domingo, 30 de marzo de 2014

Que te jodan a ti y a todas tus vueltas.

Te veía pasear como si nada, como si todo lo que digo fuera contigo pero sin que tú fueses conmigo.
Te veía deslizarte por la calle hacia tu casa, no sabías que tu casa estaba en mi ombligo.
Te veía recorrer ciudades, carreteras, mapas e incluso cuerpos, pero no quería verte.
Nunca quise verte
hasta que ya no pude mirarte.
Me besabas y te ibas,
yo te dejaba escapar
porque tus manos eran como un boomerang:
siempre volvían a mi encuentro,
siempre llegaban a mis manos.

Pero siempre
es a veces demasiado.

Debería saber que en los días soleados
el viento se queda en casa:
tú ya nunca volvías.

Ahora ya nunca me besabas.
Ahora la besabas a ella,
pero pensabas en mí:
en eso nunca lograste engañarme.
Te encontrabas en su cama
siempre que te perdían mis dudas.
La tocabas como a mí, la hablabas como a mí, la tratabas como a mí, la follabas como a mí. Pero nunca, nunca la has querido como a mí.

El tiempo corre,
pero tú me esperas.
Me besas,
me hablas,
me tocas,
me tratas,
me quieres:
la olvidas.

Que se pare el mundo,
que nos bajamos tú y yo.
Que ya no queremos vueltas,
que nos sobran las idas.
Que nos tenemos,
y todos los billetes de avión nos sobran.
Que te quiero
y que me quieres
porque el mundo es un puto infierno
cuando no estás a mi lado.
Y perdóname,
pero estar a tu lado es el octavo pecado capital,
es un pentagrama de seis líneas,
es una semana con ocho días
y un día con treinta y seis horas,
es invierno en bañador
y verano con bufanda,
es habitaciones con flores
y jardines con camas.
Es el inútil intento
de explicar mis palabras.
Es tú.
Eres tú.
Eres t.
Eres.
Soy.
Soy cobarde,
soy yo huyendo de ti
corriendo en dirección contraria.
Soy yo viéndote en el tren
saludar por la ventana
y sin echar a correr.
Soy perdiéndome en las manos
que a ti te hacían arder
y que en mí ni tan siquiera
provocan chispas.
Soy yo fingiendo que te has ido
que nunca más vas a volver,
que fue algo pasajero
y que jamás querré volverte a tener.
Soy una equivocación constante,
un aléjate de todo
pero no te olvides nada,
recoge bien la ropa
y déjalo todo como estaba
antes de ti:
hecho una auténtica mierda.
Pero vuelve y bésame,
aún no te vayas,
tira la llave y quédate
por lo menos hasta que yo me vaya. Quédate hasta que decida volver
para romperme las barreras,
quédate hasta que la olvide
y entienda que tú eres la primera.
Quédate,
no.
No te vayas.
Quédate,
no.
Ya te has ido.

Y me vuelvo a perder en su cama
y vuelvo a pensar en tu piel.
Y vuelvo,
y tú ya te has ido.
Y me encuentro en su sonrisa
pero siempre sin ti.
Me encuentro en su pecho
pero siempre conmigo.

Te veo en otras manos
susurrándome que si te he olvidado,
de verdad
a veces te comportas como una auténtica idiota.
¿Acaso serías capaz de olvidar cómo se monta en bicicleta?
Venga,
tú pon las ruedas
que yo pongo las ganas.

Que te quiero,
no te vayas.
El tiempo corre
pero tú ya no esperas
y aunque tengas tu casa,
no puedo parar de pensar en las llaves
y en cómo abrías la cerradura
antes de besarme,
no puedo olvidarme de olvidarte.

Y te vuelvo a ver
pero ahora lo entiendo todo.
No recuerdo tus manos,
no recuerdo tu pelo,
no recuerdo tu risa.
Recuerdo tus manos con las mías,
tu pelo en mi almohada,
tu risa en mi boca.
No te recuerdo a ti,
recuerdo lo que eras conmigo.
Lo que éramos antes
de que te dejase olvidar.

La hostia de mi vida.

Todo es cuestión de tiempo menos tú, que eres respuesta.

Que me dejaste con la cama deshecha y las bragas en la mano mientras pegabas el portazo.
Puedo seguir esperando a que te enamores de mí, ¿verdad?
Total, esperarte te voy a esperar, eres mejor que esperarme a mí.
Qué coño quieres que espere de alguien que se muere por el tuyo, que después de tanto invierno sigue intentando quemar la primavera y volver a arrancarte las bragas a mordiscos en el portal número veintidós.

Fuiste el vaso que colmó todas mis gotas y me rompió quedándose tan ancho.Tan largo.

Pero todas esas camas te fueron pegando, pezado a pezado, orgasmo a orgasmo.

