Acabo de tener una conversación sobre el amor y quizá mis palabras no han sentado bien.
Pero qué voy a hacerle si pienso que es sólo un truco de magia y que cuando descubres el as de la manga, finaliza.
Luego, te hacen pensar. Y todo se resume a un montón de miedos, uno encima de otro que hablan de ti, amor.
Imagínate que vuelves a llamar y yo respondo, que marcas los nueve dígitos de siempre y nos vemos donde siempre.
O que aprendes a quererme menos y mejor.
Imagínate que recibo un jardín de flores con una carta que lleva tu caligrafía, que tiene nada en especial, pero es tuya.
O imagina, sólo por un momento, que vuelves a dormir a mi lado. Me sientas bien, eh.
Ahora yo estoy imaginando que el amor existe, que lejos de ti, alguien me sonríe, me agarra de la mano y dando pasos firmes por escaleras de mármol, me sube a la azotea y me dice 'mira el cielo, ¿ves ahí el amor?' y entonces me besa. Y coño, el amor.
Entonces a lo mejor tú no eres para siempre, ella no es para siempre y ni tan siquiera el amor es para siempre, pero ojalá sepas tantos trucos como besos me debes, yo prometo nunca arruinarte el espectáculo y tú promete creer en la magia.
Quizá todo se resume en descubrir el truco, aplaudir fuerte y dejar que nos sigan sorprendiendo.
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