Yo ya no sé qué pensar, ni a qué aferrarme,
no sé si creer todo lo que grita mi silencio
que sé que me estoy haciendo daño
y que posiblemente te lo haga a ti,
pero creeme amor si te digo,
que es algo inconsciente
que no soy capaz de controlar
y tú eres la causa y el efecto.
Que yo decía que nunca haría esto que estoy haciendo,
y mirame, aquí me tienes,
rezando cada noche por soñarte en un beso,
o besarte en un sueño.
Y es que mi cama no es demasiado grande,
pero oye, podemos jugar a ser una y no sé,
abrazarnos hasta que nos soñemos
que el tiempo de tenernos
se nos escapa entre los dedos.
Que te juro que yo no quería,
que no quería entenderte,
que no quería quererte,
ni desear pertenecerte.
Pero mirame, aquí me tienes
reconstruyendo cada beso y reviviendo en cada esquina.
Haciendo una escalera con tus rimas
que eso me hace pensar,
que estás a tan sólo minutos.
A 390 exactamente.
Y es que por tu suerte y mi desgracia,
o mi suerte y tu desgracia,
has conseguido derribar eso que pensaba que era indestructible
y estás entrando poco a poco en aquello que algunos llaman corazón.
Que a ti te sobran ganas,
y a mí poesía
y quizá trazar un plan para querernos
no sea tan difícil
si contamos con la compañía de éstas.
Déjame secuestrarte,
aunque sea por unas horas y no sé,
te prometo que no querrás volver a verme,
pero yo te esperaré en la terminal de siempre,
con la sonrisa de un viernes y la nostalgia de un domingo.
No sé si sabes que ponerme de puntillas
y alzar un beso en tus labios,
es algo parecido a tumbarse en una nube
que el vértigo que provocas
es el mismo.
Aunque bueno,
el vértigo se esconde en tus pequeños detalles;
en como me coges la mano cuando caminamos sin rumbo,
o como me rozan tus pestañas cuando te tengo cerca.
Y bueno,
ahora mis huecos preguntan dónde están tus manos
y no sé que responderles.
Que te haré la guerra cada noche
y jugaré con tus treguas cada mañana,
susurraré a tus cosquillas un 'buenos días'
y practicaré paracaidismo con mis dedos por tus huecos
huyendo de esa adrenalina a la que tanto tememos
y a la que algunos acostumbran a llamar amor.
Qué bonitas quedan las excusas en tus manos,
y las excepciones en mis sonrisas, esas que se invaden de miedo
y tienen ganas de perder,
que ganar es de cobardes.
Estabas sobre aviso
y has perdido el control,
y ahora,
no me hago responsable de mis actos,
amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario