¿Sabes? Casi me olvido de como recorrerte,
pero has llegado justo a tiempo.
En un inútil intento de enfadarme contigo,
te has tirado al abismo besándome.
Un abismo que siempre me ha encantado,
y que aún provoca este vértigo en mí.
Te agarro fuerte y te pego contra mí
en un intento de hacerte mía,
El fuego que se adueña de la habitación
es testigo de las ganas que nos tenemos.
Una mesa puede ser un buen lugar para comenzar el baile,
y un sofá juega a ser el principal instrumento
de aquella,
nuestra orquesta.
No por ser materialistas nos hemos desecho de la ropa
que cubría nuestro cuerpo.
Ahora yo bailo un tango;
un tango sobre tu cintura.
Tus gemidos,
las notas musicales que adornan mis oídos.
Has decidido tomar el mando de la orquesta
y llevar el ritmo de esta canción,
pero pronto te quitaré el poder que te he otorgado.
Llego al punto más alto de la partitura
cuando te suplico que te detengas,
que ahora me toca a mí,
que quiero jugar a ser un músico entre tus piernas.
Y así es;
juego a ser la mejor sinfonía que jamás nadie ha tocado.
Puedes ser mi novena sinfonía,
¡ya le hubiera gustado a Beethoven
tener algo así entre manos!
El concierto acaba,
y tú y yo preparadas para besarnos,
besarnos bajo el techo estrellado de Madrid,
ese que alumbra tu cama
haciendo de ella
el mejor de los paraísos.
Si algún día estas cuatro paredes decidieran hablar,
¡qué sería de nosotras!
es que los mejores orgasmos se encuentran entre tus piernas.
es que yo también te echaba de menos.
Sabemos como querernos,
pero no sabemos como llevarnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario