miércoles, 23 de septiembre de 2015

Cuatro años y un beso.

                                   "Qué esperabas, 
llevo cuatro putos años pensando en ti."


Hay una persona que cuando aparece derriba todos tus muros,
es la persona con la que dormiste abrazada,
y a la que abrazarías hasta dormir.

Sabéis dónde tocar
y cómo tocar
para que explote la bomba.

Da igual cuántos años lleves sin besarla
porque cuando lo haces
cuando la besas y cuando se deja
cuando te roba los labios 
que durante muchos años
creíste tuyos,
cuando todo eso pasa
sabes que a la siguiente pregunta que alguien formule
dirás:
fue
ella,
siempre
será 
ella.

Lo sabes porque lloras ante sus ojos
y ves como
trocito
a
trocito
se va rompiendo,
ves como el balón
colisiona contra el cristal
muy 
pero que muy 
a cámara lenta.

Dejas que te limpie cada derrota
una a una,
que las pasee por tu mejilla
con correa y bozal
y las lance lejos
dejándolas correr.

Pero cuando se alejan
cuando ves que se han ido
y que todo ha terminado así
como esperabas que terminase
cuando todo eso pasa,
no lloras más,
ni os besáis más,
ni os decís que seguís queriéndonos.
Ya no pasa nada,
habéis abierto los ojos y cada una
sigue su camino a casa.
Y al llegar abriréis una conversación
que por supuesto
no será la vuestra 
y escribiréis lo siguiente:
"llevo toda la noche echándote de menos."
Cerraréis los ojos fuerte
y lo dejaréis estar
porque nadie puede saber vuestros nombres
nadie puede ensuciar el pasado
porque no entenderían 
que aunque lo dejasteis en una gasolinera
y apretasteis el acelerador hasta ser pillados por treinta radares
y perderle de vista:
os alcanzó.

Ahora todo es como siempre:
comer sola
ducharse sola
pasear sola
bailar sola
reír sola,
y pensar
todas las noches
antes de dormir
que si no es contigo
tenga a quien tenga al lado
también lo llamaré:
dormir sola,
o lo que es lo mismo:
dormir con cualquiera 
que ni tan siquiera conoce tu nombre
por lo que no merecen
ser
nombrados.