Ella era un diamante en bruto. Pero no era original, no. Le tocabas y se hacía añicos.
Y ese era nuestro plan: destrozarnos.
Ser el plan.
El de siempre,
el de aquel sitio situado a la izquierda.
Y como buen plan,
nada estaba planeado.
Sólo nos dejábamos llevar por impulsos.
'Quita esa mierda de cara y ven que te dé un beso en condiciones.'
Mira, no tienes ni idea de lo que dices.
Como vaya me voy a quedar a vivir en la cornisa de tus labios y no voy a parar de saltar hasta que me deje la lengua entre tus rodillas.
No me sujetes, déjame caer. Es una orden.
'Te estoy queriendo sin pedirte que me quieras.'
Menos mal que no lo has hecho. Qué mala educación pedir un sentimiento. Y qué gilipollez no quererte.
Quédate quiero que seamos camino.
Joder. Que alguien me abrace.
Venga, ven ya.
Que todos sabemos que las ganas te están matando y sólo te da vida la idea de quedarte en la mía.
Ya es tarde y sigues sin aparecer. Ven, anda. Que cuando la noche cae echo de menos tus manos. Ellas sí que saben hacerme temblar y no esta mierda de frío.
¡Hostia, qué frío!
Aparece que sé que tienes un plan,
que si te mueres no será de ganas.
Que a ellas, también hay que matarlas.
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