jueves, 10 de diciembre de 2015

Empieza por E y acaba contigo.

Imagínate que te cojo de la mano y caminamos. Que todo vuelve a empezar y a ti no te asusta que me marche cualquier día de pronto y sin avisar, y a mí no me asusta que no termines de llegar. Imagínate que miramos al cielo a la vez y nada nos parece lo suficientemente alto. Porque todo se nos queda corto.

¿Qué harías si todo volviese a empezar?

Si nuestra vida fuese como un cuento de esos en los que tú eliges el final. En el que tienes tantas posibilidades de acierto como de fallo.

Posiblemente estemos llegando al primer final que decidimos leer. No tiene por qué ser el erróneo. Ni tampoco el correcto.

Pero ya lo hemos leído, y no voy a mentirte, me ha gustado, me ha gustado mucho pasear por otros cuerpos sin pensar en ti. Me ha gustado besar tantas bocas, sentir que me enamoraba pero no, los cosquilleos y las ganas de las primeras veces. Conocer a tanta gente que mi agenda telefónica sea las páginas amarillas de la desesperación.

Pues sí. Me ha encantado.

Para ser honesta ha sido una fiesta de muchos años a la que no veía fin.

He follado tanto que te podría escribir un libro de cómo hacerlo paso a paso. Sin perder detalle. Tú también lo has hecho así que no creo que lo necesites. Porque a mí no me engañas, lo vuestro no es amor.
No desde que me miraste de aquella manera.
No puedes querer a dos personas a la vez.

Lo siento, o no, pero tú de amor sabes lo mismo que yo, y yo hace tantos años que no compartimos cama que no tengo ni idea, no podría explicarlo. Quizá aunque lo intentase no podría hacerlo, porque dime tú cómo explico tu sonrisa, o tu mano agarrando la mía en esos infinitos descuidos que hemos tenido durante tantos años. Dime cómo explico que nos besamos. Que te sentí tan adentro cuando me besaste que pensé que era sólo tuya.

Dime, eh, dime tú cómo explico que desde que lo hicimos sé cuál quiero que sea la segunda parte de mi cuento. Cómo te explico que no quiero un "continuará" al final de las páginas porque quiero que todas tengan tu nombre.

viernes, 16 de octubre de 2015

Mi mundo.

                            "Crecer es aprender
                a despedirse." Risto Mejide.




Ya ha comenzado la cuenta atrás.

He dicho "adiós" tantas veces que al final me he creído de verdad que mi vida es tan sólo mía. 

He escuchado tantas veces y de tantas bocas cercanas un "te estás echando a perder" que se ha convertido en mi chiste favorito. 

Digo chiste porque para lo que el resto del mundo significa perder para mí siempre ha significado ganar.

Recuerdo el día que perdí al amor de mi vida y me gané a mí, 
fue maravilloso.

Como iba diciendo,
perder es maravillosamente divertido.

El caso es que al final he hecho tan mía la vida que he aprendido a vivir como muchos de los que presumen no tienen ni idea de hacer, 
que sonrío por la calle cuando llueve 
y abro mucho mucho los ojos cada vez que hace sol. 

Que camino recto siempre que encuentro un cruce porque no soy capaz de elegir entre ir a la izquierda o a la derecha. 

Porque me gusta mirar de frente,
y caminar siempre con el objetivo de pisar el horizonte.

Confieso que en el intento también me he pisado los tobillos, pero estoy demasiado contenta para contar que a veces también me sangran las rodillas.

Contenta porque no soy dueña de nadie, ni de mi misma. 

Porque un día estoy aquí, otro día allí y al siguiente me planto en tu casa y te beso la boca. 

Contenta porque me miro en el espejo y sólo veo miedo plantándome cara. Y sólo veo mi cara guiñándole un ojo. 

Y a veces, le susurro muy bajito:
"ahora que estás ahí parado, baja las armas, no he empezado a correr y ya me has perdido de vista". 

