que no pasará.
Es entonces cuando yo llego a mi casa
y me pongo mi camiseta ancha
sobre las bragas de encaje.
Luego fundo un poco de queso
durante veinte segundos
en el microondas:
y vuelvo a creer en el amor.
Después tomo Nutella a cucharadas
y me echo a dormir
porque he estado toda la noche
haciendo que las canciones
bailen para mí,
para soñar con un mundo mejor
en el que a veces
no te eche de menos.
Tengo a tres caricias de mí a una chica
está leyendo a Vicente Aleixander
y creo que va por ese verso que dice
"rostro amado/donde contemplo el mundo".
Ojalá pudiera conocerla
para que si mientras la miro
se atreviese a preguntarme
en quién estás pensado,
tuviese la urgente necesidad de contestarle:
a veces, en mí.
martes, 1 de julio de 2014
Eras del verbo estar.
martes, 24 de junio de 2014
La diferencia entre el primer y el segundo amor.1
lunes, 2 de junio de 2014
Quiero una chica lluvia.
lunes, 19 de mayo de 2014
No somos nadie.
martes, 22 de abril de 2014
Si tú, nunca yo.
¿Sabes lo que más me gusta de ti?
Que en tu cama
mezclas tus piernas con la espuma que se aloja en tus caderas
y entonces te ves mucho más guapa.
Que en la noche me besas con descaro
y timidez
mientras metes tu mano entre mis bragas
y comienza la fiesta
y suenan tambores
Que te levantas por las mañanas
con una cara desaliñada
y una maraña de pelo
que te la cubre entera,
pero me miras desde tus ojos
y nos miran los tulipanes
desde la ventana.
Que en la cocina te ves patosa
y me subes a la encimera
y te ríes mientras bailamos,
pero le pueden dar por culo a la comida
que nosotras también nos estamos quemando.
¿Sabes lo que más me gusta de ti?
Que en la calle
hueles a primavera,
y sales a bailar con tu vestido de flores,
que me besas en los rincones
en los que antes
sólo encontrábamos destrozos,
y si ves un corazón roto
lo abrazas como si fuera mío.
Que en la ducha cantas terriblemente mal
pero te mueves terriblemente bien,
y a pesar de que ya hayan llamado
quinientas veces los vecinos
ojalá nunca dejes de gritarme
mientras abres ese champú con olor a fresas
"si tú me dices ven,
lo dejo todo".
Que me enseñaste
lo más importante en esta vida
porque si algún día te digo "ven"
no lo dejes todo,
ya que todo es la nada
que te quedará después de mí.
Pero sabes, sin que sea necesario que te lo diga,
que todo lo que más me gusta de ti
eres tú.
Porque te ves auténtica.
Y aprendí desde el latido cero
que nada de lo que hagas
puede superarte.
La altura suficiente está justo en tus ojos.
A veces leo todo lo que un día
sin quererme
te escribí,
y a pesar de saber
que la pérdida sería inminente
tenía los cojones de quererte.
Tenía la poca vergüenza
de escribirte cada día,
de no darme cuenta
de que contigo ni la vida
era
vida.
La última vez que rocé tus labios
fue como la milésima de segundo
que precede al balón
que colisiona con la ventana.
Y el resto,
puedes imaginarlo.
Todo lleno de cristales rotos,
todos escritos con tus besos
que eran anónimos.
Tuvimos un 'vamos a dolernos'
en la punta de la lengua
y créeme si te digo,
que lo hicimos de puta madre.
Pero qué vas a saber tú
si antes de quererme
ya te atrevías a perderla en tu cama,
porque nunca has sabido
lo que es hacerte daño.
No te has pegado el portazo,
ni te has mareado con vueltas.
Nunca te has agarrado a un clavo ardiendo
para saber que te acabarías quemando.
No fui capaz de recordar tu nombre cuando te fuiste
porque no eras quien yo creía que tocaba.
Pero tus manos,
tu pelo,
tus sollozos en medio sueño,
el desayuno en la cocina,
la siesta en el sofá,
el baño de Madrid
y tu mirada,
todos y cada uno de ellos
tienen nombre:
Frivolidad.
Porque un amor
no es amor ni es nada
cuando el recuerdo te fusila los ojos
desde la ventana
en la que nunca
nos dijimos adiós.
Un amor que te haga llorar más veces de las que te hace reír
es como un castigo
en pleno patio de colegio.
