viernes, 26 de julio de 2013

El mundo se enamora y nadie hace nada por salvarlo.

Llegados a este punto,
sólo puedo regalarte mis caricias
en cada resqucio de tu cuerpo,
y créeme amor,
que eso es más que suficiente,
que en los tiempos que corren
nadie está dispuesto a salvar el mundo,
pero yo sí estoy dispuesta a salvarte a ti;
y es que el mundo se vuelca
porque no está acostumbrado a la velocidad,
y claro, a veces hay que decir te quiero a tiempo
para no dejar la nostalgia en cualquier esquina,
que luego van de burdel en burdel
y no podemos evitar
echar de menos.

Bueno, eso,
yo de salvar el mundo no sé mucho,
pero de guerras y bailes te enseño lo que quieras,
podemos bailar un vals mientras te piso los talones y tú,
sonríes, como si nada de ésto hubiera pasado.

Podemos también,
olvidar la paz mundial
y renacer en nuestra propia batalla de amor,
o seguir fingiendo.
Y mira, no digas que no te avisé,
el día que decidamos plantarnos cara
voy a estallar,
y ya no hablo de ninguna Guerra Mundial,
hablo de echarle cojones a la vida,
que ya ella, de por si, es demasiado cobarde.

Y así, siendo breve y clara,
qué cojones tenemos para quedarnos
e interferir entre la marea de nuestros cuerpos
en las noches de luna llena,
de llenarnos hasta la última gota que colmó el vaso
para que fuéramos a vaciarlo,
y volver a saciarnos desde la primera risa.

Abracé tantos abrazos que afixiaban
que ésto es lo más parecido a la vida
que cargo a cuestas hace ya dieciocho primaveras,
y todo por tu manía de deshacer nudos
y atarme con la mayor libertad de tus deseos,
que las sogas no sólo afixian,
que también mueren de amor.

Respiramos oxígeno
porque la certeza de dos corazones que se buscan a sí mismos
es demasiado para nosotras,
pero ya respiraremos olvidos
y verás qué bonito descubrir que la magia existe,
que no sólo es cuestión de películas
que tú y yo nos acabemos queriendo
porque los guiones no siempre son lo más importante
y a veces, hay que improvisar sobre la marcha
sin director ni actores protagonistas,
a veces hay que ser dos,
                                       tres,
                                       cuatro
                     e incluso cinco,
                     pero siendo.

Dicho ésto,
no tengo nada más que añadir,
ahora cogeré la soga
y a ver qué tal se me da esto del amor.

miércoles, 24 de julio de 2013

Tú y tu manía de dejarlo todo patas abiertas.

Prometo que cuando estoy a punto de irme
llegas tú,
y ya no hay nada que hacer.

Llegas con esa sonrisa
en la que habitan todos los continentes,
y es como dar la vuelta al mundo
en un par de minutos
cuando debajo de las sábanas
decidimos que dos son demasiado,
y entonces, te subes encima mía
y visitamos
África,
Asia,
Europa,
América,
y ya puestos, también Oceanía
en tan sólo un par de minutos
y joder,
qué envidia debe tenernos el mundo
por poseer los mayores océanos entre nuestras piernas.

Llegas con esas manos
que parece que lo pueden todo,
haciendo treguas en guerras
y viceversa
con tan sólo una caricia
en la parte derecha de mi sonrisa
y con tan sólo una sonrisa
en la parte izquierda de mis caricias,
y a mí ya me tiras la razón por la borda
y pones el corazón viento a estribor
navegándote a toda vela,
surcando cualquier golpe de viento
que se atreva a plantarnos cara.
Que ya tiene que ser valiente
e hijo de puta a la vez.

Llegas con esos andares
que hacen vibrar mis párpados cerrados
cada vez que me sueño contigo,
es sólo entonces
cuando las catástrofes naturales
se convierten en los mejores paraísos
repletos de manzanas rojas que morder,
aunque bien sabes que ninguna sabe como tú
y yo, personalmente
prefiero darles patadas,
que tú eres como la manzana verde
que derepente apareció en mi paraíso
retando al sol para salir todos los días.

Y llegas, y yo me quedo contigo.

La putada es cuando decides irte,
y dejas todo patas arriba.

jueves, 18 de julio de 2013

Un adiós en 55 versos.

