miércoles, 9 de enero de 2013
Me enamoré de una mujer.
Me hace gracia la gente que me pregunta que por qué me gustan las mujeres. Y a vosotros, por qué os gustan las mujeres, o por qué os gustan los hombres.
Mirad, eso es algo que no se elige, no es una moda.
Me gustan las mujeres, porque por suerte o por desgracia, me enamoré de una y aprendí a deslizarme en su cama casi tan bien como lo hacía por su cintura.
Aprendí a pasear de su mano, una mano suave y delicada; totalmente diferente a todo lo que antes había probado.
Aprendí a tener el doble de lencería en mi armario, y a esperar horas y horas hasta que saliera de la ducha. Aprendí a quererla, independientemente de que fuera una mujer.
Y, ¿sabéis qué? No me avergüenzo de ello, pero tampoco me siento orgullosa. No le doy la mayor importancia. Total, el amor es amor, y el placer es placer, te lo dé quién te lo dé. En este caso, puedo asegurar que lo que yo he sentido por una mujer jamás lo llegué a sentir por cualquier hombre.
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