viernes, 16 de octubre de 2015

Mi mundo.

                            "Crecer es aprender
                a despedirse." Risto Mejide.




Ya ha comenzado la cuenta atrás.

He dicho "adiós" tantas veces que al final me he creído de verdad que mi vida es tan sólo mía. 

He escuchado tantas veces y de tantas bocas cercanas un "te estás echando a perder" que se ha convertido en mi chiste favorito. 

Digo chiste porque para lo que el resto del mundo significa perder para mí siempre ha significado ganar.

Recuerdo el día que perdí al amor de mi vida y me gané a mí, 
fue maravilloso.

Como iba diciendo,
perder es maravillosamente divertido.

El caso es que al final he hecho tan mía la vida que he aprendido a vivir como muchos de los que presumen no tienen ni idea de hacer, 
que sonrío por la calle cuando llueve 
y abro mucho mucho los ojos cada vez que hace sol. 

Que camino recto siempre que encuentro un cruce porque no soy capaz de elegir entre ir a la izquierda o a la derecha. 

Porque me gusta mirar de frente,
y caminar siempre con el objetivo de pisar el horizonte.

Confieso que en el intento también me he pisado los tobillos, pero estoy demasiado contenta para contar que a veces también me sangran las rodillas.

Contenta porque no soy dueña de nadie, ni de mi misma. 

Porque un día estoy aquí, otro día allí y al siguiente me planto en tu casa y te beso la boca. 

Contenta porque me miro en el espejo y sólo veo miedo plantándome cara. Y sólo veo mi cara guiñándole un ojo. 

Y a veces, le susurro muy bajito:
"ahora que estás ahí parado, baja las armas, no he empezado a correr y ya me has perdido de vista". 

Luego él sonríe y se gira lentamente. 

Lo ha entendido todo: 
otra vez mi vida vuelvo a ser yo 
y no mis circunstancias.

Otra vez mi casa vuelve a estar
donde está mi felicidad,
y mi felicidad resulta no ser de nadie
ni tan siquiera mía.

Posiblemente no estéis entendiendo nada,
pero la felicidad se encuentra
donde seas capaz de buscarla,
y nadie va a hacerlo por ti.

Así que corre, valiente,
que nunca nadie se atreva a decir 
que no lo intentaste.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Quiero escuchar tu voz.

Hoy he hablado de ti. 

Y ayer. 

Y antesdesyeryelotroyelotro. 

Hoy he hablado de ti.

Me han contestado con un "no te preocupes, seguro que sólo era porque necesitabas cariño".

Sólo porque necesitabas cariño.

Sólo.

Aquí vengo a decirte que si me colgué de tus brazos, 

que si me arrastré como un mendigo que lleva días sin comer por tus labios, 

que si lloré aquella noche porque tus ojos no me miraban desde el otro lado de la cama, 

que si maldije el día que te dije adiós, pero mucho más el que te dije hola.

Que si te quise cuando la vida no me dejaba ni quererme a mí, 

que si seduje mil veces tu ventana para que te asomases una vez más, 

que si yo fui el balón y tú el jarrón roto, que si yo fui el grito de una madre y tú el llanto del niño. 

Que si lo hice todo, 

que si lo sigo haciendo: 

no fue por maldad, 

ni porque me divirtiera el juego. 

Fue porque te quería, 

porque aún a veces te quiero, 

porque seguí todas las flechas que me contaban que era el amor de tu vida. 

Fue porque me volvía loca por ti, y a día de hoy a pesar de haberlo intentado, no existen labios que hayan logrado curarme. 

Que si...

y que sí,

con tilde.

Que te quiero.
Siempre,
incluso a veces
demasiado.