No sé si es el momento indicado
o si soy la persona indicada;
no sé cómo hacer para no llorar
cómo no echarte de menos
cuando me dedico a fingir que estás de más;
tampoco sé cómo creer todo lo que sale de tu boca
'palabrería barata' se atrevieron a llamarla
y lo jodido es tener que dar la razón
a aquello que defendías a espada y corazón.

Que ha llegado el momento
y más vale tarde que nunca
de decirte te quiero,
sí, sé que nunca me has escuchado decir algo así,
te quiero, pero bien lejos
rodeada de falsos corazones que te harán llorar
y qué quieres que te diga
yo es que ya no puedo darte más.

Te quiero entre la muchedumbre de gente
buscándome en cualquier desconocido
que en un descuido acabe en tu cama,
y que tú pienses en mí
y digas en voz bajita
'joder, que bien follaba a corazón abierto'
después sonrías por no llorar
y decidas correrte por no echar a correr
que venir a buscarme a dejado de ser un buen plan.

Te quiero para ninguna vida
y sin embargo te quiero para todas,
porque era precioso el daño que me hacías
cada vez que susurrabas esas palabras al oído,
por supuesto que sí,
yo te creía.
Y te buscaba en otras
encontrándome en ti;
no me quedaba nada más que sonreír
que apagar las farolas una a una
cuando tú te ibas a dormir
y hablar con tus sueños
para que no te hicieran una mala jugada.

Ya ves, era mejor así.

Y siendo claros,
que creo que ya es hora,
te quiero.
Ni lejos ni cerca,
conmigo;
que ya lo dijo Maldita Nerea
'los imposibles también existen'
y tú dejaste de existir cuando te hiciste posible.

Y no sabes cuánto lo siento.

Dicho ésto,
me voy a ir
porque creo que ya te sé de memoria
y eso será suficiente
para recordarte un par de vidas más.

lunes, 15 de julio de 2013

Un poema inacabado más.

Como un día veraniego
en el que el sol brilla de lejos
y la soledad lo hace por su ausencia.

Algo parecido a leer 'La Destrucción o el Amor' de Aleixander y no llorar,
leer a Neruda y no sentir escalofríos,
versar con Cernuda y no emocionarse.

Parecido a dormir abrazadas
y morir de calor.

Es como comenzar a escribir un poema
y no saber qué decir
porque ya está todo dicho,
bueno, todo menos las cosas que no digo.
Es como escuchar un te quiero
entre humo y alcohol
y besar a quemarropa
vistiéndose de miedo,
y es que no sabéis hace cuánto
no escuchaba algo así.

Qué se siente,
qué me sientes,
qué sentimos.

No sé,
pero siempre nos dan las siete
con la misma historia de no contarte
los sueños que pasean por mi subconsciente,
que lo hago más por mi bien
que por tu bien,
porque joder, qué sueños.
Y qué despertares,
qué confusión.
Confusión la de no distinguir
lo onírico de la realidad,
porque claro, te sueño
y al despertar estás a mi lado.

Y no sé dónde estás más bonita
y no sé dónde creerme.

Y tampoco sé como acabar esto que he empezado
que es como acabarte sin ponerte principio,
que no.

Pues eso,
que hablemos del poema inacabado
porque los finales nunca son felices.
Sí, que no te acabo,
que me leas como quieras
que me beses cuando quieras;
que yo no te acabo, no.

viernes, 12 de julio de 2013

La insoportable manera de olvidarte.

Supongamos que hoy estoy insoportable.

Lo estoy.

No soporto a esos pequeños insolentes,
que en mitad de la piscina se tiran
salpicando hasta la última lágrima de tu cara.

No soporto los días nublados sin lluvia,
sin salir a pisar charcos
y hundirme en el mundo;
ni las caras tristes sin lágrimas
a las que mis dedos puedan secar.

No soporto tu cara de felicidad
al estar distante,
tenías que ver mi cara de decepción
al sentirte fría.
Es como entrar en un iglú
y no encontrar la salida,
y perder el abrigo,
como sentir poco a poco
el enrojecimiento de la nariz.
                        -Vamos, como no sentir-

No soporto los enfados cascarrabias de mi madre,
esos que finalizan con un
'en esta casa mando yo',
y yo me callo,
me trago todos los tacos posibles
y me encierro en mi cuarto.
Como cuando el amor te da la espalda.

No soporto a la gente fiel,
ni a la gente infiel;
no lo hago con la gente feliz
que parece que se sacan
una a una todas las sonrisas de la manga,
y mientras yo aquí
buscando en cada piedra
y sin encontrarte,
sin tropezarme.
Que ojalá lo hiciera
que de los tropiezos se aprende
y yo aún no te he aprendido
para haberte estudiado tanto.

No soporto la coliflor en la comida,
me recuerda a esas terceras personas
que siempre están tocando los cojones
-y perdón por la expresión-
pero cabrones
se les quedaría corto,
qué queréis que os diga
no tienen otro nombre.

No soporto madrugar en vacaciones
y no verte al lado,
que claro, si estuvieras a mi lado
nos acostaríamos al sonido del gallo,
o de un orgasmo.

No soporto tu boca
por increíble que parezca,
pero es que se llena de mentiras
y a mí me llena el corazón de palabrería,
qué joder
es demasiado inocente.

No soporto los 'te quiero' en la primera cita,
ni los 'siempre te esperaré' tras dejar una relación,
debéis entender que las palabras se las lleva el viento
y éste nunca tiene rumbo fijo.

Por eso acostumbro a no creerte.

Y vosotros pensaréis
que debo ser insoportable
por no ser capaz de soportar esas tonterías,
pero, por si me estás leyendo
voy a decirte algo:
NO TE SOPORTO,
y gracias por hacer
que el mundo sea un poquito más soportable
cuando estás a punto de irte.

Lo dicho,
que te vaya bonito
y que alguien sea capaz de soportarte;
ahora, solo déjame.

viernes, 5 de julio de 2013

Ni te creo, ni me creo. Nos creo.

Marcar un comienzo
es sinónimo de poner fecha de caducidad,
por eso nunca me gustaron los comienzos;
el problema es que no te pongo fecha
no creo que caduques
ni que tenga que tratarte como a un objeto;
tampoco creo en etiquetarte
como si fueras una camiseta,
ni ponerte precio,
ni querer venderte en cualquier mercadillo barato.

Yo creo en ti y en mí,
en un presente que se cultiva día a día,
no creo en promesas a largo plazo
de hecho, no creo en promesas a corto plazo,
no puedo prometerte que mañana seguiré aquí,
pero sí puedo decirte que no pienso irme.

Creo en la credibilidad que otorgas,
en cogerte de la mano
y caminar entre piedras;
no creo en los te quiero de una noche
ni en las sonrisas en plena madrugada,
creo en levantarnos con caricias
y follarnos hasta el alma.

No creo en los peces que sólo viven en peceras,
ni en las personas que sólo besan unos labios;
sí creo en la necesidad de probarte en otras salivas,
de saborearte en otros besos
y de darme cuenta que te pienso.

No creo en los pensamientos confusos,
ni en los sentimientos partidos a medias enteras;
si creo en ti desde que entraste en mi cabeza
sin creer encontrar la salida de emergencia.

No creo en los pájaros que vuelan
porque quieren rozar el cielo
porque están lejos del suelo
y de ti;
sí creo en ti como el ángel que ha bajado a mi infierno
que pasea sin quemarse
y sin mirarme.

No creo en camas cómodas,
ni en casas acogedoras,
tampoco lo hago en mantas suaves;
sí creo en tu pecho,
que es la mejor casa de mis párpados
y en tus manos,
que saben cómo proteger uno a uno todos mis rincones.

No creo en la emoción que provoca
un sentimento tan puro como el amor
ni en los latidos constantes
que día a día se hacen relativos,
que acaban parados,
sin trabajo,
sin querernos ni aguantarnos;
sí creo en el miedo de tenerte
y en las ganas de huirme quedándome en ti,
de andarnos con cuidado
que luego vienen las dudas
y la cagamos,
y nos cagamos en el olvido por presentarse en nuestra vida.

No creo en decirte mentiras
ni desvestirme con verdades,
ni callarme las cosas que me quedan por contarte;
sí creo en decirte que no te siento,
que eres algo pasajero,
que lo nuestro acabará en el cementerio,
y lo haré con mi mano entre los labios
que ya sabes lo que ello conlleva.