Luego él sonríe y se gira lentamente. 

Lo ha entendido todo: 
otra vez mi vida vuelvo a ser yo 
y no mis circunstancias.

Otra vez mi casa vuelve a estar
donde está mi felicidad,
y mi felicidad resulta no ser de nadie
ni tan siquiera mía.

Posiblemente no estéis entendiendo nada,
pero la felicidad se encuentra
donde seas capaz de buscarla,
y nadie va a hacerlo por ti.

Así que corre, valiente,
que nunca nadie se atreva a decir 
que no lo intentaste.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Quiero escuchar tu voz.

Hoy he hablado de ti. 

Y ayer. 

Y antesdesyeryelotroyelotro. 

Hoy he hablado de ti.

Me han contestado con un "no te preocupes, seguro que sólo era porque necesitabas cariño".

Sólo porque necesitabas cariño.

Sólo.

Aquí vengo a decirte que si me colgué de tus brazos, 

que si me arrastré como un mendigo que lleva días sin comer por tus labios, 

que si lloré aquella noche porque tus ojos no me miraban desde el otro lado de la cama, 

que si maldije el día que te dije adiós, pero mucho más el que te dije hola.

Que si te quise cuando la vida no me dejaba ni quererme a mí, 

que si seduje mil veces tu ventana para que te asomases una vez más, 

que si yo fui el balón y tú el jarrón roto, que si yo fui el grito de una madre y tú el llanto del niño. 

Que si lo hice todo, 

que si lo sigo haciendo: 

no fue por maldad, 

ni porque me divirtiera el juego. 

Fue porque te quería, 

porque aún a veces te quiero, 

porque seguí todas las flechas que me contaban que era el amor de tu vida. 

Fue porque me volvía loca por ti, y a día de hoy a pesar de haberlo intentado, no existen labios que hayan logrado curarme. 

Que si...

y que sí,

con tilde.

Que te quiero.
Siempre,
incluso a veces
demasiado.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Cuatro años y un beso.

                                   "Qué esperabas, 
llevo cuatro putos años pensando en ti."


Hay una persona que cuando aparece derriba todos tus muros,
es la persona con la que dormiste abrazada,
y a la que abrazarías hasta dormir.

Sabéis dónde tocar
y cómo tocar
para que explote la bomba.

Da igual cuántos años lleves sin besarla
porque cuando lo haces
cuando la besas y cuando se deja
cuando te roba los labios 
que durante muchos años
creíste tuyos,
cuando todo eso pasa
sabes que a la siguiente pregunta que alguien formule
dirás:
fue
ella,
siempre
será 
ella.

Lo sabes porque lloras ante sus ojos
y ves como
trocito
a
trocito
se va rompiendo,
ves como el balón
colisiona contra el cristal
muy 
pero que muy 
a cámara lenta.

Dejas que te limpie cada derrota
una a una,
que las pasee por tu mejilla
con correa y bozal
y las lance lejos
dejándolas correr.

Pero cuando se alejan
cuando ves que se han ido
y que todo ha terminado así
como esperabas que terminase
cuando todo eso pasa,
no lloras más,
ni os besáis más,
ni os decís que seguís queriéndonos.
Ya no pasa nada,
habéis abierto los ojos y cada una
sigue su camino a casa.
Y al llegar abriréis una conversación
que por supuesto
no será la vuestra 
y escribiréis lo siguiente:
"llevo toda la noche echándote de menos."
Cerraréis los ojos fuerte
y lo dejaréis estar
porque nadie puede saber vuestros nombres
nadie puede ensuciar el pasado
porque no entenderían 
que aunque lo dejasteis en una gasolinera
y apretasteis el acelerador hasta ser pillados por treinta radares
y perderle de vista:
os alcanzó.

