martes, 20 de enero de 2015

Blue Monday.

Ayer fue 19 de enero y todos lo llaman Blue Monday. Blue Monday es el día más triste del año, pero yo lo llamo 19 de enero. Lo llamo 19 de enero porque desde que te dejé salir por esa puerta desequilibrada todos los días son tristes, y no creo que ese día necesite ninguna mención especial porque tan sólo he pensado cientocincuentavecesenti, que son los días que me quedan para que no quieras verme. 


Y te entiendo, yo tampoco quiero verme, por eso he quitado el espejo de mi habitación, por eso agacho la cabeza cada vez que me tropiezo con alguno, por eso y porque mirarme a mí misma con decepción y rabia sería lo más feo que podría hacer por mí.

Así que ayer fue un día normal, un lunes que se levantó no mucho más triste que yo, pisando con el pie izquierdo todas las piedras del camino. 


Pero no te preocupes, bueno, realmente sé que no lo haces porque ya no me crees, pero si en ti habita tan sólo un resquicio de mí, en serio, no te preocupes. No creo que después de todo la preocupación merezca nuestra pena. Pero si ves que un día de éstos tienes tiempo, si sientes que hacer el idiota valdría la pena por una sonrisa: háblame. No sé, dime que estás bien, que ya nunca piensas en mí y que estás completamente loca por ella, que quizá así, viéndote feliz en otros brazos, consiga yo serlo en los míos propios. 



Aunque todo sea de mentira.

martes, 13 de enero de 2015

Necesito que hagas algo por ti.

Sé que lo estás pasando mal, que aún me quieres porque yo también y les dices a todos que estás harta de mí, te entiendo porque alguna vez yo también me sentí así y necesito que hagas algo, necesito que hagas algo por ti.

Humillame.

Humillame todo lo que puedas, escúpeme la pena siempre que me veas con alguien que no seas tú, sonríe cuando estés con ella y me tengas al lado, sólo así tendré motivos para querer matarla, diles a todos lo puta que soy ante tus ojos, el daño que te hice, que no lloré en nuestra última despedida porque siempre supe que nunca tendremos una última despedida, diles que te quise pero que lo hice de puta pena, que ya ni para eso valgo porque no veo a nadie como a mí en el espejo, diles que crees que te mentí, y recalca "creo" porque ellos creen en Dios y tampoco existe. 

Diles que te dejé tirada a los pocos meses de recogerte del suelo, que ni tan siquiera me preocupe por cómo estabas o por si me necesitabas, que jamás soñé contigo pero sí dejé que te cumplieras, que tú soñabas conmigo pero ya nunca me cumplía. 

Díselo, diles todo, sé que muchas cosas ya las has dicho, pero por favor, humillame, hazme sangrar, llorar, hazme vivir en la muerte, pero no te olvides de decirles que te quise, que te quise como a nadie y que ellos jamás podrán comprenderlo, porque a estas alturas, ni tú misma sabes hacerlo.
 Y te lo agradezco.