Un pie dentro de la ducha, otra fuera y el desorden ya es palpable.
El champú en el suelo me mira con la misma cara de desprecio que siempre.
El agua solo me llega hasta los tobillos y ya casi me estoy ahogando,
un alivio que no estés tú aquí para salvarme.
Imagínate, qué feo sería vivir con la puerta cerrada, prefiero morir con ella abierta de par en par.
Y soñarte, porque sé que aunque no te tenga a veces estás.
Aunque espero que nunca nadie me diga 'ojalá tus sueños se hagan realidad' porque entonces tendría que matarte y créeme, no sería de mi agrado.
Sé que a veces tengo alma suicida y cuerpo kamikaze, porque me atrevía a recorrerte fingiendo creer que de verdad te quería, mintiendo, como siempre que me escribo.
Porque ni tú llegaste a ser para mí ni yo llegué a quererte a ti.
Afortunadamente fue así.
Y no quiero despedirte porque eso significaría decirte 'adiós' con la misma falsa sonrisa con la que te dije 'hola' y ya basta de mentiras, porque aunque a estas alturas no sepa muy bien quién eres, no quiero que te vayas.
Mejor, y no intentes cambiar una realidad, porque yo puedo ser muy hija de puta y mis mapas ya se están saliendo de sus casillas.
Por eso, y aunque no tenga nada que ver, me gusta dormir, porque me evado de esta mierda de mundo, te tengo y si me preguntan '¿eres feliz?' sé qué responder.