Ahora todo es como siempre:
comer sola
ducharse sola
pasear sola
bailar sola
reír sola,
y pensar
todas las noches
antes de dormir
que si no es contigo
tenga a quien tenga al lado
también lo llamaré:
dormir sola,
o lo que es lo mismo:
dormir con cualquiera 
que ni tan siquiera conoce tu nombre
por lo que no merecen
ser
nombrados.

domingo, 16 de agosto de 2015

Vuelve y despierta a la bestia.

Cuando te vi por primera vez pensé "qué bonita su risa". 
Y en ti. Pensé en ti. 
Pensaba en cómo sería verte beber cerveza a morro y sin freno, en quién mandaría en tu cabeza y en cómo mandarías sobre tu corazón, en cuál sería tu lado de la cama o qué sería lo primero que dirías al despertar. 

Cuando te vi por primera vez todo se hizo tan largo que pensé que estaba siendo demasiado corto. 

Pero te vi. 
Te vi beber a morro y a pedirme otra más, y otra más, y otra más. Te vi comer con ganas pero no conmigo. Vi como sonreías, como me contabas tus ideologías, tu política, tus idas de cabeza y tu pasado, vi como te reías de mí cada vez que me ponía algo más seria de lo normal, como repetías cada error que salía por mi boca y te burlabas durante lo que quedaba de día, te vi empujarme hasta mi ahora segunda fobia porque tú pasaste a ser la primera, porque tú sonreías.

Te vi invitarme a tu casa y observarme mientras me tumbaba en tu sofá a escucharte un rato más porque pensé que no había sido suficiente. Sentí tu mano en mi estómago y recorrí tus largos dedos mientras ellos deambulaban mi costado. Me tumbé a tu lado semidesnuda y te dejé abrazarme porque tú me estabas dejando descubrir a qué olías. 
Era un trato  justo. 

Nos dejamos pasar la noche abrazadas, atentas a cada golpe de campana que era tu dedo en mi espalda señalando que la carrera había comenzado aunque nosotras no supiéramos por dónde empezar. 
Nos dejamos pasar.

Te vi despertar y huir, te sentí frágil y fría, distante y terca, te escuche como quien sabe que algo está a punto de acabar y que nunca pueden haber dos comienzos cuando ni tan siquiera existió un primero, giré la cabeza mientras te veía deslizarte entre la gente y pensé en ti. 
Pensé sólo en ti.

Cuando te vi por última vez pensé "me guardaré estas ganas de besarte para cuando todo vaya más despacio".

Pero como vuelvas por aquí las sacaré de paseo, y te besaré en la cara, en la nuca, en la espalda y en la boca, te comeré la boca con todas las ganas que me estuve guardando cuando te vi alejarte por última vez.

Así que vuelve, vuelve, despierta a la bestia y cuéntale que aquí, mandas tú y que si dices "mía mía mía" yo me proclamaré, sin rechistar, "tuya tuya tuya".

jueves, 16 de julio de 2015

Sé feliz.

Ayer pasé por la calle en la que solíamos querernos y no sé si lo sabes, pero han cerrado nuestro bar favorito. 
Ese al que íbamos siempre que algo se torcía, el mismo en el que nos emborrachábamos hasta tal punto de decirnos gilipolleces que jamás creeremos, como ese "te quiero" que me dijiste con nosécuántascervezasdemás, o como ese día que te acaricie los párpados y te dije "eres cielo". O como aquel día que te dije "ven a mi casa, te haré el desayuno en la cama" y tú aceptaste, y no paramos de desayunar hasta la hora de la merienda.

Bueno, que lo han cerrado, ¿sabes? Y no creo que sea casualidad, no creo que hayan elegido justo este momento para acabar con todo lo que quedaba de nosotras. 

Porque era la único que quedaba, y ya no está. 

Y ya nunca sé nada de ti porque tampoco quiero saberlo, porque si te veo por madrid te saludo pero también te digo adiós. 
Y cuídate. 
Y hasta nunca. 
Y sé feliz. 

