Me cansé de imaginarte y no sé, decidí que quizá sería mejor tenerte cerca, ya sabes.
Me gustaba pensar cómo sería el momento, me encantaba saber que tú romperías mis reglas.
Te quedaste parada y bueno, tuve que ir a buscarte aunque si te soy sincera, no me costó encontrarte, encontrarme contigo y reinventarnos.
Jugué con tus formas y dibujé sonrisas con la idea de probarlas en algún descuido tuyo, que tenían pinta de ser demasiado dulces.
Fue bonito el complejo choque de tus labios y el peligroso calor de tus caricias.
Y no sé, que tus gemidos tampoco estaban nada mal, que mi espalda y aquella pared perdían el control al ritmo de tus caderas.
Aún recuerdo como ese ascensor jugaba a respetar nuestro tiempo de guerra, y su posterior tregua.
Y ahora mis dedos preguntan dónde te has metido y mis ojos juegan a traicionar mis sentidos;
joder,
juraría que aún te tengo delante.
Mira que dicen que los juegos de azar son peligrosos, pero nadie me dijo lo adictiva que podía llegar a ser tu silueta.
El problema es que ahora me gusta tenerte, no imaginarte. Y la putada es que me tendré que conformar con lo segundo.
Cómo duele la distancia.
Dejaré de imaginarte, que soñarte puede ser precioso.
Y ahora es cuando yo te susurro un buenas noches, preciosa.
Yo, juego a ser tú;
te invito a que tú,
juegues a ser yo.
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