Es como ese amigo que tiene un puñado de chicles
y te miente
mientras desenvuelve el papel
a tus espaldas.
Tenías el mejor envoltorio,
el peor caramelo
y la espalda más bonita que he visitado.
Pero tu boca,
lejos de estar llena de vida
estaba llena de mentiras.
Por eso nos fuimos a pique
porque con miedo a las alturas
nadie es capaz
de abrir el paracaídas.
jueves, 17 de abril de 2014
A las cosas por su nombre.
Ahora a una crema que hidrata la piel se le llama 'aftersun', a un los corredores 'runners', a las fiambreras 'tuppers', a los farsantes 'artistas' y a los artistas 'farsantes', a los chicos que se follan a treinta 'machotes' y a las chicas que follan por placer 'putas'. A los gays se les llama 'maricones' y a las lesbianas 'camioneras'. A la gente que escribe por necesidad la llaman 'intensa' y al que no sabe cómo expresarse le dicen 'insensible'. Y del amor se atreven a contar que es una puta mierda.
A la humanidad la seguimos llamando humanidad cuando se está convirtiendo en agua que comienza a estar estancada. Que empieza a oler a putrefacta.
Y ahora bien, me gustaría saber si tú serías capaz de cambiarle el nombre a tu mascota después de estar diez años contigo. Creo que no.
Seamos personas coherentes, llamemos a cada cosa por su nombre.
Que la crema, es crema. La fiambrera, es fiambrera. Los corredores, son corredores. Los chicos y las chicas, son chicos y chicas completamente iguales. Los artistas son artistas y los farsantes son farsantes. Los gays y las lesbianas son homosexuales. El que escribe, es escritor. Y no necesariamente poeta. El insensible es tímido. El amor, como dijo Escandar, es la hostia. Y tú, tú no eres más que esa hija de puta que se dedicaba a hacerme feliz.
domingo, 30 de marzo de 2014
Que te jodan a ti y a todas tus vueltas.
Te veía pasear como si nada, como si todo lo que digo fuera contigo pero sin que tú fueses conmigo.
Te veía deslizarte por la calle hacia tu casa, no sabías que tu casa estaba en mi ombligo.
Te veía recorrer ciudades, carreteras, mapas e incluso cuerpos, pero no quería verte.
Nunca quise verte
hasta que ya no pude mirarte.
Me besabas y te ibas,
yo te dejaba escapar
porque tus manos eran como un boomerang:
siempre volvían a mi encuentro,
siempre llegaban a mis manos.
Pero siempre
es a veces demasiado.
Debería saber que en los días soleados
el viento se queda en casa:
tú ya nunca volvías.
Ahora ya nunca me besabas.
Ahora la besabas a ella,
pero pensabas en mí:
en eso nunca lograste engañarme.
Te encontrabas en su cama
siempre que te perdían mis dudas.
La tocabas como a mí, la hablabas como a mí, la tratabas como a mí, la follabas como a mí. Pero nunca, nunca la has querido como a mí.
El tiempo corre,
pero tú me esperas.
Me besas,
me hablas,
me tocas,
me tratas,
me quieres:
la olvidas.
Que se pare el mundo,
que nos bajamos tú y yo.
Que ya no queremos vueltas,
que nos sobran las idas.
Que nos tenemos,
y todos los billetes de avión nos sobran.
Que te quiero
y que me quieres
porque el mundo es un puto infierno
cuando no estás a mi lado.
Y perdóname,
pero estar a tu lado es el octavo pecado capital,
es un pentagrama de seis líneas,
es una semana con ocho días
y un día con treinta y seis horas,
es invierno en bañador
y verano con bufanda,
es habitaciones con flores
y jardines con camas.
Es el inútil intento
de explicar mis palabras.
Es tú.
Eres tú.
Eres t.
Eres.
Soy.
Soy cobarde,
soy yo huyendo de ti
corriendo en dirección contraria.
Soy yo viéndote en el tren
saludar por la ventana
y sin echar a correr.
Soy perdiéndome en las manos
que a ti te hacían arder
y que en mí ni tan siquiera
provocan chispas.
Soy yo fingiendo que te has ido
que nunca más vas a volver,
que fue algo pasajero
y que jamás querré volverte a tener.
Soy una equivocación constante,
un aléjate de todo
pero no te olvides nada,
recoge bien la ropa
y déjalo todo como estaba
antes de ti:
hecho una auténtica mierda.
Pero vuelve y bésame,
aún no te vayas,
tira la llave y quédate
por lo menos hasta que yo me vaya. Quédate hasta que decida volver
para romperme las barreras,
quédate hasta que la olvide
y entienda que tú eres la primera.
Quédate,
no.
No te vayas.
Quédate,
no.
Ya te has ido.
Y me vuelvo a perder en su cama
y vuelvo a pensar en tu piel.
Y vuelvo,
y tú ya te has ido.
Y me encuentro en su sonrisa
pero siempre sin ti.
Me encuentro en su pecho
pero siempre conmigo.
Te veo en otras manos
susurrándome que si te he olvidado,
de verdad
a veces te comportas como una auténtica idiota.
¿Acaso serías capaz de olvidar cómo se monta en bicicleta?
Venga,
tú pon las ruedas
que yo pongo las ganas.
Que te quiero,
no te vayas.
El tiempo corre
pero tú ya no esperas
y aunque tengas tu casa,
no puedo parar de pensar en las llaves
y en cómo abrías la cerradura
antes de besarme,
no puedo olvidarme de olvidarte.
Y te vuelvo a ver
pero ahora lo entiendo todo.
No recuerdo tus manos,
no recuerdo tu pelo,
no recuerdo tu risa.
Recuerdo tus manos con las mías,
tu pelo en mi almohada,
tu risa en mi boca.
No te recuerdo a ti,
recuerdo lo que eras conmigo.
Lo que éramos antes
de que te dejase olvidar.
La hostia de mi vida.
Todo es cuestión de tiempo menos tú, que eres respuesta.
Que me dejaste con la cama deshecha y las bragas en la mano mientras pegabas el portazo.
Puedo seguir esperando a que te enamores de mí, ¿verdad?
Total, esperarte te voy a esperar, eres mejor que esperarme a mí.
Qué coño quieres que espere de alguien que se muere por el tuyo, que después de tanto invierno sigue intentando quemar la primavera y volver a arrancarte las bragas a mordiscos en el portal número veintidós.
Fuiste el vaso que colmó todas mis gotas y me rompió quedándose tan ancho.Tan largo.
Pero todas esas camas te fueron pegando, pezado a pezado, orgasmo a orgasmo.
Como yo, que pegué las sonrisas que dejaste rotas cuando te marchaste. Y acabé con todos los campos de margaritas que arrasaban la ciudad.
Qué haces con tu olfato desde que no tienes cerca mi colonia favorita. Quién te hace tu desayuno preferido para llevártelo a la cama. Quién va a abrir las puertas de tus bragas y meterse hasta el corazón.
Te fuiste, como el calor en septiembre, como los amores de verano. Que no son amores, son los mejores meses del año.
Que el amor cuando se acaba nadie lo tira a la basura, nos encanta cogerlo y abrazarlo, yacer con él justo al lado, desnudarnos por las noches delante suya con la mano entre las piernas y un orgasmo en los ojos. Que sí, que somos tan gilipollas que hablamos de él durante días y días seguidos, ahogamos a la almohada con sus recuerdos y besamos todas las esquinas en las que plantó su culo mientras nos tenía encima.
Que si nos ponemos, nos tocamos. Y si se pone, le invitamos a cerveza.
Nos paramos delante, para ver como la espuma salta en el volcán que habita en su boca para llegar hasta las entrañas. Hasta donde antes, quedaban pequeños resquicios de amor, de mí. A dónde van las mariposas cuando las matamos porque nos acojona querer a quien está al lado.
No es que estemos muertos, es que nos estamos matando.
Tenemos que enamorarnos, que no forzar el amor. A nadie le gustan las bombas de relojería. Tenemos que enamorarnos hasta que duela, y cuando duela, seguir enamorándonos. Que al fin y al cabo el amor, es lo único que merece quitarnos la vida.
lunes, 24 de marzo de 2014
Al final siempre está el fin.
Algunos días quieres llorar
y ni tan siquiera una lágrima
quiere suicidarse.
Pero tú sigue así
aparece cuando más me lo espero
que será cuando menos te necesite.
¿Te preguntaste alguna vez qué pasó conmigo cuando te marchaste?
Tú contigo
tenías suficiente.
Te mirabas al espejo cuando querías
te acariciabas el pelo cuando querías
te follabas cuando querías.
Te tenías a ti
y eso es todo lo que te sobraba.
Claro que no me entiendes.
Pero intenta olvidarte
aunque tan sólo sea un día
y empezarás a saber de qué hablo.
Perderte fue el castigo,
echarte de menos la derrota.
Después de mí,
todos me hablaban de ti.
De lo que hacías,
de lo que hablabas,
de con quién ibas
y de a quién besabas.
A quién le importas tú
si no es a mí.
A quién le importo yo si no es contigo.
Precipitarse a tu recuerdo
es apostar todo el sueño al dolor,
y apostar algo que no tengo
es cerciorarse de que la pérdida
será inminente.
Como todo contigo.
Que de golpe te vas
y de golpe vuelves.
No vivo de ti,
vivo de tus hostias.
Por si te interesa,
(porque me gusta seguir pensando
que piensas en mí,
por gilipollas que parezca esa idea),
después de ti quedé yo.
Mi yo en estado puro,
porque antes de ti
no tenía ni puta idea de a quién veía en el espejo.
Pero no he cambiado tanto,
seguiré haciéndome la dura
cuando alguien venga con intenciones
de pasar más de una noche en mi cama,
seguiré guardando las bragas
en el primer cajón
y los calcetines en el segundo,
la caja con los recuerdos de antes de ti
sigue en el segundo estante,
la caja con los recuerdos de después de ti
no existe:
he dado por imposible olvidarte.
Sigo comiendo palomitas con sal y azúcar,
y la Nutella a cucharadas.
Sigo bebiendo cerveza de manera descarada
y poniendo cara de pena cuando quiero convencer a alguien
de que sin duda, mi plan es el mejor.
He vuelto a negar a todo el mundo
que todavía te recuerdo
y he vuelto a decirle a mi madre
que para mí no fuiste importante.
Cuando salgo de fiesta
nadie puede bailar como yo encima de las barras.
Y cuando pienso todo lo que era antes de ti
me ahogo en un vaso de agua.
Aún pongo diez alarmas cada cinco minutos
y me sigo quedando dormida
porque no es tu voz la que me despierta.
Vuelvo a besar corazones
sin intención alguna de quedarme.
Pienso que tú sacaste lo peor de mí
porque hiciste creer a los demás
que el amor era la hostia.
¡PUM!
Seguiré mintiendo cuando alguien me pregunte
que si creo en el amor.
Regresaré a los bares de siempre
con las personas de siempre,
pediré un abrazo cuando lo necesite
y estiraré mi mano cuando con urgencia
necesite una dosis de cosquillas.
Toda esta vida
quedó después de ti.
Que al final,
siempre está el fin,
y en el fin
sigo siendo la misma
pero volviendo a pensar en ti
aún a sabiendas de que contigo
nunca diré hasta mañana.
viernes, 28 de febrero de 2014
Duda en do mayor.
-¿Tú me echas de menos?
-A veces.
-¿Por qué?
-Porque nadie ha sido
más importante
después de ti.
Después de tanto tiempo hemos vuelto a acabar el día como solíamos hacerlo, reventándonos el tímpano durante horas.
Hemos hablado de ti, de mí, de las veces que he follado en esta cama sin que fuese contigo pero manteniendo que lo importante es que aquí tú fuiste la primera.
De los labios que hemos besado desde que nos marchamos, de las bragas que mojamos, de los olvidos que robamos, de los intentos fallidos de no saber más de ti.
De las dudas, de los cuentos que creía cuando me decías que nunca llegaste a besarla, de la cara de idiota que se me puso en aquel cumpleaños.
De las veces que yo te decía que no y tú pasabas la mano por mi tripa y era sí, de cuando llegábamos tarde porque todos esos gilipollas no entendían que hacerte el amor, o hacerte, amor, era mucho más importante que ellos.
Del precioso comienzo de película que como todas tuvo final, de las veces que cogías mi mano debajo de la mesa, de cómo conseguías ponerme nerviosa, de que casi nos pillaban hasta que nos pillaron, del 'joder cariño, la has liado' y de todas las veces que te quedaste a vivir.
De que a lo mejor sí que estuve enamorada pero cuando llega la duda la trama pierde seriedad, de las veces que suelto 'ay joder, hija de puta, ojalá nunca hubieras aparecido', porque a ti sí que ojalá no te hubiera conocido en mi puta vida.
De tu sofá, de las películas, de la manta de tus piernas, de los sábados en vela, del comienzo que decía 'sólo es ella', de las vistas por la ventana, de la primera vez.
De la vida, de la nuestra. Y es que al final de todo sólo nos queda emborracharnos.
jueves, 13 de febrero de 2014
Hasta que de aplausos nos enamoremos.
¿Qué probabilidad hay de que permanezcas junto a mí si te pido que me beses, que decidas quedarte?
Lo siento, pero es que no me puedo creer que no te hayas dado cuenta de cómo miro tus labios. Como un suicida en la azotea del Círculo de Bellas Artes. Como el que admira a un cerezo en primavera. Como un ciclista llegando a la línea de meta. Como un asesino en la cárcel.
Qué pasaría si en un descuido, me cuelgo de tus labios y me precipito a la catarata de tus piernas. Si de golpe ponemos todos los semáforos en rojo y la gente aplaude mientras nos besamos.
Imagínate que vuelves sin tan siquiera haber estado nunca. Que eso es lo malo de que nunca te hayas ido: que tampoco te has quedado.
Quién me diría que estaríamos así. Que no estaríamos pero sin embargo, moriríamos de ganas por estar. Que muerto el perro, no se acabó la rabia. Que tú me has matado ya varias veces y mis ganas de quererte siguen intactas.
Si quieres, si no te atreves, si ves que no me atrevo, podemos dejarnos pasar. Como el que pierde un tren en su puta cara y después nunca más vuelve a pensar en él. Pero te aviso, nos arrepentiremos de haberlo hecho. Al saltar, me acordaré del vacío enorme que vestían tus manos. Al besar, te acordarás del recelo con el que mis dientes se mordían el labio.
Y es que fíjate, presta sólo un poco de atención, he censurado todos los monólogos que hace mi mirada cuando te tiene delante por escándalo emocional. Pero tú puedes seguir como si nada. Como si acaso tus manos no hablasen por ti.
¿Quieres oír un consejo? Aprende a mentir.
Piénsalo menos de lo que me piensas a mí, pero toda esa gente ya está preparada para aplaudir.
martes, 4 de febrero de 2014
No nos pongamos tan dramáticos.
Hoy he mirado la alarma justo un minuto antes de sonar, y he cerrado los ojos de nuevo.
Como cuando sabes que es la última noche con una persona y no paráis de abrazaros,
de follar,
de besaros.
O como los tres segundos antes de correrte, esa sensación de placer y dolor.
Los tres segundos de después.
Como cuando pegas el último mordisco a tu bocadillo de jamón y después soplas las migas que has dejado en la chaqueta.
Como la última cucharada de tu postre favorito,
como mi última cucharada de la tarta de queso.
Como esos tres segundos en la ducha en los que el agua sale completamente fría y te atreves a soltar un pequeño grito.
O como cuando vas en el metro a hora punta y llegas a tu parada,
y te bajas.
Como cuando tu madre te echa una bronca horrible y por fin, después de media hora gritando, se calla.
Como cuando te dicen que quedan cinco minutos en la clase que odias:
y suena el timbre.
Como el último día de trabajo antes de las vacaciones de verano.
Como el último partido de liga, ése que siempre acaba en ducha y alcohol.
Como los últimos diez minutos en un viaje de seis horas:por fin vas a verla después de tanto tiempo.
O como cuando se va para no volver y te besa, el último beso de despedida, joder, el último abrazo de despedida.
Como aquella noche en la parada de autobús, cuando tú me mirabas los labios y yo no tenía cojones de besarte.
Como la última vez que te pienso al día, que es la que precede a la primera.
No seamos tan dramáticos y esforcémonos en poner los cinco sentidos en pensar que los finales, sí son para tanto. Para tanto sonreír. Porque al fin y al cabo, el último polvo siempre va a ser el polvo de tu vida.
martes, 28 de enero de 2014
La asimetría de los puzzles o como mandarte a la mierda de un sólo portazo.
Apareces.
A veces lo haces,
como una estrella fugaz
que te recuerda que pediste un deseo
y justo cuando se cumplió,
desapareció.
Así fuiste,
un deseo momentáneo
que duró una vida.
Ahora sólo me quedan seis.
Fuimos casa y ruina
pero no sobrevivimos al incendio.
Y mira que se nos daba bien quemarnos,
enredarnos en las sábanas
y arder.
Pero aquella tarde
prendieron todas las fotos
las cartas
(tus ojos
mis ganas)
Pegamos un portazo
sin abrazo,
sin beso
sin vuelta.
Dime,
cuántas noches en vela me robaste por verte dormir;
por creerte sueño mientras soñabas
y robarme un beso en aquel escenario,
en aquella cama en la que ahora
sólo quedan recuerdos.
Y recuérdalo,
algún día volveré a pasar por tu vida.
Porque que nadie te engañe,
los trenes siempre van uno de ida
y otro de vuelta.
(La diferencia entre ambos
es que el de vuelta
siempre lleva
pasajero especial.)
Cuando eso ocurra no te asustes,
no grites:
sentirás un fuerte dolor en el pecho
que bajará directo a tu estómago
y por un momento volverás a sentir
esas mariposas que callaste durante tanto tiempo.
De golpe
otra vez ha vuelto el calor.
Pero no te alarmes,
no soy yo.
Es tan sólo tu recuerdo de vuelta,
tu tren
cerrando las puertas en tus narices.
Nadie es capaz de matar a los recuerdos,
ni tan siquiera tú
que conseguiste matarme a mí.
Sólo somos capaces de pensar
que los hemos escondido,
de jugar con ellos a ver quién pilla primero
y a ver quién es el último en mancharse de sal
e intentar salir corriendo.
Pero no, esta vez no corras
échale corazón al asunto,
y piensa en todo lo que me hiciste perder
mientras tú me ganabas.
En como tú te colgaste la medalla
y adiós;
pero escúchame bien, sé
que nadie ha vuelto a desperezarse como yo a tu lado,
ni tan siquiera te ha vuelto a acariciar con la yema de los dedos
diciéndote que eres cielo.
Escúchame bien,
te he querido
pero si algo he aprendido de ti
es que "ningún puzzle
contiene dos piezas completamente iguales."
domingo, 26 de enero de 2014
Sólo te pediré algo más: recuérdame.
Aún recuerdo cuando me decías que estábamos convirtiendo los nuncas en siempres y que con ello, y toda la fuerza de nuestras piernas, éramos capaces de acojonar a la alarma que sonaba cinco minutos después de la primera vez.
Tengo en el lado izquierdo del pecho una cruz, si no me crees ven y tócala tú misma, pero luego no te olvides de bajarme las bragas, que desde que te marchaste, es lo único que está en su sitio.
La bandera que clavaste la perdí, como a ti. Ya no recuerdo ni de qué color era, pero tus ojos son inigualables. De lo que sí me acuerdo perfectamente es de que, cada vez que salgo a echarte un poco de más, bebo ron con cola. Te juro que tiene la mirada tan fría como tú, tan penetrante.
Al día siguiente no sé si borracha aún, paseo por Madrid. Que por cierto, desde que tú no estás no es lo mismo. Camino por la calle de siempre, le sonrío a la dependienta de siempre, cruzo en verde el mismo semáforo que tu culo ponía en rojo, y acabo tomándome una cerveza donde siempre. Donde nunca volveré a verte. Luego llego al sitio donde perdía todos mis miedos y dejo un par de flores, sí, sólo dos. Son tan frágiles ante la lluvia y tan fuertes frente a tu recuerdo.
Y después de todo ésto, garabateo líneas firmes en trazos curvos, hago un avión y lo lanzo lo más lejos posible, en él te escribo una carta:
antes de llegar a ti quizá ésto haya pasado por miles de personas, posiblemente con alguna hayamos compartido cama, pero sé que cuando te llegue sabrás que es para ti, tienes demasiadas páginas escritas de mi puño y letra, no creo que seas tan descuidada como para olvidar mi desastrosa caligrafía después de tanto tiempo. No sé muy bien qué quiero decirte, pero estoy escuchando una canción que dice 'quién dijo que nada es eterno se olvidaba del recuerdo' y te prometo que por un segundo he pensado que si tuviera que pedir un deseo ahora mismo, sería tu recuerdo. Así que, si no es mucho pedir, recuérdame.
domingo, 19 de enero de 2014
Prométeme que creerás en la magia.
Acabo de tener una conversación sobre el amor y quizá mis palabras no han sentado bien.
Pero qué voy a hacerle si pienso que es sólo un truco de magia y que cuando descubres el as de la manga, finaliza.
Luego, te hacen pensar. Y todo se resume a un montón de miedos, uno encima de otro que hablan de ti, amor.
Imagínate que vuelves a llamar y yo respondo, que marcas los nueve dígitos de siempre y nos vemos donde siempre.
O que aprendes a quererme menos y mejor.
Imagínate que recibo un jardín de flores con una carta que lleva tu caligrafía, que tiene nada en especial, pero es tuya.
O imagina, sólo por un momento, que vuelves a dormir a mi lado. Me sientas bien, eh.
Ahora yo estoy imaginando que el amor existe, que lejos de ti, alguien me sonríe, me agarra de la mano y dando pasos firmes por escaleras de mármol, me sube a la azotea y me dice 'mira el cielo, ¿ves ahí el amor?' y entonces me besa. Y coño, el amor.
Entonces a lo mejor tú no eres para siempre, ella no es para siempre y ni tan siquiera el amor es para siempre, pero ojalá sepas tantos trucos como besos me debes, yo prometo nunca arruinarte el espectáculo y tú promete creer en la magia.
Quizá todo se resume en descubrir el truco, aplaudir fuerte y dejar que nos sigan sorprendiendo.
martes, 14 de enero de 2014
Aún queda esperanza, de verdad.
Hoy quiero contaros algo, no es poesía ni ninguna mierda de esas. Es algo mucho más bonito, si cabe.
Cuando me he levantado, a las seis de la mañana, pensaba que hoy sería un día asqueroso. De ésos en los que prefieres no salir de la cama. Vístete, vete a trabajar, ve al hospital a contar ojos tristes, vete a clase y vuelve a trabajar. Sí, y vuelve a trabajar. Ahí se esconde toda la magia. Esperad, ahora podréis entenderme:
otro día más, a la una vuelta al trabajo pero esta vez, con un poco de lluvia. He entrado a la boca de renfe de siempre y he sacado papeles para comenzar a repartir. Casi no me había percatado de su presencia hasta que mis ojos se fijaron en sus manos: cansadas, con guantes de cuero y un libro rojo entre las ellas. Lo siento, pero no he podido evitar sonreír. Después le he mirado de pies a cabeza: zapatillas rotas y llenas de barro, pantalones demasiado gastados, chaqueta de plumas pero demasiado corta, barba de por lo menos cinco meses y sonrisa de por lo menos siete vidas. Tiene alma de gato, lo sé, lo he visto en su ojos azules, eran más bonitos que el cielo, cualquier persona podría ver su pureza a kilómetros de distancia.
No he podido evitar volver a sonreír, y he comenzado a trabajar. A veces, notaba como su tímida mirada se dirigía hacia mí, y yo no podía evitar mirarle.
-'Tome, mujer, por si le apetece ir a comer.'
-No, muchas gracias.
Y vuelvo a guardarme el papel en el taco que tengo entre las manos. Él ha sonreído y yo le he dedicado una mueca de felicidad.
Unos minutos más tarde, volvió a pasar lo mismo, pero esta vez quien se reía era yo. Y él, qué coño, él también.
Os juro que sin alojar ni un sólo diente en el enorme túnel que formaba su boca sabía sonreír. Es más, me atrevería a decir que nunca he visto una sonrisa más bonita.
-Oye tú, no te rías tanto. ¿Te gusta leer?
-Sí.
-¿Qué lees?
Y me acomodé justo a su lado, sentada en el suelo cuando él me mostró su libro. Rojo y fino, nunca había visto ese título antes.
-No sé qué libro es, ¿te parece entretenido?
-No, es un pestiño. Nada más que habla de amoríos.
-¿Y no tienes más libros?
-No, no he podido conseguir más.
-Umh. ¿Estás siempre por aquí?
-No, sólo cuando llueve.
-¿Y qué te parece si mañana, más o menos a esta hora te pasas por aquí, y yo te traigo un par de libros?
Os prometo que no he necesitado respuesta. Le brillaban los ojos, tenía una sonrisa entre las manos y en sólo veinticuatro horas tendría algunas más.
-Gra...gracias. Te estaría muy agradecido.
-No se hable más, voy a seguir trabajando.
Sólo me quedaban veinte minutos de trabajo, pero no aguantaba ni un segundo más. Quería saber más de él. Tenía la necesidad de saber más de él. Así que, volví a su lado.
-Y oye...¿tienes hambre?
-Bueno.
-¿Quieres que te traiga un par de hamburguesas?
-No, muchas gracias, tengo Filipinos de chocolate.
Justo ahí se me escapó una sonrisa. Él la respondió amablemente.
-Pero, mira qué frío hace. Piensa en unas hamburguesas calientes, ¿de verdad que no te apetecen?
-La verdad...
-Venga, ¿de pollo o de carne?
-Puestos a elegir, prefiero carne.
-¡Ya está! Tardo veinte minutos, espérame eh.