Sobre todo sé feliz, sé tan feliz como lo soy yo, porque ya no queda nada de nosotras, porque ya no queda nada. Ya no queda ni el recuerdo, ni los ventiladores, ni las sábanas, ni ese libro porno que había en el armario de mi habitación, ni los besos en la nariz, ni el sexo, ni las llaves de tu casa en mi mochila, ni tu cepillo de dientes en mi baño, ni el mío en el tuyo, ni los secretos, ni las llamadas, ni tú. Ni tan siquiera tú. 
Ya no queda nada.
Adiós.
Cuídate.
Hasta nunca.
Y sé feliz,
sobre todo sé feliz.

martes, 23 de junio de 2015

Las torres más altas también se caen.

Tuviste tu oportunidad, ¿sabes? Tuviste muchas oportunidades y siempre te las diste de lista. 

Si no hubieras creído saberlo todo cuando ni tan siquiera yo lo sabía...si hubieras confiado más en que las cosas, cuando fluyen, cuando nadie las fuerza, avanzan. No hace falta correr ni perseguirlas, no hace falta gritar hasta convencerte a ti misma de que sí, de que todo funciona, no hace falta tirar de mí como si no supiera hacia donde estamos yendo. No hace falta que te sientas estúpida ni me digas que soy una hija de puta, ni que les cuentes a tus amigas que crees que me voy a marchar, ni que te folles a las mías. 

Que no, que ni tan siquiera hace falta que me digas que confías ciegamente en mí, porque yo tampoco lo hago. Pero si me hubieras cogido la mano, ¿sabes? Si me hubieras cogido la mano y te hubieras convencido de que pasito a pasito hubiéramos llegado a casa, y que haciéndolo juntas, la puerta aún estaría abierta. 

De verdad que no era tan difícil. 

¿Qué canción triste nos hubieran escrito entonces todos esos cantautores? ¿En qué bares hubiéramos bebido hasta salir borrachas, pero ilesas? 

Siempre nos recordaré como la farola más grande y más bonita de mi calle, la misma que siempre, ha estado apagada.

Cuídate.

jueves, 9 de abril de 2015

Vamos a decirlo bien alto: DEMASIADO TARDE.

'Yo que nunca supe echar raíces, tú de mis espinas sacaste una flor.' Lena Carrilero y Fran Mariscal.


Ojalá ella se acerque a tu playa. Ojalá se meta entera, hasta adentro, ojalá se meta tan hasta el fondo que te lama las desdichas, ojalá lo haga y no pares de pensar en mí con ella, en cómo le hice lo que ella te hace, en cómo gemía en mi oído hasta suplicarme que no parase. Ojalá te persiga esa imagen de por vida en tu cabeza, te torture y te haga enloquecer, ojalá no te deje nunca avanzar del hueco que dejamos y cuando en algún futuro, nos volvamos a encontrar, ojalá me digas que llevas toda la vida echando de menos mis manos, y ojalá sólo entonces tenga el valor de decirte que hasta para eso, ya es demasiado tarde.

                                       

miércoles, 25 de marzo de 2015

Estoy triste.

'Estoy tan triste que podría convencer a cualquiera de que no es para tanto.' Irene X.


Estoy triste. Eso es todo lo que quiero decir y diré aquí, que no tengo motivos pero me he levantado triste y es por eso por lo que hoy estoy triste. 

Pero es que no es sólo eso, es que estoy tan tan triste que el cielo se ha puesto a llorar en mi camino diciéndome que nada de lo que veo va tan bien como quiero verlo ni tan mal como vosotros me diríais que debería verlo. Total, que no está de puta madre, pero tampoco tenemos que matarnos a nosotros mismos. Aún.

No sé si alguna vez os han roto un plato por dentro en dos perfectas mitades y tras cinco días enteros en los que los habéis intentado unir habéis descubierto que era algo imposible. Pues imaginad lo triste que estoy. 

