domingo, 27 de octubre de 2013

Sólo eres si sabes volar.

Tengo algo en el estómago que no me deja escribir.

Y es que ya me cansé de las prisas
y tengo miles de caricias que dar
pero también un nudo en la garganta
que está más acojonado que yo.

No me hables de trenes
si aún no nos hemos dejado llegar
y olvidemos los andenes
para cuando nos veamos marchar.

Háblame de amor
de cruzar semáforos en verde de la mano
porque cuando estaba rojo nos estábamos besando,
de observar Madrid desde cualquier azotea
y que sean las estrellas fugaces
quienes nos pidan deseos.

Háblame de tardes de domingo en el sofá
con cinco mariposas en cada sentido
y que la sexta sea el común
y que el común sea uno
tú conmigo,
uno.

Háblame de escapadas a valles,
de baños sin ropa en ríos congelados;
de sexo desenfrenado
detrás de puertas públicas
en los que el público no pare de gemir;
de camas que hacen desayunos
con tan sólo dos cuerpos desnudos.

Háblame de hablarnos con las manos
o tal vez de besarnos con los ojos,
de no seguir las reglas
y que sean las reglas quienes nos sigan a nosotros.

Háblame de llenos rotos
que habitan vacíos enteros;
y de vasos medio llenos
que nos lleven a querer
hacer pie en cualquier esquina.

Te hablaré en cambio de ruinas
de esquinas dobladas en las que seguir escribiendo,
de los grandes destrozos
que se hicieron con la yema de los dedos;
de querernos en pentagramas,
con medias y sin ellas
con el miedo encima de la mesa.

Te hablaré de vértigo y con él,
de precipicios preciosos
o de tu sonrisa
de valientes cobardes o de mí;
de celos mirándonos al espejo,
de reflejos que sonríen con recelo.

Te hablaré de eso de lo que todos hablan
y que pocos conocen en los tiempos que vuelan,
háblame si acaso tú lo conoces,
porque como decía Oliverio Girondo
"si no sabes volar,
pierdes el tiempo conmigo."

jueves, 24 de octubre de 2013

Hay tanta gente.

Hay gente que deja los zapatos al lado de la puerta con los cordones siempre atados.

Hay gente que no habla en los viajes largos porque la presencia y la ausencia son enamorados.

Hay gente que se enamora en dos de cada tres pasos y gente que no sabe ni cómo quererse.

Hay gente que busca entre la gente corazones perdidos y gente que pierde corazones y esperan ser encontrados.

Hay gente, tanta tanta gente, que me cuesta recordar cómo eran las personas.

                                           

viernes, 18 de octubre de 2013

Algún que otro acto suicida me delata.

Un autobús ha estado a punto de partirme en dos
y me he quedado inmóvil,
lo he mirado,
como quién espera un golpe
que sabe que va a llegar
y no hace nada por evitarlo.

Para qué.

Salí ilesa de aquel trago
porque tú no estabas en juego,
si no me hubiera tirado,
me hubiera arrojado sobre él.
Pero, para no dejar de lado la buenas costumbres,
me he montado en el dolor
y me he sentado al final,
por crear adrenalina
para que mis venas se hinchen antes de estallar.

Era algo parecido al corazón
¡pum! ¡pum! ¡PLASH!
y qué hostia.

Ha sido algo parecido a quedarse sin aliento
y recuperarlo en el último trago,
a tener la muerte delante de los ojos
y vivir más intensamente que nunca.
Algo como tenerte y perderte
en el trascurso de una noche,
pasada por agua pisada;
como el hueco de tus piernas
tras el choque de tu costado en una espalda ajena,
o en la mía.
Se ha acercado a la realidad
en el punto exacto de correrme en otras camas
y sin embargo pensar en ti.

Algo parecido a un suicido,
como volver a besarte, quizá.
O peor aún,
como dormir otra vez en el hueco de tu espalda
y dejarte a medias.

Si apuntas, dispara.
Si disparas, má-ta-me.

sábado, 12 de octubre de 2013

Querida amistad.

Querida amistad:
no sé muy bien qué vengo a decirte pero sé que tengo que decirte algo.
Deja de joderme la vida, deja de torturarme con falsas promesas que no están escritas, déjame, que ella ya existe y a ti no te necesito.

No me vió pronunciar mis primeras palabras, ni dar mis primeros pasos, ni tan siquiera vió como me partía la boca por primera vez contra el bordillo.

Pero y qué, a quién le importan las primeras veces si siempre se olvidan, si luego todo el mundo recuerda la trama de la historia, el nudo y el desenlace que aún no está escrito. Y qué, si nadie va a recordarme.

A mí no, pero me encargaré personalmente de que te recuerden a ti. Que recuerden cada tropiezo y cada herida, cada caída con nombre de vértigo, cada escena aún sin resolver. Voy a enseñarles cómo despejar la incógnita y cómo encontrarte a ti al final del túnel. A hablarles de mi refugio o de tus brazos, me da igual, a sentirme segura, libre, tranquila y feliz.
Muy feliz.

A sentir que soy para ti, que la palabra amistad se está escondiendo en cada una de tus sonrisas, que sale a saludarme, a llorarme y a reírme cuando más lo necesito.

Querida amistad, llevas ya no sé cuántos años aquí y la dirección sigue siendo la misma, hacía ti.

Diles de mi parte, que no se molesten en buscarte, que yo ya te he encontrado.
Y ahora, que llevas años aquí, pienso cerrar todas las puertas y ventanas, no voy a dejarte marchar.
Y ahora, que hay un año más en ti, déjame decirte, que después de nada sigo aquí.

PD: Felicidades, pequeña.


miércoles, 9 de octubre de 2013

No tienes ni puta idea de lo que es el amor.

Me dijiste 'buenas noches'
y no me tenías a tu lado de la cama,
es entonces cuando me dí cuenta
de que no tienes ni idea del amor.

De querer perder las maneras
desde las ocho de la mañana,
de querer encontrar las formas
justo cuando sales de la cama, de fumarnos el de antes
el de después
y el de mientras;
mientras gimes
y me arañas.

Y es que seguro
que no sabes lo que es quererse
con las manos metidas en los bolsillos
guardando las ganas
en el último escalón que precede tu puerta,
y al llegar
arrancarte el pantalón
y que-rer-te.

Esta vez de verdad.

Que el amor es eso
poner la mesa para follarte,
hacer la cama
para dormir contigo.

Es que te inviten a desayunar
café y tostadas
y volver a casa con el mismo hambre de por la mañana,
volver, pero sin bragas.

Es llegar tarde
y que te espere con una sonrisa bajo el brazo
con el corazón encima de la mesa
y que te bese
abierta a la destrucción.

Que te dé una hostia de mano abierta
cuando le digas que no crees en el mañana
para después decirte
que ella tampoco,
que mañana eres tú
igual que ayer,
igual que hoy.

Creer que todo tiene cordura
mientras la locura
me saluda desde la ventana.

Porque el amor es eso
creer en ti
aunque tú ya te hayas ido.

Porque amor, tú eres eso.