Como yo, que pegué las sonrisas que dejaste rotas cuando te marchaste. Y acabé con todos los campos de margaritas que arrasaban la ciudad.

Qué haces con tu olfato desde que no tienes cerca mi colonia favorita. Quién te hace tu desayuno preferido para llevártelo a la cama. Quién va a abrir las puertas de tus bragas y meterse hasta el corazón.

Te fuiste, como el calor en septiembre, como los amores de verano. Que no son amores, son los mejores meses del año.

Que el amor cuando se acaba nadie lo tira a la basura, nos encanta cogerlo y abrazarlo, yacer con él justo al lado, desnudarnos por las noches delante suya con la mano entre las piernas y un orgasmo en los ojos. Que sí, que somos tan gilipollas que hablamos de él durante días y días seguidos, ahogamos a la almohada con sus recuerdos y besamos todas las esquinas en las que plantó su culo mientras nos tenía encima.

Que si nos ponemos, nos tocamos. Y si se pone, le invitamos a cerveza.

Nos paramos delante, para ver como la espuma salta en el volcán que habita en su boca para llegar hasta las entrañas. Hasta donde antes, quedaban pequeños resquicios de amor, de mí. A dónde van las mariposas cuando las matamos porque nos acojona querer a quien está al lado.

No es que estemos muertos, es que nos estamos matando.

Tenemos que enamorarnos, que no forzar el amor. A nadie le gustan las bombas de relojería. Tenemos que enamorarnos hasta que duela, y cuando duela, seguir enamorándonos. Que al fin y al cabo el amor, es lo único que merece quitarnos la vida.

lunes, 24 de marzo de 2014

Al final siempre está el fin.

Algunos días quieres llorar
y ni tan siquiera una lágrima
quiere suicidarse.
Pero tú sigue así
aparece cuando más me lo espero
que será cuando menos te necesite.

¿Te preguntaste alguna vez qué pasó conmigo cuando te marchaste?

Tú contigo
tenías suficiente.
Te mirabas al espejo cuando querías
te acariciabas el pelo cuando querías
te follabas cuando querías.
Te tenías a ti
y eso es todo lo que te sobraba.

Claro que no me entiendes.
Pero intenta olvidarte
aunque tan sólo sea un día
y empezarás a saber de qué hablo.

Perderte fue el castigo,
echarte de menos la derrota.

Después de mí,
todos me hablaban de ti.
De lo que hacías,
de lo que hablabas,
de con quién ibas
y de a quién besabas.

A quién le importas tú
si no es a mí.
A quién le importo yo si no es contigo.

Precipitarse a tu recuerdo
es apostar todo el sueño al dolor,
y apostar algo que no tengo
es cerciorarse de que la pérdida
será inminente.
Como todo contigo.
Que de golpe te vas
y de golpe vuelves.

No vivo de ti,
vivo de tus hostias.

Por si te interesa,
(porque me gusta seguir pensando
que piensas en mí,
por gilipollas que parezca esa idea),
después de ti quedé yo.
Mi yo en estado puro,
porque antes de ti
no tenía ni puta idea de a quién veía en el espejo.

Pero no he cambiado tanto,
seguiré haciéndome la dura
cuando alguien venga con intenciones
de pasar más de una noche en mi cama,
seguiré guardando las bragas
en el primer cajón
y los calcetines en el segundo,
la caja con los recuerdos de antes de ti
sigue en el segundo estante,
la caja con los recuerdos  de después de ti
no existe:
he dado por imposible olvidarte.

Sigo comiendo palomitas con sal y azúcar,
y la Nutella a cucharadas.
Sigo bebiendo cerveza de manera descarada
y poniendo cara de pena cuando quiero convencer a alguien
de que sin duda, mi plan es el mejor.

He vuelto a negar a todo el mundo
que todavía te recuerdo
y he vuelto a decirle a mi madre
que para mí no fuiste importante.

Cuando salgo de fiesta
nadie puede bailar como yo encima de las barras.
Y cuando pienso todo lo que era antes de ti
me ahogo en un vaso de agua.

Aún pongo diez alarmas cada cinco minutos
y me sigo quedando dormida
porque no es tu voz la que me despierta.

Vuelvo a besar corazones
sin intención alguna de quedarme.
Pienso que tú sacaste lo peor de mí
porque hiciste creer a los demás
que el amor era la hostia.
¡PUM!

Seguiré mintiendo cuando alguien me pregunte
que si creo en el amor.
Regresaré a los bares de siempre
con las personas de siempre,
pediré un abrazo cuando lo necesite
y estiraré mi mano cuando con urgencia
necesite una dosis de cosquillas.

Toda esta vida
quedó después de ti.
Que al final,
siempre está el fin,
y en el fin
sigo siendo la misma
pero volviendo a pensar en ti
aún a sabiendas de que contigo
nunca diré hasta mañana.