jueves, 28 de noviembre de 2013

En qué coño te estás convirtiendo, España.

Vivimos en un país
en el que dejan libres a violadores y asesinos,
y por si fuera poco les pagan para que continúen su camino.

En el que la educación se paga
mientras las miradas jóvenes se apagan
porque no se pueden costear ser ese superhéroe
que planearon de pequeños;

mientras los adultos sólo piden respeto,
menos mal que estamos nosotros
para cederles nuestro sitio en el trayecto,
porque si por ellos fuera
les pondrían coste a nuestros asientos.

Que en los tiempos que pisan,
si enfermas
estás muerto,
que si nos privatizan la sanidad
pagaremos hasta por los prospectos.

Mientras están ellos
con sus mansiones de lujo
y sus coches blindados,
con todo el blanqueo de dinero cerrado.

Menos mal que muchos se atreven a amordazar el valor,
a salir a la calle
y pisar vuestros cuentos,
siempre me dijeron que pisar mierdas trae buena suerte.

Porque no somos la generación de los muertos
y muchos de nosotros,
aún nos atrevemos a sonreír por la calle.

Decidme,
¿también nos vais a cobrar por eso?

martes, 19 de noviembre de 2013

Ella decía 'ven' con las cinco letras de su nombre.

¿Sabes? Es una pena, porque a veces nos echamos a perder sólo por pensar que podemos vivirnos.

Y el tiempo corre, o en su defecto se queda inmóvil, viendo caras largas tras absurdas contestaciones.

Pero luego siempre vuelves, Mortal.

Y te acomodas en el lado izquierdo de mi espalda y me abrazas, como si la vida realmente fuera eso, abrazarte.

Y entrelazamos nuestras suertes y el reloj comienza a funcionar.
Tic tac.
Todo a su debido tiempo.

Y todo ésto es porque ayer me dijiste 'no te vayas nunca', y cómo quieres que me vaya, si acabo de llegar y ya tengo pensadas mil maneras de hacerte vivir.
Si tengo mil caminos de huida y siempre acabo corriendo en dirección contraria para toparme tus brazos.

Demuéstrame que eres todo lo contrario a valiente, atrévete a parar uno a uno todos los relojes y dime adiós.

Pero si eres todo lo contrario a cobarde, quédate aquí a vivir.

Justo aquí, sí.
Entre mis brazos.
En mis heridas.
Consigues hacerlas preciosas.

La historia se repite:
no te vayas nunca.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

La historia de la chica que sí sabía cómo quererse.

La primera vez que le vi, estaba leyendo un libro y tenía una sonrisa entre las manos. Porque sí, estaba leyendo un libro, y esa sin lugar a dudas es la mejor manera de sonreirle a un extraño.

La primera vez que le vi, le besé la comisura de sus labios, y lo primero que dijo fue 'nunca me he enamorado' y así me enamoré.

Mira, hagamos un trato -le dije- esconde tu corazón y guárdate el mío, si alguna vez te hago daño dámelo y no vuelvas a por mí, total, por un roto más nadie podrá darse cuenta.

Me besó con mi corazón en la mano, y no veáis cómo dolía.

Y lo cierto es que nunca supe dónde dejó su corazón, pero el mío me lo devolvió a los pocos meses de conocernos mientras decía:
'nunca me he enamorado, pero tú puedes hacer conmigo lo que quieras, así que tómalo, es tuyo.'

Y me dio dos besos, uno en cada fracaso, el primero por quererla a ella y el segundo, por no saber cómo quererme a mí.

Lo primero que dijo al despedirse es 'nunca dejaré que me enamoren', y soltó de golpe mi corazón.

Y así fue como perdí no sé cuántos latidos en una estación.

La primera vez que le vi dijo 'nunca me he enamorado y nunca dejaré que me enamoren', pero la segunda parte preferí no contárosla, porque así fue como me enamoré yo.

Y sí, que Escandar dijo que el amor es la hostia, pero yo nunca quise enamorarme.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Estoy hablando de encontrarle y que no sea a ti.

Lo que más echo de menos del amor es decir 'a la hora de siempre en el sitio de siempre'.  Y por supuesto, con la persona de siempre.

Lo cierto es que estoy un poco harta de ir de corazón en corazón clavando mi bandera, porque perdonadme y no os ofendáis, pero no valéis ni para tomar por culo.

Esta mañana me he despertado y ya no recordaba el olor de tu pelo ni el tacto de tus manos, y me he dado cuenta de que el amor está jodidamente deteriorado, así que he bajado a comprar tiritas a ver si arreglo este destrozo.

Mientras, tú sigue deshaciéndote en mil camas, que no sé en cuántas bocas más tienes que buscarme para darte cuenta de que no hay quién te salve.

Pero yo seguiré buscándole, dejaré que comience a latir justo delante de mis ojos y entonces, después del último beso le diré:
te veo mañana, amor, en el sitio de siempre a la hora de siempre.

Y tomaré rumbo a mi casa, que es contradictorio porque estará en su pecho, pero cada tres pasos me giraré a mirarle para asegurarme de que esta vez, sí es real.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Del verbo olvidar.

He tenido que pararme a escribirte, pararme y sentarme para afrontar los mareos que surgen cuando nos pienso.

No es que me esté azotando el olvido, es que necesitaba quererme.

No necesitarte era mi principal necesidad.

Y ahora estoy andando sobre la cuerda floja y de cada cuatro pasos cinco son tropiezos, pero estoy preciosa con las rodillas llenas de sangre.

Y el frío, el frío me está quemando.

Que ya lo dijo Andrés, 'si quieres hacemos el verano algo más largo' pero para qué.

Si yo ya tengo mi abrigo hasta los tobillos y la bufanda tapando el corazón, sólo necesito unos nuevos guantes que sustituyan tus manos.

Noto que me separo del suelo, que no paro de saltar miedos como si fuesen las líneas blancas de un paso de peatones y yo tan sólo tuviera cinco años. Y no sabes lo que acojona hacerlo con el semáforo en verde.

O supongo que sí, para que me entiendas, es igual que cuando te besaba con el corazón en la mano y tú, muy bajito, sonreías.

Qué tiempos aquéllos, menos mal que aún puedo decir que tienes la mirada triste más bonita que jamás he visto.

Y no pretendo que me entiendas, porque yo contigo no puedo hacerlo, sólo que seas capaz de escuchar a mi mirada cuando entre tragos largos de una copa amarga te dice bajito, y sin que nadie se entere, que a veces te echa de menos.

Imagínate si pudiéramos dejar de vernos para empezar a mirarnos.