domingo, 8 de septiembre de 2013

Conclusión respecto al amor.

Si os dijera cuantas veces he llegado tarde al amor me diríais que estoy totalmente majareta.

Que sólo a mí se me ocurre pegarme una carrera de la hostia para coger un tren, sabiendo que tan solo nueve minutos después llegará otro.
Sí, pero no será el mismo.

¿Sabéis si alguien piensa que el amor es como un plato de macarrones al llegar de fiesta? Espero no ser la única, y lo siento si es así, pero es que nadie me ha presentado al amor y no sé qué cara ponerle.
Ni tan siquiera qué corazón.

A lo mejor el amor llega hoy, a eso de las tres del mediodía.
Y seguro que se para mi reloj y vuelvo a llegar tarde. Que eso de que lo bueno se hace esperar nunca fue cierto, pero es que a mí se me está subiendo la hora a la cabeza y por eso siempre que él intenta llamarme, yo me pongo a cantar una canción de Sabina, 'y sin embargo un rato cada día, te cambiaría por cualquiera'. 

Ya ves, Amor, nunca llegas pronto y no creo que seas tan bueno como dicen, luego no me eches en cara que justo a las tres menos cinco del mediodía, te cambie por mí.

Quizá son nuestros minuteros, que no se han conocido. Podemos concretar una primera cita, e intenta no llegar pronto.
A las tres del mediodía me gustaría verte en aquel Café de la esquina Nostalgia, sin número.
No me esperes, dudo que llegue.

Si alguien sabe qué hice con las instrucciones del amor y dónde puedo encontrarlas, que me avise para no pasar por allí.

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