martes, 28 de enero de 2014

La asimetría de los puzzles o como mandarte a la mierda de un sólo portazo.

Apareces.
A veces lo haces,
como una estrella fugaz
que te recuerda que pediste un deseo
y justo cuando se cumplió,
desapareció.

Así fuiste,
un deseo momentáneo
que duró una vida.
Ahora sólo me quedan seis.
Fuimos casa y ruina
pero no sobrevivimos al incendio.

Y mira que se nos daba bien quemarnos,
enredarnos en las sábanas
y arder.

Pero aquella tarde
prendieron todas las fotos
las cartas
                                     (tus ojos
                                   mis ganas)

Pegamos un portazo
sin abrazo,
sin beso
sin vuelta.

Dime,
cuántas noches en vela me robaste por verte dormir;
por creerte sueño mientras soñabas
y robarme un beso en aquel escenario,
en aquella cama en la que ahora
sólo quedan recuerdos.

Y recuérdalo,
algún día volveré a pasar por tu vida.
Porque que nadie te engañe,
los trenes siempre van uno de ida
y otro de vuelta.

                (La diferencia entre ambos
                 es que el de vuelta
                 siempre lleva    
                 pasajero especial.)

Cuando eso ocurra no te asustes,
no grites:
sentirás un fuerte dolor en el pecho
que bajará directo a tu estómago
y por un momento volverás a sentir
esas mariposas que callaste durante tanto tiempo.
De golpe
otra vez ha vuelto el calor.

Pero no te alarmes,
no soy yo.
Es tan sólo tu recuerdo de vuelta,
tu tren
cerrando las puertas en tus narices.
Nadie es capaz de matar a los recuerdos,
ni tan siquiera tú
que conseguiste matarme a mí.
Sólo somos capaces de pensar
que los hemos escondido,
de jugar con ellos a ver quién pilla primero
y a ver quién es el último en mancharse de sal
e intentar salir corriendo.

Pero no, esta vez no corras
échale corazón al asunto,
y piensa en todo lo que me hiciste perder
mientras tú me ganabas.
En como tú te colgaste la medalla
y adiós;
pero escúchame bien, sé
que nadie ha vuelto a desperezarse como yo a tu lado,
ni tan siquiera te ha vuelto a acariciar con la yema de los dedos
diciéndote que eres cielo.

Escúchame bien,
te he querido
pero si algo he aprendido de ti
es que "ningún puzzle
contiene dos piezas completamente iguales."

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