No creo en las personas eternas
ni en los sentimientos duraderos,
los planes de futuro tampoco se me dieron nunca bien,
ni las camas monótonas con cuerpos desconocidos;
sí creo que no te olvidaré
aunque tengas cuerpo de estrella fugaz
a la que yo ya he pedido mi deseo,
ya sabes, si te marchas quédate
aunque no sea en mí.

No creo en Dios ni en la Biblia
tampoco lo hago en la Iglesia
ni en el Vaticano de Roma;
sí creo en la religión de tus miradas
que penetran hasta el alma,
que me elevan hasta el cielo
bajándome al infierno con un beso entre las piernas
                               -y qué acogedor-

No creo en aquel dicho que decía
'perro ladrador, poco mordedor'
porque mírate, y mírame;
tú me ladraste y me mordiste a partes iguales
y ahora tengo marcas de tus dientes
en el lado izquierdo de mi pecho
marcas de tus uñas
en el lado derecho de mi espalda,
y tus ladridos a punto de estallar en la cabeza
tus cabreos y tus sonrisas,
tus 'olvidame que no voy a pensarte' con la boca grande,
que en tan sólo tres segundos se hace pequeña para besarme
                          -y volver a mordernos-

No creo en creerme
porque siempre he desconfiado de mí;
pero sí creo en que tú debías saber todo esto
aunque tampoco crea en ti,
porque prefiero creernos.

lunes, 1 de julio de 2013

No eres simple casualidad.

Hoy iba a recitarte algo con la lengua
mientras besaba cada punto cardinal de tu cuerpo,
pero me has pillado pensándote
y ahora no sé qué hacer
ni qué besarte
ni qué sacarte de la manga y meterte en la chistera
para hacerte magia y aparecer en tu cama
y envolverme como mejor he sabido
desde hace ya tiempo.

Y puedo decirte  
que fue escucharte decir
"me brillan más los ojos
cuando estoy contigo"
y mi corazón saltó del pecho
y se puso a tus pies,
que estaban a punto
a tan sólo un paso de pronunciar
el te quiero que nadie ha dicho.
Fue justo entonces
cuando tus pupilas dieron un vuelco
para ponerse a medida de las mías.

Es que no sabes lo bien que me sienta
saber que te siento bien;
y sentarme a esperarte
y cocernos a fuego lento
como las mejores sonrisas.
Acabar, entre día y día
cogiéndonos la mano
y pisando con fuerza cualquier escalón
con el que nunca tropezamos,
con el que si tú te caes
yo me tiro y bueno,
ya que estamos en el suelo
vamos a querernos un rato.
Y rebozarnos para intoxicarnos
con los mejores sentimientos
que gritan en silencio
incluso estando mudos;
que andan sin perro guía
porque no les asusta la ceguera,
les asusta realmente la oscuridad.

Y yo he conocido la oscuridad
justo ayer
cuando pasé veinticuatro horas
sintiéndote cerca y aun así pensé
que no eran suficientes,
que no nos habíamos disparado bastante;
que ya te lo dije una vez y no me creíste
pero contigo nunca nada es suficiente.

Y también dije algún día
que ojos que no ven
corazón que se parte en mil pedazos;
pero qué voy a decirte a ti
si no paras de mirarme
y reconstruir uno a uno los pedazos
para que con ellos dejé de querer a varias
y los junte solo para ti.

Hay algo que tengo que confesarte,
desde hace un par de semanas
quiero ser incoherencia para ser contigo
y basarme en la coherencia para deshacerme de ti.

Que no sé si sabes eso que dicen
que todos tenemos media naranja
y yo estoy segura
de que tú eres mi media manzana,
porque a pesar de estar prohibida
no dejo de caer en ti;
porque sé perfectamente
que te conocí antes de encontrarte
que me crucé contigo en cualquier parque
y desde ese momento
debí saber que eras para mí;
que no era simple casualidad
que te acordases de haberme visto en otra vida
justo antes de verme en la tuya.

Y ya lo he decidido,
voy a ponerme las zapatillas de correr
el dorsal veintiuno
y voy a echarle una carrera al corazón para dejarme perder
que es la única manera de conozco
de ganarte.