Qué queréis que os diga si esta mirada ya lo dice todo por mí.
Y es que aún no os he contado nada pero he sido testigo de como pisaba al miedo por aquella calle que parecía que nunca iba a terminar, como le miraba con desprecio y después soltaba una sonora carcajada de seguridad que revolvía todos los aleteos que jugaban en mi cabeza para pasarse al corazón.
He visto como en mitad de la tarde su sonrisa se ponía los mejores tacones de aguja que jamás habréis podido imaginar y me invitaba a bailar en un baile torpe y poco acompasado, sintiéndose segura de que por cada tres pasos que diera cuatro iban a ir a parar sobre mis pies, dando un pisotón de esos que duelen tanto que te hacen seguir bailando y sonreír como si nada de ésto hubiera pasado.
He reconocido su melena en uno de los sueños más vulgares que he tenido nunca y de golpe se ha convertido en una de las mayores fantasías que han pasado por mi cabeza, y he despertado con ella en el lado izquierdo de su pecho para llegar aquí y deciros que
los
sueños
se
hacen
realidad
por mucho que os cueste creer en ellos.
He sonreído tímidamente, como si pudiera verme y sonrojarse justo cuando ha plantado un beso en mi frente, quizá, porque ella también estaba soñando conmigo, o tal vez sólo porque sabe cómo hacer que las realidades se disfracen de sueños.
He practicado paracaidismo en todas y cada una de sus curvas desafiando a la adrenalina que provoca eso a lo que llaman amor y a lo que yo, a veces, le pongo tu nombre.
Y no veas qué miedo da plantarle cara cuando lleva tu rostro.
Y ahora vengo a avisarte, deja de desafiarme, que al final vamos a ganarnos y no sé si eso será una derrota o la mayor de las victorias.
Brutal! Simplemente genial.
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