Su sonrisa consiguió apartar a todas esas asquerosas nubes, y mi felicidad parecía que quería volar.
Y así he hecho, he volado hasta el Burger más cercano y he pedido dos hamburguesas. A mi vuelta, seguía ahí, sentado, leyendo.
-¡Hola! ¡Aquí tienes, tu comida!
-Muchas gracias.
Sé que no podía pronunciar palabra, pero yo tampoco. Ahí estábamos los dos, sonriendo. Como si fuéramos dos niños pequeños montando en su bicicleta nueva por primera vez.
-¿Quieres que hagamos un trato? Todos los miércoles quedamos aquí, a esta hora, tú me traes los libros que te dejé la semana anterior y yo te traigo nuevos. Me ofrezco a ser tu biblioteca humana.
-¡Acepto! ¡Trato hecho! ¡Mañana no me falles eh, que ya me has dejado con los dientes largos!
Y justo ahí, me he girado. He respirado hondo, he sonreído profundo y he vuelto a mirarle mientras bajaba las escaleras mecánicas. Ojalá hubierais visto su sonrisa. De oreja a oreja. Ojalá hubierais visto la mía.
Ahora tengo dos cosas que hacer hoy: pensar un par de títulos, y haceros saber que en el mundo, aún queda esperanza. Porque si algo puedo asegurar y aseguro, es que, la imagen no lo es todo. Y prefiero mil ropas viejas y agradecidas, a una corbata chillona y repugnante. Porque debajo de las imágenes más feas, se esconden los mejores corazones.
Y esta entrada la hago sonriendo, y os pido que la leáis. Por primera vez os lo pido: quiero que me leáis. Quiero que seáis capaces de imaginar su sonrisa bajo esa gran maraña de barba. Y que por favor, nunca dejéis de tener esperanza. Porque en cualquier rincón, en cualquier mano vieja o en cualquier ropa arrugada seréis capaz de encontrarla.
Yo ya la encontrado, y creo, que a partir de hoy, mi día favorito será el miércoles.
lunes, 6 de enero de 2014
La loca más bella de la ciudad.
Hoy hemos vuelto a mirarnos a los ojos.
Y como si de mi vida se tratase
han vuelto un millón de recuerdos.
Como cuando te decía que estaba triste
tú te disfrazabas de animal,
me sacabas a bailar
y me pisabas un par de veces los talones,
luego te deshacías del disfraz
me tumbabas en la cama
y leías a Cortazar en voz alta
en concreto esa parte en la que dice:
"le metían un palo por el cúúúlo,
¡Pobre señor! ¡Pobre señor!"
Conseguías hacerme llorar de la risa,
estabas completamente loca.
Como cuando te decía que me invitases a cenar
y tú aceptabas encantada:
cuando llegaba me abrías de piernas
y comenzabas a indagar en la cocina
'el mejor plato está entre tus piernas'
decías.
Teníamos baile para toda la noche,
que duraba lo que duran las persianas bajadas.
Todo el día.
También recuerdo cuando llovía,
nos poníamos las botas y salíamos a saltar
'de charco en charco
y te beso porque me tocas'
decías.
Luego sacabas las llaves de tu coche
ponías a Nacho
y cuando veíamos algún charco
acelerabas a traición.
Ahí siempre nos poníamos perdidos de risa.
¿Recuerdas cuando me veías dibujar?
Te sentabas a mi lado
me desnudabas completamente
y con el pincel
pintabas trazos abstractos
por todo mi torso desnudo:
'todo tesoro requiere un mapa'
decías.
Y pintabas una X justo en el lado derecho de mi pecho
'el corazón está sobrevalorado, yo quiero tus manos'
decías.
Y cuando yo dormía la siesta,
cómo olvidarlo:
tú siempre me despertabas
alarmando mi sueño con un falso incendio,
entonces me cogías de la muñeca
y echábamos a correr hacia la ducha
mientras abrías el agua gritabas:
'¿preparada?
vamos a tener nuestro vigésimo concierto,
y en acústico, nada más ni nada menos'.
Y los vecinos se quejaban
porque no parábamos de gritar.
Estabas completamente loca, cariño.
¡Maldita loca!
Ahora quiero decirte algo:
hay demasiada gente con la que hacer cosas, y demasiada poca con la que hacer absolutamente nada.
Ahora, por favor, vete.
No quiero hacer absolutamente nada
y quiero hacerlo sola.
Qué cordura tan asquerosa quedó después de ti.