Estoy triste. Tan triste que ahora mismo tendría el valor de presentarme en tu casa para decirte que no eras tú la mujer con la que yo estaba haciendo el amor, que no eras tú porque jamás conseguí conocerte aunque yo estaba convencida de que lo estaba haciendo, convencida de ser tú la persona que se desperezaba con cara de oso que quiere sacarte las garras hasta matar y yo ser el gato manso que se dejaba hacer y hacer hasta despertarse como hoy, muy triste.

Estoy triste. Estoy tan triste que ahora mismo podría gritarte mirándote a los ojos lo triste que estoy y no serías capaz de escucharme. Sí, tú ríete, pero ya te digo yo que no podrías. Que me mirarías esa cara de confusión que siempre caracterizó tu vida. 

Porque estoy triste y no sé si me has escuchado aún, pero te aseguro que si ahora mismo intento mirarme en el espejo no me devolverá la mirada, no podré ver nada más en él que un cuerpo inerte flotando con la magia de la tristeza. Y luego podría meter los dedos en el enchufe y gritarte que parases, y tú seguirías sin oírme, y yo seguiría triste. 

domingo, 8 de marzo de 2015

Día cincuenta y nueve sin pensar en ti: háblame.

Estábamos contando los días para volver a vernos: treinta días, quince días, siete días, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno...tú.

Llegó el momento de la verdad, el momento de estar contigo, de besarte y acariciarte, de cerrarnos la boca para abrir las piernas, de subir la mano hasta el corazón y tocarnos con el dedo corazón. 

Volvimos a la estúpida costumbre de poner excusas malísimas en casa tipo "mamá, he perdido el último tren, así que hoy no podré ir a dormir" cuando ambas sabíamos que siempre los perdía porque yo quería que así fuera. 

Que perdía las formas, porque cómo no lo iba a hacer si te veía con la mano en mis labios perdiendo la cabeza, cómo iba a poder evitarlo. 

Y luego la nada.

La nada más absoluta, el salto al vacío en un agujero negro sumido en el espacio que hay entre tu casa y mi boca. 

Dijimos adiós a los besos, a los abrazos, a las estupideces que me contabas mientras yo fingía escucharte. 

Dijimos hola al miedo

Ahora, aquí dentro en este agujero seguimos intentando olvidar. 

Según un estudio que leí en noséquépáginaeinternet o que me acabo de inventar y suena la hostia de convincente, cuando pasas sesenta días sin pensar en una persona, automáticamente, la olvidas.

Te prometo que estaba a punto de conseguirlo, que estaba en la cúspide de tu olvido cuando llegaste tú con un "¿cómo estás cara de idiota?" y una carita de esas de whatsapp que sabes que me gustan tanto para acabar con todo, para derribar el muro que yo misma había construido y por el cual me prometí que jamás ibas a ser capaz de escalar. 
Pero ahí estás, encima de ese muro sonriéndome como si el mundo estuviera a tus pies, y digo como si estuviera porque por suerte, desgracia o pura intromisión sabes que así es. 

Así que, contra todo pronóstico de vida saludable, te voy a pedir algo, si ves que algún día llega eldíacincuentaynuevesinti, que ya sólo me queda ponerle la guinda al pastel de tu olvido, vuélveme a decir "¿cómo estás cara de idiota?" y entonces yo volveré a perder, y entonces tú seguirás tan guapa como el día que pensaste en mí por primera vez.

martes, 17 de febrero de 2015

Diario de una muerte anunciada: 1.

Yo la quise. 
Os juro que la quise incluso cuando la tenía lejos. Os juro que la quiero.

La quiero porque con ella puedo ser yo, porque me toca el culo cuando nadie mira y cuando todos lo hacen, también. 

Sus labios son el infierno en el que quiero vivir cuando ya esté muerta.

Sus ojos el laberinto que me pone cachonda.

Pero supongo que la vida es así, que estamos condenados a querer y a sufrir por hacerlo, nadie nos culpa por ello. 

Supongo que no decidimos a quién querer pero sin embargo todos sabemos quién nos debería matar.

Pero es que yo a ti te quiero y lo hago de verdad, hasta cuando no miras te estoy queriendo. Hasta cuando te giras para decirles a ellas que puedes vivir sin mí, y luego las besas. Y después cierras los ojos. Y me ves. Y los abres. PUM. No soy yo.

Dime cómo lo hacemos para que nunca sea yo pero sin embargo no deje de serlo.

Tú tienes la respuesta, tú lo sabes porque piensas en mí y me lo gritas cuando sabes perfectamente que no deberías hacerlo. 

Si no dime por qué seguimos esperando algo que nunca ha existido más allá de nuestros sueños. 

¿O también necesitas leerlo? 
Porque nos queremos.

Ahora hazlo, ahora léeme en alto y cuéntales que tú también me sigues esperando, aún a sabiendas de que quizá no deberías hacerlo. Quizá no deberíamos querernos.

martes, 20 de enero de 2015

Blue Monday.

Ayer fue 19 de enero y todos lo llaman Blue Monday. Blue Monday es el día más triste del año, pero yo lo llamo 19 de enero. Lo llamo 19 de enero porque desde que te dejé salir por esa puerta desequilibrada todos los días son tristes, y no creo que ese día necesite ninguna mención especial porque tan sólo he pensado cientocincuentavecesenti, que son los días que me quedan para que no quieras verme. 


Y te entiendo, yo tampoco quiero verme, por eso he quitado el espejo de mi habitación, por eso agacho la cabeza cada vez que me tropiezo con alguno, por eso y porque mirarme a mí misma con decepción y rabia sería lo más feo que podría hacer por mí.

Así que ayer fue un día normal, un lunes que se levantó no mucho más triste que yo, pisando con el pie izquierdo todas las piedras del camino. 


Pero no te preocupes, bueno, realmente sé que no lo haces porque ya no me crees, pero si en ti habita tan sólo un resquicio de mí, en serio, no te preocupes. No creo que después de todo la preocupación merezca nuestra pena. Pero si ves que un día de éstos tienes tiempo, si sientes que hacer el idiota valdría la pena por una sonrisa: háblame. No sé, dime que estás bien, que ya nunca piensas en mí y que estás completamente loca por ella, que quizá así, viéndote feliz en otros brazos, consiga yo serlo en los míos propios. 



Aunque todo sea de mentira.

martes, 13 de enero de 2015

Necesito que hagas algo por ti.

Sé que lo estás pasando mal, que aún me quieres porque yo también y les dices a todos que estás harta de mí, te entiendo porque alguna vez yo también me sentí así y necesito que hagas algo, necesito que hagas algo por ti.

Humillame.

Humillame todo lo que puedas, escúpeme la pena siempre que me veas con alguien que no seas tú, sonríe cuando estés con ella y me tengas al lado, sólo así tendré motivos para querer matarla, diles a todos lo puta que soy ante tus ojos, el daño que te hice, que no lloré en nuestra última despedida porque siempre supe que nunca tendremos una última despedida, diles que te quise pero que lo hice de puta pena, que ya ni para eso valgo porque no veo a nadie como a mí en el espejo, diles que crees que te mentí, y recalca "creo" porque ellos creen en Dios y tampoco existe. 

Diles que te dejé tirada a los pocos meses de recogerte del suelo, que ni tan siquiera me preocupe por cómo estabas o por si me necesitabas, que jamás soñé contigo pero sí dejé que te cumplieras, que tú soñabas conmigo pero ya nunca me cumplía. 

Díselo, diles todo, sé que muchas cosas ya las has dicho, pero por favor, humillame, hazme sangrar, llorar, hazme vivir en la muerte, pero no te olvides de decirles que te quise, que te quise como a nadie y que ellos jamás podrán comprenderlo, porque a estas alturas, ni tú misma sabes hacerlo.
 Y te lo agradezco.