Que yo no soy si no es contigo
y tú sólo eres si no es conmigo.
Me desprendí de las inversiones en tus caderas
y la estadística cayó en picado,
se abalanzó una enorme crisis con mis ojos
y diste un golpe de Estado directo al corazón.
Implantaste tu propia dictadura,
tus normas,
tu juego.
Pero amor,
el juego ha cambiado,
mi casilla de salida ya no está en tus dedos
y la casilla final...
esa hace mucho que ya no existe,
desde que tú existes.
Tengo un dado de la suerte
que maneja mi destino,
acostumbro a llamarlo libertad.
Ya te dije que quien juega con fuego
se quema,
y tú estás en un incendio forestal de la hostia.
Te quemaste, me salvaste.
Mi piel se hartó de tus mentiras,
y mirate,
más sola que la una que siempre estaba acompañada,
pero tú,
estás en tú final
y en mi comienzo.
Tu destierro fue un infierno cosido con descuidos
y marcado de un 'si te he querido no me acuerdo'
y olvidando los recuerdos,
recordando los olvidos.
Pero ahora ni me acuerdo ni te he visto.
Ya ves,
he movido ficha.
Dije adiós a tus 'te quiero'
que sonaban tan de mentira,
tan de verdad;
como todo lo que salía de esos labios
que me elevaron hasta lo más alto
y se acomodaron para verme caer,
para ensordecer mis sentidos
y encogerme el alma,
esa que te llevaste contigo
y abandonaste en el camino.
Ahora yo sólo busco corazones de usar y tirar,
un amor de contenedor
que el sitio más lejano que sea capaz de llevarme
sea al lado izquierdo de su cama.
Un amor barato,
cargado de mentiras
que llevan a una verdad universal:
el desamor.
Que para ser sincera,
prefiero un contenedor
que se inyecte en mis sentidos
cargado de verdades universales,
que un amor lleno de mentiras
y directo al corazón,
cuyo único objetivo es hacerlo pedazos,
destruir un interno palacio de cristal
en el que reinaba tu silueta.
Pero no sé dónde me he metido,
ni cómo he salido,
eso sí,
me faltan manos para contar esas metrallas diarias,
esos 'te lo dije' que guían mi ingenuidad.
Pero de corta te quedaste puta,
y de puta te quedaste corta.
Te corriste en mi corazón
cogiendo de la mano mis gemidos,
adentrándome en un tenebroso paisaje
del cual no pude salir nunca.
Bien sabes que aquel día
guardé mi corazon en aquella caja
que hay justo en tu ombligo,
en tu centro,
donde mariposas revoloteaban con sonrisas
y recuerda como arrojaste aquella llave por la ventana
jurando hacerlo eterno.
Y ahora estoy sin corazón,
sin ti
y a oscuras.
Déjame verte una vez más,
que esta vez estarás de sobra
junto a aquel contenedor,
haciendo compañía a mi corazón
-a distancia-
que él te va a sonreír
como si nada de esto hubiera pasado.
Tu tiempo ha terminado
el mío acaba de empezar
hasta nunca.
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