Te veía pasear como si nada, como si todo lo que digo fuera contigo pero sin que tú fueses conmigo.
Te veía deslizarte por la calle hacia tu casa, no sabías que tu casa estaba en mi ombligo.
Te veía recorrer ciudades, carreteras, mapas e incluso cuerpos, pero no quería verte.
Nunca quise verte
hasta que ya no pude mirarte.
Me besabas y te ibas,
yo te dejaba escapar
porque tus manos eran como un boomerang:
siempre volvían a mi encuentro,
siempre llegaban a mis manos.
Pero siempre
es a veces demasiado.
Debería saber que en los días soleados
el viento se queda en casa:
tú ya nunca volvías.
Ahora ya nunca me besabas.
Ahora la besabas a ella,
pero pensabas en mí:
en eso nunca lograste engañarme.
Te encontrabas en su cama
siempre que te perdían mis dudas.
La tocabas como a mí, la hablabas como a mí, la tratabas como a mí, la follabas como a mí. Pero nunca, nunca la has querido como a mí.
El tiempo corre,
pero tú me esperas.
Me besas,
me hablas,
me tocas,
me tratas,
me quieres:
la olvidas.
Que se pare el mundo,
que nos bajamos tú y yo.
Que ya no queremos vueltas,
que nos sobran las idas.
Que nos tenemos,
y todos los billetes de avión nos sobran.
Que te quiero
y que me quieres
porque el mundo es un puto infierno
cuando no estás a mi lado.
Y perdóname,
pero estar a tu lado es el octavo pecado capital,
es un pentagrama de seis líneas,
es una semana con ocho días
y un día con treinta y seis horas,
es invierno en bañador
y verano con bufanda,
es habitaciones con flores
y jardines con camas.
Es el inútil intento
de explicar mis palabras.
Es tú.
Eres tú.
Eres t.
Eres.
Soy.
Soy cobarde,
soy yo huyendo de ti
corriendo en dirección contraria.
Soy yo viéndote en el tren
saludar por la ventana
y sin echar a correr.
Soy perdiéndome en las manos
que a ti te hacían arder
y que en mí ni tan siquiera
provocan chispas.
Soy yo fingiendo que te has ido
que nunca más vas a volver,
que fue algo pasajero
y que jamás querré volverte a tener.
Soy una equivocación constante,
un aléjate de todo
pero no te olvides nada,
recoge bien la ropa
y déjalo todo como estaba
antes de ti:
hecho una auténtica mierda.
Pero vuelve y bésame,
aún no te vayas,
tira la llave y quédate
por lo menos hasta que yo me vaya. Quédate hasta que decida volver
para romperme las barreras,
quédate hasta que la olvide
y entienda que tú eres la primera.
Quédate,
no.
No te vayas.
Quédate,
no.
Ya te has ido.
Y me vuelvo a perder en su cama
y vuelvo a pensar en tu piel.
Y vuelvo,
y tú ya te has ido.
Y me encuentro en su sonrisa
pero siempre sin ti.
Me encuentro en su pecho
pero siempre conmigo.
Te veo en otras manos
susurrándome que si te he olvidado,
de verdad
a veces te comportas como una auténtica idiota.
¿Acaso serías capaz de olvidar cómo se monta en bicicleta?
Venga,
tú pon las ruedas
que yo pongo las ganas.
Que te quiero,
no te vayas.
El tiempo corre
pero tú ya no esperas
y aunque tengas tu casa,
no puedo parar de pensar en las llaves
y en cómo abrías la cerradura
antes de besarme,
no puedo olvidarme de olvidarte.
Y te vuelvo a ver
pero ahora lo entiendo todo.
No recuerdo tus manos,
no recuerdo tu pelo,
no recuerdo tu risa.
Recuerdo tus manos con las mías,
tu pelo en mi almohada,
tu risa en mi boca.
No te recuerdo a ti,
recuerdo lo que eras conmigo.
Lo que éramos antes
de que te dejase olvidar.