lunes, 1 de diciembre de 2014

Afrontar la derrota.

                             "Y ahora es demasiado 
                                     tarde princesa..."

Hoy quiero afrontar nuestra derrota, que no tu olvido.
Si me pongo a leernos me busco las cosquillas, me las beso y me destrozan. 
Fuimos tan gilipollas que nos dejamos hacer daño porque hacernos felices se nos escapaba de las manos.
Podíamos besarnos con los ojos cerrados, abrirnos las piernas al amor, darnos la mano en toda Gran Vía, meternos la mano en cada bar, besarnos en tu cama, en la mía, en la ducha y en todos y cada uno de los momentos de nuestra vida hasta hacernos casa y ser incapaces de afrontar la hipoteca del amor. 
¿Qué jodido, verdad? Quererse tanto como para dejarse marchar. 
Qué te parece si te digo que haces ya tanto tiempo que nunca conseguiste ser olvido. 
Porque olvidamos todo aquello que no merecemos, y yo a ti te merecía. 
Y tú a mí me merecías.
Así que, aunque lleves ya mucho tiempo perdiéndote en otros labios, en sus labios, no te atrevas a decirme que cada noche, justo antes de dormir, no piensas aunque sea durante tan sólo un segundo en mí.
Lo sé porque yo también lo hago.
Lo sé porque hoy dejaré de hacerlo.
Porque ya no te merezco ni me mereces, porque ahora son sus labios los que me encontraron mientras montaba una y otra vez en el tren que nunca pararon tus manos.
Una lástima.
Un alivio.
Y siempre llega ese día, y ese día es hoy, el día que llega después de mucho tiempo y en el que te das cuenta de que a la persona que quisiste tanto también te quiso a ti, pero que ya es demasiado tarde. 

Nunca supimos aprovechar al tiempo cuando estaba de nuestro lado
esa
fue
nuestra
d
e
r
r
o
t
a.

No hay comentarios:

Publicar un comentario