No me gustas triste.
No me gustas cuando te veo pasear cabizbaja por la calle pensando en que la nada es tu todo más absoluto, no me gusta verte levantar la cabeza y llorar al ver el cielo negro.
No me gusta cuando me dices que nada te gusta, que has perdido el control de ti misma y que yo tengo la culpa.
No me gusta verte leyendo poesía triste mientras te fumas un porro mal liado y deslizas tu mano por las bragas para seguir llorando.
No me gusta que te calles cuando te digo que por qué no intentas ser feliz ni me gusta que no lo intentes.
No me gusta el olor a tabaco que sustentan tus labios ni el tacto a libro mojado que a veces tienen tus manos.
No me gusta que andes siempre vestida por casa ni que te acurruques en su cuello cuando crees ser feliz aunque yo te falte. Aunque después de correrte con ella pienses en mí.
No me gustan tus uñas pintadas color puta, color nostalgia. Que ser puta está de puta madre siempre y cuando lo seas conmigo.
No me gusta ver cómo la pintura negra corre por tus ojos porque dices que tus labios, y con ellos tus palabras, son de todos, menos tuyos.
Y es que si me pongo a pensar, no me gusta nada de lo que ofreces pero me gusta que todo lo que ofreces sea conmigo, porque a fin de cuentas, es de la única manera que me gustas.